Parte 27 LA MANSIÓN DEL MATRIMONIO SEBASTIAN HERRERA

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XXVII

LA MANSIÓN DEL MATRIMONIO SEBASTIAN HERRERA

La lujosa residencia del matrimonio formado por el señor Teódulo Sebastián Dival y la señora Griselda Petra Herrera, fue siempre un peregrinar para las multitudes, pero, el gran huerto con que cuenta la misma, se apreciaba inmenso, varias hectáreas con gramas arregladas separaban las construcciones en el largo espacio. La casa era inmensa. Su construcción con ladrillos abarcaba un área superior a mil metros cuadrados. En esta, los salones dedicados a las veladas que efectuaba la clase exclusiva se separaban del espacio reservado a dormitorios y alcobas. Las amplias salas familiares estaban en un lado distante a los salones ejecutivos, separados por largo pasillo de aquellos destinados a las tertulias políticas y literarias, distantes del ruido. El huerto que abarcaba la especial mansión tenía en la parte contigua un campo de golf, un amplio patio bordeaba sus altas paredes como si fuese un presidio. En cada espacio un vigilante apostado discretamente escruta sigilosamente todo en derredor suyo. Cada sala llena con vajillas y cristalerías multiformes. Por sus interiores, mármol bien colocados iluminando con sus reflejos. Por las paredes, diseños en ámbar decoran cada espacio. Pinturas centenarias colocadas en su interior por doquiera que pase la vista. Cuadros pintados a manos se divisan con rasgos iluminados. Sus dormitorios, amplios y decorados, con juegos de aposento construidos en caobas centenarias. En el salón donde se celebran las reuniones exquisitas, colocado en el fondo que da hacia la parte este del segundo nivel. En este no se permitía la entrada, sino a quienes eran invitados. Solo lo más selecto del núcleo social más alto en Ciudad del Lago se daba cita en aquella mansión ordenada; solo los privilegiados acudían a los actos que se efectuaban allí, en aquel lugar de bendiciones.

Griselda Petra Herrera acostumbraba reunir allí, en veladas restringidas los últimos viernes de cada mes, las personalidades del entorno social más elevado, donde nunca coexistían, donde nunca coincidían los separados por las características que marcan cada especie. En cada reunión, a los nuevos invitados se les daba una explicación sobre la casa. Se describía su inmenso patio, las construcciones periféricas, y se alardeaba del tamaño. Teódulo exageraba la cantidad cuartos destinados a dormitorios. Lo único reservado eran los planos y el área donde se encontraban las cajas de seguridad donde el matrimonio guardaba joyas, objetos con valor y dinero en efectivo.

Teódulo Sebastián Dival, al convocar a sus reuniones especiales, veladas o tertulias, se aseguraba en no hacer coincidir un diplomático con un farandulero; un administrador con un artista; un poeta con un empresario o con alguien dedicado a los negocios; un militar con un diseñador, un poeta con un empresario, o un literato con un militar; un letrado con un político. Decía que eran incompatibles y no podrían superar sus diferencias si duraban juntos tiempo suficiente para entablar discusiones y menos compartiendo el mismo espacio y actividad, donde con frecuencia se ingería alcohol y se discutía sobre temas contrapuestos. Se cuidaba hasta la saciedad de estas pequeñas cosas para no cometer una ligereza. Sí juntaba militares y políticos pues los consideraba abejas del mismo panal, consciente que ambos tenían inclinaciones similares y por la condición que los define como avaros y que es propia militares y políticos. Cada uno entre estas dos estirpes se asemejaba al otro. "Eran mafiosos" repetía en cada espacio reservado y discreto.

Los convidados a cada velada, tenían condiciones especiales comunes. Si bien, en ocasiones reunía a los diplomáticos con los empresarios y hombres de negocios, es porque los intereses o eran comunes o los de últimos podían ser afines con las gestiones que pudieran emprender los primeros; si juntaba ocasionalmente militares superiores por sus altos rangos con artistas y a su vez con políticos, se debía exclusivamente al interés del anfitrión, porque sus aspiraciones momentáneas eran iguales. Se ocupaba de los detalles para asegurar el éxito en todas sus reuniones, sus veladas, sus juntas o tertulias.

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