Capitulo XLIV : Espíritu

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El baile había sido uno de los mejores en cuanto escenario y decoración. En muy fondo habían secretos que aún debían de revelarse. Sobretodo la ausencia de la dama de las perlas, la señorita Annalina Sellers.

—¿A donde estuviste toda la noche? — pregunta Kimberly mientras enciende un Cigarro.

—Tuve sólo un contratiempo — explica Annalina. —Además llegue unas horas antes a que terminará el baile — excusa.

—Claro sólo unas horas — ríe sarcástica. —Hubieras visto la cara de Tomás, al no verte en toda la noche se afligio — explica llena de ira.

—Ohhh enserio, no creí que le importará demasiado — apenada confiesa.

—Créeme, se que no es el hombre que deseabas. Sabes que el te ama con todas sus fuerzas — explica Kimberly.

Annalina ve la sinceridad de Kimberly, pronto se da cuenta que está diciendo la verdad. No es que sea una mentirosa, pero para una persona fría como ella es difícil saber si no es un sarcasmo o una crítica.

Siguió con su cigarro y al parecer estaba decepcionada de todo lo que vio en los ojos de Tomás. Annalina con la boca media abierta analiza la situación. Su piel de porcelana muestra un rubor en sólo imaginar su mirada en recuerdo. La mirada de su demora al baile.

—Hubieras visto su cara nunca lo había visto así — agrega desconcertada Kimberly.

—Kim— llama.

—Si...— voltea la mirada sin ninguna emoción.

—¿Tu crees que me ame?— dudosa.

—¡Por supuesto!—responde  —¿acaso lo dudas?—

Annalina muestra un silencio profundo. Apenada por su indiscreción crea un flujo de barreras en sus pensamientos. Decide levantarse e irse a su hogar a pensar un poco. Aprovecha que Kimberly está entretenida viendo la fuente mientras fumaba.

Annalina corre con sus zapatos negros y su vestido romántico en telas de chiffon. Sus rizos rebotan hundiendo sus pasos. Su cabello cenizo casi dorado navega al paradaje del viento hacia el este.

Corre por esas calles de piedra con sus tacones. Lo único que le provocarán es una falla de talón en su pies vitorianos. Llega a su destino y empieza a tocar la puerta como una mendiga en busca de limosna. Su madre abre la puerta con una cara de disgusto.

—Ten esto te calmara el dolor — vierte cubos de hielo en los pies de Annalina. En lo cual están en una cuenta metálica.

—Veo que te has estado divirtiendo — sospechosa su madre.

—¿A qué te refieres, madre ? — responde sorprendida.

—Mi dulce Annalina no eres tan inocente como crees— masajea sus pies delicadamente.

—Deja de actuar como si fueras una libre pecadora y dime a donde estabas — agrega desafiante.

Annalina ve la mirada de su madre fuerte y al mismo tiempo amena. Su voz clara la hacia perder en sus sospechas.

—Sólo fui a buscar unas cosas en la tienda de Primrose — explica disfrazado su verdad.

—¿A las siete de la noche? — intrigada.

—Así es madre — responde.

—En fin, te creo porque se en ti no prevalece tanto la oscuridad
—responde acariciando su mejilla.

—Gracias, madre — responde bajando la mirada.

Al poder desahogar su dolor de pies de toda este ensueño. Va a su recámara cepilla sus ondas románticas como una Julieta en su balcón. Camina cantando con su voz angelical y sus pies descalzos.

Annalina Sellers, quien lo diría la belleza de toda Braneghin. La dama al cual yahecia un quintal de pretendientes, pero toda rosa tiene una espina. Y esa espina es el secreto mejor guardado de esta família. Al cual han aprovechado la segregación de los marginados para su bien propio.

Ese secreto no es algo inmueble sino el disfraz pasado en generaciones a generaciones. Donde las joyas y los accesorios estrambóticos establecen. La Duquesa de Corazones. Cada generación se ha ido adaptando a sus tiempos. Ahora ella posee la peluca de un rubio platinado.

—Oh Minerva, ahora sabrás que es perder todo — viéndose al espejo.

—Siento que poco a poco me veo mejor que tu — sonriente se cepilla el cabello.

De su gaveta toma una flecha de Cupido y se la inyecta para aliviar el dolor. De repente siente un alivio al ver que su amor vuelve a ella. Cae en la cama aliviada y ve como las estrellas se acercan a ella. La piel se le torna con tonos enamorados. Sólo piensa en su rostro de aquel romance prometido, el guardián Tomás. El estaba enfocado en otros asuntos más que en su marchitada esposa.

Sus pétalos se han marchitado con el odio que ha cultivado, pero ella no es culpable de las infidelidades de su esposo. Pero ambos fueron culpables de muchas cosas como casarse sin sentir algún sentimento idóneo.

Annalina Sellers que se puede decir belleza de mujer como una pegonia fresca, delicada, romántica y sofisticada. Así mucho la describieron en el panorama de Braneghin. Hay algo en ella que no se establece en decir. Su inseguridad la lleva a seguir con la leyenda así eliminando sus obstáculos.

Conoció a Tomás Herrera desde muy niña bueno ambos lo eran. Hasta que poco a poco fueron creciendo hasta llegar a los veinte años donde contrajeron matrimonio. ¿Cuál fue su razón?  El interés económico de ambas familias.

Ambos venían de las familias más exultantes de Braneghin. Cultivaban dinero en donde sea con tal de poseer el poder de toda su encuartrilla bajo su control.

Las nieblas se contemplan en aquel horizonte jamás buscado donde aquella joven se luce ante sus ojos. Poco a poco vio sintiendo el amor en sus ojos pero no en su corazón. Para Tomás Annalina sólo era un monumento que alabar pero Minerva era el mejor ensueño que vivir. Sabía lo que quería y jamás dejaba su rectitud aunque debía vivir bajo las calles si es posible.

Sus ojos son llenos de vida a cual aquellos le dicen los ojos que no dejan morir a nadie. Es la más hermosa creación que Braneghin a vuelto a ver. Una flor de loto oculta en aquel desierto de rosas donde ella se ocultaba en lo más profundo. Su ausencia lo debilita y no poder encontrarla aún más.

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