Capitulo VI : Tiempo

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-Has visto a Sussie —buscando preguntó Theo a Jonathan. 

Jonathan con su cono en la puerta de entrada negó con la cabeza. Theo desesperado por encontrarla se coloco sus manos en la cabeza. —Necesito buscarla —susurro con una sonrisa. Sin previo aviso se rindió ya no la buscaría no mas y se sentó  acompañando a Jonathan. 

Jonathan seguía comiendo su helado de vainilla con concentración y viendo vista afuera. Dirigiendo su mirada a las casas blancas con plantas en sus ventanas con barrotes. —¿Donde compraste tu cono? —apetecido al a Jonathan con su cono.
Jonathan seguía con su cono a unos segundo después señalo al puesto de la esquina cerca del Café de los Godoy.
-Sabes amigo hablas poco pero me agradas —comento Theo dando un ligero abrazo. Jonathan concentrado comía su cono —Gracias Theo —respondió en voz baja. Theo sonrió con ligereza y se dirigió al puesto de helados. 

Cruzo la calle pedrada y sus formas de soles y lunas en ella. Entro a la tienda y miro sentados a una familia de tres. Comiendo un banana split cada uno. Parecían ser familia de la aristocracia, la señora elegante con un vestido de terciopelo rojo vino adornada con un collar de oro puro. El señor con su traje color azul cobalto leía el periódico con un puro entre sus labios. Y la pequeña adolescente con su vestido blanco y cabello rubio lacio miraba directamente hacia la ventana como si estuviera hipnotizada.

Theo miro su reacción de la adolescente con cierta extrañeza y algo de encanto. Ella volteo y miro al chico de pantalones negros y camisa blanca haciendo fila. Ambos se vieron por unos segundos y sonrieron como si se hubieran conocido en una vida pasada.

La puerta suena con la campana de entrada y viene la carismática Sussie con su vestido blanco y suéter rosa viejo. Peinada con una coleta alta entra en busca de Theo y lo mira en la fila. Se encuentra atrás de dos personas se acerco hacia el y noto a quien estaba mirando.

-Veo que estas viendo a los Sellers —susurro tomando su mano.

-¿¡Los Sellers!? —sorprendido.

-Si, son una familia adinerada de aquí —explico susurrando.

-El señor y la señora Sellers son empresarios de un montón de negocios de aquí y en el país —susurro dirigiendo su mirada en Theo. Luego apoyo su hombro sobre Theo aferrando sus manos en su brazo.

-Y finalmente su hija Kimberly, es la única hija de ellos y todos sus lujos van en ella —explico mientras miraba el menú. Theo volteo la mirada hacia ella. Kimberly miraba a la ventana mientras su padre le decía algo.
Ella se enfado tomo su bolso y salio corriendo del local. El Señor Sellers miro a la ventana ver a su hija corriendo. Desconcertado doblo el diario y lo dejo en la mesa. La Señora Sellers trataba de calmar su enfado pero resignaba a escuchar.

Tomo su abrigo y el de la señora se lo coloco y ambos salieron del puesto. Caminaron a buscar a aquella niña rebelde de cabello rubio lacio largo con sus botas negras. 
Theo miro toda la escena y se sorprendió un poco de la rebeldía de ella. Sussie seguía aferrada hacia su brazo como si fuese su protector. Apoyada en su hombro le dio un ligero beso en la cabeza.

-Quieres un cono, yo invito —sonrió Theo.

-Si, gracias —agradeció con una sonrisa.

-Dos conos por favor —ordeno haciendo en sus dedos el símbolo de dos.

-Uno de pistacho y el otro... —ordeno y dirigiendo su mirada hacia Sussie.

-De cheesecake —ordeno.

-Gracias —ambos agradecieron y tomaron sus conos.

-¿Nos sentamos o caminamos por la ciudad? —sugerio Theo.

Theo abrió la puerta para Sussie y ambos caminaron por la plaza cerca de la fuente. Estuvieron platicando sobre el principio de su amistad. Todo comenzó en el festival a camino de ir a misa.

-Ibas a tocar la flecha de la vitrina —recordando y riéndose.

-Lo siento, soy un chico muy curioso —riendose y aclarando.

-Y te regañe y tu cara de cachorrito fue lo que nunca supero —burlándose.

-Que quieres que hiciera —apenado y exaltado. —me intimidaste — confeso haciendo papel de víctima.
Ambos se rieron recordando el pasado de su amistad. El tiempo pasa muy lento y mas cuando la vives de la mejor manera. Es la larga vida que nos prometen cuando vives con una conciencia tranquila.

Entre risas y mas risas ambos se miraron como dos adolescentes enamorados. Sus miradas se enfocaron y se conectaron pero sus labios sentían lo mismo. Sussie colocó sus brazos detrás de su cuello y acariciando su cabello. Theo delicadamente coloco sus manos en su cintura y ambos sentían la musica del ambiente.

Guiados por la serenidad del viento y la pequeña orquesta que los acompañaba en aquel kiosco adornado de enredaderas cerca de aquel lago con cisnes. Parecía un lugar para los románticos de corazón eso es lo que es Braneghin.

-Voy a dar mi primer beso con mi mejor amigo —susurro Sussie acercándose.

-Ahora voy a besar a mi mejor amiga —susurro acercándose. 

Sus corazones conectados y vista conectada solo faltaba el gesto que representaba su conexión. El ambiente generaba sus sonidos tranquilizantes con vibras romances. A unos cuartos de conectarse y concluir su beso.

- ¡No quiero ir! —alguien gritaba con todas sus fuerzas.

Ambos se dieron la vuelta por la preocupación que provocaba ese grito. Era nada mas y menos que la señorita Kimberly Sellers. —¡Dejenme!— grito ella empujando a unos chaperones que había mandado su padre.

-Por Dios, que le habrá pasado —preocupada Sussie.

-Ni idea —dijo Theo abrazando a Sussie.

La señorita Kimberly pataleaba con todas sus fuerzas con gran magnitud trataba de liberarse. Todos los del parque susurraban entre ellos y comentaban sobre el espectáculo. La musica paro pero luego influenciados por el momento tocaron una melodía a dicha situación.

La Señora Sellers preocupada por su niña y el Señor Sellers tomaba sus lentes y los colocaba con cierta pena disculpándose por la situación. La subieron al coche y ellos también. Marcharon a toda velocidad alejándose de su pena hacia su gran mansión.  

-En fin... Ya se acerca el treinta de agosto —comento Sussie sonriente.

-Solo faltan un par de semanas es mucho tiempo —sonriente  y modesto.

-Es tu día especial —jugando con su brazo —¿Que quieres de cumpleaños ? —pregunto.

-No lo se...— dijo algo incomodo y con cierta modestia.

 

   

   
           

            

  
 

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