Tiempo después del juego en que se introdujeron sin planificarlo ni proponérselo, Mirna y Teódulo Sebastián se centraban en cómo vencer al otro sin dañarlo, sin que al vencido le parezca una derrota. Se encerraban en sus cuartos largas horas a pensar. Escribían manuales para combatir desde la sombra para no delatar su siguiente paso. Desde la oscuridad diseñaban tácticas y métodos que deshacían una y otra vez. Había que buscar una forma desconocida por el otro, pero el aprendizaje que la hija recibió del padre, era muy similar al suyo. Duraron días enteros, noches largas, momentos interminables pensando, planificando y diseñando los pasos siguientes, los que por considerar conocidos por su adversario volvían a empezar. Juego este que la vida enseña y desbarata con la misma intensidad con la cual es puesto en vigencia. Mirna Sebastián Herrera acudía a los manuales escritos para el éxito en los negocios. Teódulo dormía con el "Arte de la Guerra" como almohada. Era su favorito. Le había enseñado a Mirna sus virtudes, y por eso lo consideraba insuficiente. Ahora cuando no pretendía herir a la hija, consideraba más necesaria una nueva adaptación del manual. Debería tener una nueva versión aplicada al enemigo a quien no pretendes darle heridas profundas, ganarle batallas y guerras sin proferirles las heridas mortales sugeridas por Sun Tzu. Mirna también llegó a consultar este manual clásico, pero optó por otros modernos. Su padre conocía a la perfección lo allí planteado y no era prudente jugar con sus mismas armas. Al final cada uno terminó elaborando su propio manual para la guerra, donde fortalecieron la conspiración desde el interior sin final desastroso. Teódulo Sebastián en el suyo, como medida extrema escribió, no para ser ejecutado en este caso, la ejecución mortuoria como plan secundario. Pero este plan en principio no sería viable ni ejecutable porque en este juego estaba lo más precioso del entorno familiar: La Flor del Diamante. Como medida extrema, cuando no existiera camino por recorrer, podría ser considerado este planteamiento secundario, nunca para derramar su propia sangre. Así fue.
Teódulo enmudeció durante un largo rato. Tenía la mirada perdida parece que en la lejanía, o quien sabe donde. Mirna lo contemplaba fijamente. ¿Sentía compasión, lástima o indignación? Nadie puede saberlo, pero ella se mantuvo observándolo todo el tiempo que este estuvo vagando no se sabe en qué lugar. Al final, como sacando fuerzas desde su interior derrotado, derretido, abatido, el padre continuó en tono suave, contrariando los momentos álgidos pasados:
—A pesar de tu impresionante instrucción, parece que aún no estás lista para el amor. El amor es demasiado complicado, tiene unas sutilezas incomprensibles, implica asumir responsabilidades superiores y no creo que esté lista para vivir tal experiencia. Por eso te pido, te ruego, te imploro, no tomar una decisión apresurada, no vuelvas a ver a ese infeliz, por lo menos no ahora.
—Infeliz porque no llena tus exigencias, porque no pertenece a esos lugares donde pasas la mayor parte del tiempo— respondió ella con tono igualmente suave, pero sin dejar por eso de expresar su extrañeza y desacuerdo con el vejo zorro.
—Siéntate y piensa—le dijo este con dulzura, con una dulzura pocas veces expuesta por Teódulo Sebastián.
"De donde habrá sacado esa fortaleza y esa manera tan tierna para hablarme" pensó Mirna. "Tratará desviar sus atenciones para no mostrar su verdadera intención, para no darme a entender su personalidad agridulce" continuaba pensando la hija, mientras él volvía sobre el mismo asunto:
—Consulta a tus iguales —insistió Teódulo, consulta tu almohada—le dijo con esa suavidad parecida al murmullo del agua corriendo lento sobre un césped.
—Sin prometer renunciar a mis anhelos, sin detener el curso vital que llevan los acontecimientos, llevo veinte años consultando mi almohada, viviendo entre iguales a quienes he visto sufrir las peores desgracias, seguiré la prolongada abstinencia— respondió Mirna Sebastián. Pero eso no quiere decir que me esté retractando...

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Bodas de Fuego
General FictionMirna Sebastián Herrara llega a Ciudad del Lago después de cursar estudios superiores en Europa. Su regreso a la ciudad, coincide con la celebración de las fiestas patronales en honor a Santa Lucía. Allí, en el parque central, se encuentra con Rica...