Capitulo XL : Amnesia

5 0 0
                                    

—Las flechas que te di contribuye a su amnesia — explica la Duquesa.

Matías ve como poco a poco la culpa lo consume en aquel recuerdo. Minerva ha olvidado todo su pasado y su paradero. La Duquesa sonrie de satisfacción y toma el sobre con dinero.

— El efecto se va perdiendo poco a poco y cuando se recuperé recordará todo — explica. —Y no dudará en matarte — agrega la Duquesa.

—¿Por cuanto tiempo se pierde el efecto? — alarmado Matías.

La Duquesa sonríe y lo ve de una manera humillante. Se acerca al arbusto de fresas y siente su olor penetrante.

—Como verás está recordando— indica mostrando una fresa. Come una y goza de su victoria.

Matías ve el arbusto de fresas y asimila el recuerdo cuando vio a Minerva por primera vez. Ella estaba con uno de sus amantes en los arbustos. Ambos se miraban uno al otro uniendo su tacto.
En ese momento ella recogía fresas siempre en el mismo arbusto.

—Por cierto vas a ocupar mas de estas — le tira una bolsa sobre la mesa.

Matías abre la bolsa y ve las flechas con punta de plomo.
Sorprendido toma una y la ve con precisión.

—¿Que son? — alarmado.

—Las mismas flechas para que desees la amnesia de tu enamorada — explica y se retira.

Camina hacia la puerta con todo el orgullo de una Duquesa. Ve a su enemiga mientras camina con una sonrisa de satisfacción. Camina y ve como los demás de la aldea se asombran de su presencia. La empiezan a saludar con gestos amables. Le obsequian lo poco que tienen y ella empieza a regalar las flechas de Cupido.

¿Como las habrá conseguido? Muchos se preguntan siendo de la burocracia. Solo ella sabe el engaño que ha provocado desde que entrego su corazón hace cinco años. El mayor secreto en que se esconde las paredes de Braneghin, la Duquesa de Corazones. 

—¿Que te ocurre? — una voz preocupada susurra en su oído.

—No es nada — pensativo excusa Matías.

—Sea lo que sea cuentas con mi apoyo — se sienta en su regazo y apoya su rostro en su hombro.

Matías tiembla al sentir la proximidad de Minerva. Estos últimos meses se han visto mas conectados que nunca. Una parte le decía que la Duquesa tenía razón pronto recordará y no dudará en atacarlo. Es una guardiana aunque sus habilidades no las ha perdido pero todavía no recuerda su toque especial.

—Minerva — suspira Matías.

—Si Matías — alza la mirada y lo ve con esos ojos azules profundos. Matías al verlos se siente mas débil y navega en un mar de perdición. Sueña a través de ellos y susurra —Los ojos que no dejan morir a nadie —

Minerva acaricia su cabello suavemente y lo mira con sus ojos hechizantes. Ella sabe lo que causa sus ojos.

—Matías que me ibas a decir — responde.

—Que...— sin lograr concentrarse. —Que si recuerdas...— corta. —Deja de verme asi que me aturdes — exclama levantandose del asiento.

Minerva sorprendida ante su comportamiento mira hacia abajo y una imagen se le viene de la mente. Matías voltea a ver a Minerva y se compadece sobre su comportamiento. Se acerca a ella y alza su mirada con su mano con delicadeza.

—Perdóname — lamentó y baja su mirada. —Por lo de ahorita y por todo lo que he hecho — agrega.

—Matías, a que te refieres — confundida y preocupada.

—Solo te pido que me perdones — llora de culpa al final de sus faldas.

—Perdonarte de qué — pregunta y se agacha donde el.

—De todo, Minerva — responde.

Minerva sonríe sin lograr de entender a que se refiere. Desde ese día no logra comprender a que se refería de su petición de perdón.

—Sea lo que sea, te perdono Matías — lo cubre con sus brazos. —Ya no temas — agrega.

Matías ve como su amada lo cubre con sus brazos cálidos. Aunque lo halla perdonado su conciencia no esta despejada aún.
—Recuerda que ella esta en amnesia — piensa y se levanta junto ella.

Ambos se calman y toman asiento en la mesa del patio. Los rayos de sol arrasan en el centro de la casa. Disfrutan de su desayuno. Aunque los fondos económicos no eran de lo mas prósperos. Lastimosamente ellos son los marginados de la pequeña cuidad de Braneghin.

—La señora que estaba hace poco, quién era — recuerda Minerva.

—Una duquesa que necesitaba ayuda con su vehículo — excusa sin voltear la mirada.

—Una duquesa, aquí —impresionada —¿No te parece extraño?— cuestiona.

—Si, igual me pregunto lo mismo — comparte. —Por cierto le encanto tu cultivo de fresas —comenta.

—Enserio — emocionada. Con una sonrisa resalta su felicidad. Sabe que estas fresas son como su mayor recuerdo a que es su pasado.

—Te dije que era una gran idea — afirma.

—Sin duda que lo fue — suspira en sólo ver esa belleza oculta detrás de los arbustos.

En el fondo de su mente le atormenta las palabras de la duquesa. Tal vez este en lo cierto cuando pierda el efecto  todo volverá a la normalidad. Como dijo ella no dudaría en matarlo, porque su recuerdo del secuestro está vigente y sobretodo su propósito como guardiana.

—Minerva— llama.

—Si Matías — responde saliendo de los arbustos.

—¿Cómo sigues con tu memoria?— alarmado pregunta.

—Bueno creo que estoy comenzando a recordar unas cosas — explica.

—¿Cómo que recuerdos?— curioso y preocupado.

—Siempre sueño con los arbustos de bayas en el bosque quien siempre hay alguien que me acompaña como un...— recuerda.

—¿Cómo un guardián?— idealiza.

—Si...pero siento que es más que eso — describe ilusionada.

—¿Cómo que? —alza la mirada.

—No lo sé...como si fuera más que eso — analiza.

—Alguien a quien amas, quizás — contesta su dilema.

Minerva alza la mirada y lo ve con sus ojos soñadores. —Si como un amor perdido — reafirma.

—Entiendo— susurra con un dolor profundo al que trata de esconder con una sonrisa.

Minerva ignora la conmoción de Matías,pero ella se navega en sus sueños. En sus pensamientos escucha la voz de una cantinela lleno de melancolía y dolor. Quien le canta en su ausencia.












CiegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora