Capitulo XXVII : Ausencia

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Al llegar a la mañana Theo se levanta como de costumbre. Toma una ducha, se viste de forma sofisticado y baja a desayunar. Antes de bajar siempre va a darle los buenos dias a su Minerva.
Va a su recámara y toca la puerta. —Buenos Dias, Minerva — dice con una sonrisa. Toca dos veces más —Soy Theo— Nada que responde y da la idea que aun sigue dormida.

Baja a desayunar y con cara de preocupación que no ha bajado, sus dedos golpean a la mesa. Da la idea de que sera que está molesta con el.
Mientras desayuna no puede dejar de pensar y no escucha a su alrededor.
Aunque Sussie a su lado le habla sobre la fiesta en la casa de los Sellers.

—Sera el evento mas cotizado, además podrías cantar allí. A la señora Annalina le gustó mucho tu música. — relata. Theo solo oye pero no puede dejar de pensar en Minerva.

—La señora Annalina, es tan elegante, hermosa y casada aun teniendo veinte años — emocionada dice. —Sabes se casó a los diecisiete, a nuestra edad — cuenta.

Theo sigue pensando sin casi tocar su desayuno. Sussie emocionada le cuenta sobre los chismes de la aristocracia
—Imaginate casarse a los diecisiete, seria lindo. No crees Theo — voltea ver a su derecha.

—¿Theo?— menciona tres veces. No ve la presencia de Theo por ninguna parte.

Theo vuelve a la recámara de Minerva con unas flores que recogió en el jardín. Sus flores favoritas los claveles en tonos blancos y rosa pastel. —Minerva, soy yo Theo —toca una vez mas, pero no responde.

—Vamos Minerva, abre — toca una vez más. Insiste unas veces mas y apoya su cabeza a la puerta.

—Minerva, se que ayer discutimos pero si he hecho algo malo solo dime y cambiaré — apoyando su cabeza. —Cambiaré porqué te amo — golpeando su cabeza dos veces más.

Desilusionado se queda en la puerta aun apoyado y ve que la puerta se abre. A tanta insistencia la puerta ya no pudo persistir mas.

—Minerva al fin que abres— ilusionado entra con su corazón abierto pero no ve nada.

La cama tendida, la ventana cerrada y el vestido crema con perlas que uso ayer en la noche seguía alli. Theo estupefacto por lo que sus ojos no pueden creer. —Minerva no esta —susurra.

Conmocionado no piensa decir nada posiblemente está con su romance de siempre pero una parte de el dice que no está con el. —Estará con Tomás, lo mas probable — tira las flores sobre la cama.
Los claveles caen a causa de una cólera, pero al mismo tiempo dan un ambiente romántico al estar allí.

Theo regresa a su recámara y en eso esta Adam.
—Theo...amigo...luces... ¿Estas bien?—intrigado al ver su expresión.

Theo intrigado y con un ataque de celos busca entre sus cosas. Ve una carta por Minerva, la abre y lee su contenido con cautelo.

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Querido Theo,

Estos dias estaré ausente ante un llamado de Tomás acerca de una misión con los guardianes. Espero que comprendas sobre esta situación. Fue algo inesperado. Mantendré el contacto contigo lo mas pronto posible.

Te ama,

         Minerva Rossello

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—Esta con el — respira profundo desilusionado y dobla la carta. La guarda nuevamente en su gaveta.

—Theo pasa algo —preocupado Adam.

—No es nada — da un respiro ligero. — Te parece si terminamos aquella canción — sugiere Theo una vez animando.

—Seguro, vamos al salón de música — dice Adam y Theo va donde él.

Después de la lucha constante de aquella noche. Donde todo parecía ser perdido llegaron a la victoria. Llegaron a sus casas a descansar después de esa misión. Lograron salvar algunas flechas de plomo pero de oro no se encontraban. Solo hay pocas que existen en este mundo, los sentimientos puros son escasos.

—¿Que piensas sobre hacer otro Ministerio? — pregunta Finch.

—¿Otro señor? — no tan convencida. —No sería mejor reubicarlo —sugiere Perdomo.

—Pienso que sería lo mejor —sonríe Finch.

—Ha pensando en tomar el mando, señor — curiosa viendo su copa de vino.

—Por supuesto, mi querida Perdomo. —alza las manos. —Primero debo cumplir con mi plan y asi  poseer el poder — concluye.

—¿Como lo hará? —cuestiona y jugando con su copa.

—Primero debo alterar a la rebelión dandole su "medicina" — idealiza.

—Veo que todo lo tiene planeado — sorprendida apoya su plan.

Mientras ellos dos compartían sus ideas y se divertían con una botella de vino. Llega alguien con una angustia increible al ver que su amada no ha vuelto. Va a la oficina donde se encuentra Finch y Perdomo. Toca la puerta dos veces y le ordena que pasé adelante.

—Buenos dias Señor Finch y Señora Perdomo, disculpen por molestarlos en su almuerzo —interrumpe Tomás. —Sra. Perdomo, Minerva no ha vuelto desde que nos fuimos a la misión —informa preocupado.

—¿Minerva?— tratando de recordar. —Ahhh... lo mas probable que este en su casa descansando —dijo sin darle mucha importancia.

—No ha vuelto a su hogar, Sra. Perdomo —informa casi enfurecido. —Lo mas probable es que este como rehén con los de la rebelión— agrega.

—En todo caso no podemos hacer nada — atónita dice.

—¡¿Como que no podemos hacer nada?!— alza de furia.

Finch se levanta donde el al respecto de su tono de voz, pero Perdomo le ordena a sentarse. Finch toma asiento y se calma, pero Tomás sigue molesto por el poco interés de ellos dos.

—Mira Tomás, una vez estando allá ya es infectada. Ya ha sido inyectada por ellos y no hay nadie que la salvé —avisa sin ninguna conmoción.

—¿Que hay de nuestra lealtad? —cuestiona Tomás. —La dejaremos allí como si no hubiera pasado nada —alterado.

—Es lo mejor — frívola Perdomo.

—Para quien...para ustedes —cuestiona. —Asi paso con todos desde mucho atrás, no le han importado nada solo su propio beneficio— discute.

—Es por el beneficio de todos—interviene Finch.

—Ya veo, solo les importa cuidar esto y no la seguridad de los demás —señala sacando una flecha y quebrandola.

—Sabes Tomás, no tienes cosas mas importantes que hacer — comenta Perdomo.

—Por ejemplo que... —cuestiona.

—Hacerle el amor a tu esposa y no preocuparte por una chiquilla malcriada como esa —comenta.

—Esa chiquilla malcriada te salvo la vida y a cuatro de tus guardianes —señala y se retira. Perdomo sin nada que decir, se queda en un profundo silencio.

















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