Capítulo XLIX: Kim

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Las fiestas se envuelven en champaña en la casa de los Marren. Celebrando una de sus fiestas de aristocracia entre una de ellas se encuentra la rebelde rubia con sus botines y vestido de chiffon.

—¿Quieres comportarte? — le dice su madre.

Kimberly Marren voltea los ojos y se dirige a afuera a fumar un cigarrillo a escondidas. No quería estar cerca de la hipocresía de los invitados a su fiesta de cumpleaños. Nadie la miraba con admiración sólo una chica en la esquina.

A la única que poseía esa atención era la joven Sussie quien ha sido gran parte de la familia de los Marren. Como la novia de Kenneth Marren, quien se ha hechizado en cuerpo y alma de ella. Todos gozaban de su presencia de su sencillez y elegancia a pesar de no venir de las raíces doradas pero tenía clase como otra dama de sociedad.

—Veo que ella se ha robado tu puesto — comenta Annalina mientras toma una copa.

—Créeme ella se merece ese puesto — defiende y sigue con su cigarrillo.

—Si tu lo dices... pero no te da miedo por sus raíces — agrega.

—Tu no pensabas lo mismo sobre Nicolás— defiende — además es perfecta para mi hermano —agrega y apaga su cigarrillo.

Vuelve a entrar a la fiesta dejando a atrás a la vanidosa de Annalina. Se queda con sus palabras y se remuerde en aquel secreto de su amor perdido. Nicolás el único que la hizo sentir como una dama denotado por su belleza. Sus besos aún los recuerda como si se tratase de hace cinco minutos. Suaves y cálidos como una tenue llama en una candela.

—Sussie, me encanta tu vestido —halaga al ver su vestido de satin color magenta. Sus rubios ondulados la hacia verse como toda una flor de loto.

—Muchas gracias al igual que el tuyo — agradece.

—Eso que estas muy amable
hoy  — extrañado dice Kenneth.

—Soy amable sólo que no lo demuestro — sonríe algo apenada.

—Tu hermana es una dulzura — agrega sonriente Sussie.

—Sabes que casi tenemos la misma edad no...— divertida dice Kimberly.

—Lo se Kimberly, sólo quería molestarte un poco — sonriente responde jugando con ella. Kimberly se ríe junto a ella como si fuera la hermana que nunca tuvo.

—Dime Kim — responde con una sonrisa.

Desde ese momento surgió una amistad entre ellas dos. Sussie había sido ya graduada y lista para enfrentarse a la vida. Había empaquetado su maleta de la casa hogar y consiguió un trabajo como modista.

Estaba comenzando y por ello promocionaba sus vestidos en cualquier evento social de la aristocracia. Ahora con el apoyo de los Marren se ha sentido acogida como una familia. En especial de la menor de todas la simpática Kimberly Marren.

Muchos tienen comentarios sobre ella que es una rebelde sin causa o una llanera solitaria. De cabello lacio corto rubio claro, ojos azules y sus labios siempre rojos, un sello personal en ella. Tenía un estilo de chica rebelde nunca faltaba sus botines de cuero un obsequio de su abuelo, ya fallecido.

Muchos la describirian por su baja estatura y su carácter sin escrúpulos. Odiaba la mentira y su orgullo la obligaban a no sentir nada por nadie. En ese gran vacío que se encuentra en ella carece de afecto. Su falta de querer la ha convertido en lo que es Kimberly Marren.

La única heredera de la firma de los Marren en cuanto damas y sus otros dos hermanos mayores. Familia de gran prestigio y renombre. Todos los idolatra por su estilo, consanguinidad y estatus económico. Además no sólo son un símbolo de pantalla, en cambio han creado el desarrollo de la ciudad por generación en generación. Siempre manteniendo su espíritu en fachadas empredadas.

— Señorita Marren, a donde se dirige —  grita Gonzalo intrigado por verla corriendo al jardín.

— Déjala, tiene que aprender que es un Marren —  aparece el señor Marren en la puerta.

Gonzalo se estremece al ver la presencia de aquel hombre fumando un puro. Se da la vuelta he ignora a su hija corriendo por aquellos jardines.

— Pobre niña, cuando pararán de hacerla sufrir de esta manera
— indignado vuelve a encerar el coche.

Hoy sería la cena mensual de los Marren por la noche. Donde toda la familia numerosa se reúne para hablar sobre los acontecimientos recientes. Un evento que por veces a enfadado a Kim y otras no tanto.
Esta vez el campanario había tocado a las diez y ya era tiempo de limitar el precio de la verdad.

La joven corre al jardín botánico de su gran mansión al noreste de Braneghin. La casa Marren diseñada por su tatarabuelo Humberto Marren, Arquitecto y quien urbanizo lo que es Braneghin.

— No lo puedo hacer, no a mi corazón — reniega Kim en su soledad.

— Es demasiada carga — agrega tocándose el cabello con ira.

Su cabello largo rubio que le quedaba hasta la espalda toma una tijera. La misma que usa su abuela para la costura. Cepilla su cabello por una última vez. Toma un mechón y lo mide con precisión logrando hacer un cálculo casi perfecto.

El primer mechón es el que más duele, pero está vez ese dolor permanece en su corazón. Lágrima por lágrima, cabello por cabello ha desafiado a su regla de la imagen pública de su família.

Ya nada le importaba todo se ha ido a la borda más aquellos secretos que transguardaba su corazón carente. Empieza a cortar poco a poco hasta llegar a su cuello. A la mitad de su cuello impetuoso creado para gobernar el mundo, algo que nunca querrá.

Ese día en el jardín botánico cortando su cabellera a escondidas de su família. Kimberly Roselia Marren Scott se transforma en Kim Marsco. Ahora ya no hay nadie que la detenga y no su família. Toma una botella que contiene peróxido. Lo vierte en su cabello con mucha delicadeza pero al mismo tiempo con furia.

Ya no quería ser sólo la rebelde Kimberly Roselia Marren Scott sino ya la rebelde rubia Kim Marsco.  La nueva versión de ella.

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