Capitulo XXXIII : Anhelo

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—¿Encontraste algo?— pregunta Tomás ilusionado.

—No señor solo eran dos campesinos en condiciones de afecto — informa Farres.

—¿Por donde? —desesperado.

—En los arbustos —indica.

Tomás se detiene en un recuerdo. El dia en que volvió a ver a Minerva con el joven de mirada fría. Cuando volvió de su viaje huyendo de su esposa. Una luz de esperanza se le ilumina el rostro y corre hacia allá.

—Adelante— dice Farres para acompañarlo ante su trayectoria. Los diez guardianes corren detrás de su alfa en busca de los contrincantes pero solo uno sabe la razón de Tomás.

Corren con sus caballos con tanta fuerza que se escuchan en los ecos del bosque. La herradura en sus pezuñas golpean el suelo.

—¿Que es ese ruido?— asustada para Minerva.

—¿Que ruido?— Matías hechizado.

—Ese ruido — indica.

Se despierta y vuelve a la realidad. Escucha los pasos tormentosos solo indica una cosa. —¡Corre!—  toma la mano de Minerva y la hala.
Los dos corren a su aldea con rapidez sin ser vistos.

Tomás llega a su destino pero ya era demasiado tarde los dos ya habían huido. Vio en el suelo unas cuantas bayas en el suelo. Su ilusión en que al fin la encontraría se desató. —Tenías razón Farres, solo eran dos campesinos— susurra.

Los otros guardianes registran el lugar en busca de evidencias. Tomás sigue varado en ese recuerdo y su anhelo en querer encontrarla se va perdiendo como botellas en el mar.

—Tomás, la vamos a encontrar— susurra Demian colocando su mano sobre su hombro.

—¿Como sabes que ella es mi razón de esta búsqueda?— intrigado cuestiona.

—Te conozco de toda la vida, amigo — afirma con una sonrisa.

—Gracias por siempre estar allí— sonríe.

Ambos vuelven a su origen, Tomás no ha perdido la esperanza pero debía pensar en otros puntos de encuentros. Sabía que Minerva no se está escapando sino que la han secuestrado.

—Señor — alarmado indica Marco.

En sus manos trae la capa negra a olor a cenizas encontrada detras de unos árboles. —Es uno de ellos — la toma y arruga la capa.

—Deben de estar cerca — afirma Demian.

—Señor y no solo eso — señala Farres.

Tomás se acerca donde esta Farres y ve las flechas tiradas en el suelo. Quebradas por la mitad, esto solo puede significar algo. —Estuvieron ellos aquí— afirma Tomás.

—La rebelión está cerca de aquí — concluye Demian.

—¿Seran las mismas del día del saqueo?— sospecha Elijah.

—Posiblemente — afirma Demian.

—Pasamelas, Farres— ordena Tomás.

Farres las agarra cuidadosamente sin pincharse con su punta y le da las tres flechas partidas a la mitad. Tomás la ve con tanta prontitud. Viendo cada detalle sin perderse ninguno. —Son recientes — concluye Tomás. —La punta no esta tan desgastada —agrega.

—Son las mismas del saqueo—indica Demian.

—¿Cuantas se perdieron en el día del incendio? — curioso Tomás.

—Según el reporte señor, diecinueve — informa Farres sacando una hoja de su bolso.

—Diecinueve...— sorprendido. —¿De cuanto?—pregunta.

—De tres mil trescientos treinta — informa Farres.

—¡¿Tres mil trescientos treinta?!—sorprendido.

—Parece increíble — impresionado Demian.

—No lo puedo creer es casi imposible — intrigado Tomás. —Muestrame — tomando la hoja.

Los guardianes intrigados por el pequeño numero de flechas robadas. Es mas que imposible, fue una pequeña pérdida. —Solo puede significar una cosa— alza la mirada.

—¿Que cosa señor?— curioso Farres.

—Que todo fue un accidente—afirma.

—¿Tu crees?— se acerca Demian a leer la hoja.

—Si...— algo confundido Tomás y pensativo.

—Porque si fuera provocado primero hurtarian la gran cantidad de flechas y por último lo incendiarian provocando un "accidente"— explica Tara armando conclusiones.

Los demás la voltean a ver sorprendidos por su conclusión y tomando en cuenta su opinión. —Estás en lo cierto, Tara — indica Tomás.

—Porque si fuera provocado aprovecharían la mayor cantidad de flechas y para ocultar su crimen nada mas que un incendio— agrega Tara.

—Lo mas probable que haya sido un accidente y lo unico que lograron fue sacar solo diecinueve flechas. Muy poco para una manada de treinta personas que es lo que calculo  — reafirma Tomás.

—Debemos avisarle a Perdomo — sugiere Demian.

—No, no creo primero hablaré con ella — sospecha mostrando su furia.

Tomás arranco hacía su paradero seguido por los otros quince quien los seguía. Juntos unían sus fortalezas para deliberar toda esta verdad a quien han ocultado por tanto tiempo. Este acontecimiento podría tratarse de una trampa por una razón muy absurda a lo que sea.

—¡Regresaron!— preocupada corre Primrose dónde ellos. —Me tenían preocupada — confiesa.

Ellos dos con una sonrisa sin pensar en que los guardianes estaban cerca y que bien los podrían ir a matar. Solo recuerdan ese momento en que los unió.

—Traje las bayas — mostrando la canasta tapada con su caperuza.

—Estas no son mis fresas — observa el gran tamaño que poseen. —¿Y donde conseguiste moras azules y arandanos?— sorprendida.

—Hasta donde fueron — alarmada alza la mirada.

—Al bosque — indica Minerva.

Primrose sorprendida dirige su mirada a Matías con enojó. —Acaso no le dijiste que no debe ir al bosque — regañando a Matías.

—Sabes muy bien que es el punto estratégico de los guardianes— enojada y le da una palmada en la cabeza.

—¡Hoy bien  hubieran muerto!— exclama asustada.—Bueno tu no Minerva, mas bien tú —señala a Matías.

—Minerva la próxima vez ve a mi huerto que está detras del patio — indica Primrose y luego dirige su mirada a Matías.

—Es que fui — afirma Minerva. —pero es que recordé que en el bosque habia unas bayas mas frescas—agrega. —Quería traerte de esas ya que se miraban mejor—explica y agacha la cabeza apenada.

—Se que tus intenciones eran buenas —sonríe. —pero, no quiero que les suceda nada—explica. —No me lo perdonaría mi corazón—agrega.

—Lo siento Primrose sere mas cauteloso con Minerva—apenado dice Matías.

—Esta bien pero tengan cuidado saben que no pueden saber de nuestro escondite — alarmada informa.

Matías agacha la mirada pensando en el peligro que  pudo sucederle a su pueblo pero su belleza lo distrajo. 

—Ya esta el desayuno— sonriente dice Primrose olvidando lo sucedido.






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