Capitulo X : Minerva

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Ya son las ocho y cuarenta y cinco de la mañana, las ordenes del hotel debían ser atendidas. La Srta. Anica ya no tenia la misma energía que antes. Entre susurros dicen que se encuentra en una depresión. ¿Depresión de que? Muchos se preguntaban en las esquinas de cada pared. Lo mismo pensaban sus clientes, la servidumbre y los niños del hogar. Solo pocos saben su razón, bueno Adam y Theo.

En su camisón de seda rosa pastel se levanto a lavar su rostro para comenzar el día. Hoy les prometió a sus chicos y chicas ir al zoológico. Por ello debía mostrar un rostro sonriente y alegre, como si nada ocurría en ella. Debía buscar un renacimiento pero su dolor la marchitaba como una rosa en agua.

Miro a la ventana por si una visita del Padre Valentino, pero no había cercanía de el. Ella tuvo como una visión de Nicolás corriendo por los bosques de ébano. La nieve en su rostro lo atormentaba bajo la tormenta. Luego en sus corceles obscuros venían los del consejo con sus trajes negros y insignias de las flechas. Persiguiéndolo a el por su traición e huida. Luego miro en sus manos una bolsa de cuero.
Al caerse y ser cazado por los del consejo, las flechas en su bolsa salieron. No eran unas cuantas sino como dos docenas en ella.  

-Srta. Anica —toca la puerta.

-Pase —ordeno.

Entra el rostro alegre de Nanny con su desayuno. Unas tostadas francesas acompañadas con frutas y jarabe de chocolate. En su esquina de azafata un machiatto y un jugo de fresas. —Gracias Nanny, colocárselo en la mesa — ordeno sin dejar de ver la ventana.
Sus pensamientos y visiones la atormentan que no la deja dar un respiro y debilitarse al sufrimiento.

—¿A que horas le digo a Paolito que venga? — Nanny con las manos juntas con cierto nervios.

—Dentro de una hora —ordeno.

Nanny acertó sin decir nada por la actitud de su ser, ya no es la misma de antes. Aquella mujer atractiva y hermosa a quien todos amaban por su belleza única. —Con su permiso —retirándose. Cerro la puerta y se apoyo dando un respiro ligero. Regreso a sus deberes con los niños dando el desayuno. Todos ya estaban listos para ir al zoológico y comían con gran agrado.

—Saben he notado a la Srta. Anica un poco extraña —comento Sussie. 

Adam y Theo obviaron a su pregunta, lo cual siguieron comiendo. —¿Tu crees? —excuso Adam.

-Si...— agrandando los ojos de sorpresa. —Solo mirenla ya no sonríe solo esta parada pensando en no se que —señalo Sussie.

Ambos miraron a la Srta. Anica con su vestido azul y guantes rojos. Solo pensaba en algo al cual ignoraba una a petición de cualquiera. Los niños pequeños ya no se les acercaban como antes y ellos lo percataron al instante. 

-Lo mas probable es que este asi por los manejos del hotel —excuso Theo.

-¿Sera cierto? —cuestiono Sussie.

-Si, he estado en la recepción del hotel y han venido unos extranjeros a gozar lo que es del festival —defendió Theo.

Una joven se vio muy interesada en la conversación de los tres, con su cabello oscuro y ser misterioso se acerco. —No creo que sea por eso chicos —susurro acercándose.

-Entonces que sera —curiosa Sussie burlona. Ya que sentía una cierta apatía hacia ella.

—Mira rubiecita — volteo los ojos y con gesto burlón. — Porque crees que el Padre Valentino viene aquí a menudo —contó ocultando sus susurros.

—¿Porque? —interesado Theo.

—Bueno, porque ellos fueron amantes en su juventud — comento.

—No creo que sea cierto, además el viene por otros fines —redactó Adam negando su superstición.

—Y cuales crees que sean esos fines — retadora contesto Minerva. 

—No lo se... — no muy seguro contesto. — Tal vez por visitarnos y ver que toda esta en orden, además nos imparte sobre la palabra de Dios — argumento Adam con toda seguridad.

—En parte, para poder disimular — dijo con una voz sonriente.

—Sabes tu estas loca y todo el mundo piensa lo mismo, no queremos escuchar una palabra de ti —protesto Sussie apartándose.

—Sabes tu estas muy ciega por ello hablas como una cotorra sin saber que es lo que dices — contesto Minerva burlona ante su estrechez de mente y retiro con su bandeja.

Theo la miro irse con su andar místico, de cierto modo le encontraba un atractivo a Minerva. No es como todas las chicas era única. Su intelecto y su manera de pensar tan controversia hace que todos la fichen como una loca. El no la miraba de ese modo solo la miro como desaparecía del entorno.

—Sabes Sussie fuisteis muy grosera con ella — dijo Theo tomando conciencia.

—¿Yo grosera? — señalo ciegamente. —Yo no fui la que hablaba asi de la Srta. Acacia y además todos las fichan como loca —excuso su error.

—Bueno solo porque los ciegos dicen eso no implica que sea cierto — defendió. 

—¿Ahora me estas diciendo ciega? — enfadada.

—Es una metáfora — respondió Theo iluminando su estrechez.

—Yo la miro como una chica muy interesante y algo peligrosa —comento fascinado.

Miro a su pasillo que venia el Padre Valentino saludando a todos. En dirección a la Srta. Anica iluminada por su llegada. —El Padre Valentino, iré a saludarlo — excuso Theo levantándose de la mesa.

—Sabes creo que Theo tiene razón, Minerva es una chica fascinante —comento Adam. Sussie sorprendida le dio un golpe ligero en el hombro.

—¡¿Que!? —sorprendido Adam. —Es cierto mira tuvo toda la razón — señalo con acierto.

Sussie reservada en furia ciego sus ojos y la envidia la acorralaba al ver a Minerva hablando con la Srta. Anica.
Theo saludo al Padre Valentino y el lo recibió con gran alegría.

—Srta. Anica debo hablarle sobre un asunto delicado —comento el Padre Valentino entregándole una carta.  

La Srta. Anica tomo la carta con desacierto de saber que es aunque ya sabia de que es el asunto. La carta que estuvo esperando desde la huida de Nicolás. Lo cual tuvo que reservar su dolor en privado para no perturbar a los demás. 

—Theo y Minerva como mis mayores se encargan de los menores y digan le a los demás —indico la Srta. Anica.

—No nos acompañara — preocupada Minerva.

—No, en esta ocasión no mi niña — dijo cálida colocando su mano en su hombro.

—Por ello les pido que vayan y acompañen a los mas pequeños —indico viendo a ambos. —Paolito vendrá dentro de media hora —indico viendo su reloj a su brazo.

Ambos jóvenes se despidieron con cierta reverencia y se retiraron a tomar el control y el orden. Ayudaron a los niños a alistarse y ir al zoológico. Los mayores cumplían su rol como guardianes de esta casa.         

  




        

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