Capitulo XIV : Protección

9 0 0
                                    

—Theo... —pausó Minerva.

—Si, Minerva — suelta los lazos de su afecto y le dirige la mirada.

Minerva queda helada después de tanta emoción de su corazón y todo este veneno que oculta. No es veneno, es la frialdad nata que carga. No confía en totalidad con sus sentimientos. Esas emociones que las hacen helar su corazón obscuro. Aunque no es tan negro que digamos.

—¿Porque haces todo eso? —asustada y sorprendida. Al poder sentir los labios de un varón.

—Porque siento algo por ti —aclara Theo colocando un mechón de cabello detrás de su oreja.

—Theo, eso es cierto —sin creerle.

—Minerva, creeme. Lo que siento es real — confeso con algo de temor a que no le creyese.   

—¿Como sabes que es real? Como tu dices, Theo — cuestiono con cierta intriga. Su mirada acecha a cualquiera que la viera. 

—Creeme todo lo que siento por ti es real —revela con su mirada ilusionada.

—Y si solo esto para ti es solo un simple enamoramiento — pregunta Minerva tratándolo entrar en razón.

Theo calla con su pregunta y no sabe que responder sintió como cierta ofensa en ello. Solo se quedo detenido como una aguja de un reloj varado, solo esperando a que el mejor tiempo llegase.

—Te demostraré que no es un simple enamoramiento — acercándose a ella a cada paso.

Sus ojos azules profundos lo miraban con cierto encanto pero el tiempo es preciso y su cita con Tomás se acerca. Mira el reloj ya eran las ocho de la noche y los minutos avanzaban.
Lo mas seguro es que Tomás la este esperando con anhelo de verla.

—Theo, ya me tengo que ir — excuso ella tomando un bolso negro.

—Antes que te vayas — agarra su brazo deteniéndola. —Quiero darte algo —saca de su bolsillo un nenúfar blanco de agua.

Minerva se sorprende al ver esa sorpresa de parte de el. Los nenúfares siempre han sido sus preferidos pero jamas creía que lo sabia. Sus ojos se intrigaron al verlo colocándola en su mano.
Tomo su collar de flecha al cual tenia en su mano y vertió cinco gotas en el nenúfar. La magia aparece como reacción química.

La flor encarna en su mano hasta llegar a su forma nueva. Una metamorfosis embellece su mano con un gesto protectora. Un collar precioso que parece tallado por los mismos ángeles. Brilla como un manto celestial como una leyenda medieval.  

Un collar de tonos plantinados con una punta flechada adentro de su corazón se oculta una gema blanca transparente singular y difícil de quebrantar. Tan difícil como dejar de amar a alguien tanto. Es un pensiero estupendo.

Es para ti — entregándoselo con el tacto cálido.

—Es hermoso — fascinada por el detalle. Lo toma y lo ve con tanto aprecio como los sentimientos que brotan entre sus costillas.

—Me lo colocas — indica entregando su obra de arte. Theo lo coloco detrás de su cuello largo tono francés. Con una vibra de afición por su perfume en su hombro. Tan vibrante como una fruta silvestre en el bosquejo del anima.

—Esto te mantendrá protegida — susurra Theo detrás de su oído. El dulce canto de su voz es lo que imagina Minerva en su mente. El simplemente perfecto con su elegancia y porte que había adquirido a medida que ha crecido.

Minerva sonríe ante su comentario y sus buenos deseos. Como alguien que tenia todo este tiempo a su lado y que jamas lo había notado. A alguien que comparte una misma historia a la que ella. En eso prevalece el destino de este nenúfar, solo el tiempo dirá. 

—Theo, ya me tengo que ir — señala Minerva con pena en romper el momento de unión.

Corre como una doncella en llegar al paradero del álamo, como si fuera una misión. Una dama corre a su destino dejando el pasado que la atormenta. Theo en una puerta entre cerrada se queda ido al verla correr con su collar de flecha en la mano.

Sale corriendo detrás de ella al notar su collar enflechado entre sus dedos. Ella parecía una cenicienta y el un príncipe tratando de entregar su collar. Corriendo en las gradas amplias de vestíbulo con un candelabro en tocado del cielo falso.

—¡Minerva! — grita pero ella no escucha.

Detrás de ella en otro punto se ve como una toma de un cuento de hadas recreándose en una época moderna. Un cuento de hadas en el que mundo anhela y desea pero los afortunados son los que vive.

—¡Minerva! — grita una vez mas.

Minerva escucha su llamado y se para con la respiración entrecortada su cabello permanecía ondulado como toda una dama. Volteo la mirada con su labio entreabierto y la miro con tanto fervor. Un momento que ambos desean que no termine y el viento se los cumplió. 

—Tu collar — menciono Theo entregándoselo.

Minerva lo miro a punto de agarrarlo se lo entrego cerrando sus manos con delicadeza sin ser lastimado con la punta. —Quedatelo, asi sabrás que estoy bien — indico. Theo entrelazado en su compromiso se vio obligado a pensar en ella en su ausencia. Le dio un beso de despedida y volteo para abrir las puertas de la medianoche.

La luna mengua como las fases del amor, una vez que comienzas es difícil de parar. El destino nos cruza a alguien cuando menos te lo esperas. El destino se contempla a los pasos de Minerva al ver todo el horizonte de las calles pedradas de Braneghin. Las calles donde ocultan secretos de lo más antiguo. 

Al caminar con su caperuza color como la solución de la poción de las flechas. Noto la presencia de los guardianes en su trayectoria. La búsqueda del prófugo de los Valentinos.  Al quien dejarían ciego por su revelación del poder al que todo el mundo quiere.

En sus trotes flechas de ataque esperaban a una señal de que apareciera. Solo ha pasado dos días de su escapatoria. Nadie puede renunciar a esto al menos de ser ciegado, como el amor que es ciego ante los ojos del amor.

    

 

  
   

CiegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora