LXVI
LOS CAMBIOS POLÍTICOS A PARTIR DE LA GUERRA
A finales del mes de abril del año 1965, el panorama político y social dominicano se fue oscureciendo. Todo se fue agravando en la vida pública y privada de Santo Domingo. Algo fuerte se incubada en la sociedad desde el 24 de abril del 1965. La patria fue invadida. La bota del soldado invasor se hizo presente, se sintió en las calles de la capital dominicana, provocando la revuelta, la rebelión del pueblo. Se levantaron motines y pequeños focos guerrilleros, los cuales fueron rápidamente reprimidos, pero, por su nacimiento, fruto de la germinación rápida que hizo la semilla de la libertad, por la vuelta a la constitución del año 1963 y la lucha por la restauración del gobierno libremente elegido, bajo la consigna de "un retorno sin nuevas elecciones", la represión tuvo un efecto contrario. Santo Domingo estaba al borde de una revolución. A la vanguardia de esa revolución se encontraban los constitucionalistas, compuestos por los perredeístas (miembros, militantes y simpatizantes del partido Revolucionario Dominicano) y otros partidos de la izquierda, quienes apoyaban el retorno del gobierno del profesor Juan Bosch, sin otro trámite ni formalismo que el retorno puro y simple; líderes militares de las nuevas generaciones, en combinación con aguerridos combatientes civiles, al mando del Coronel Caamaño.
Movidos por los sentimientos patrióticos de libertad y justicia, amparados en la nueva Constitución, la cual garantizaba una amplia gama de derechos civiles e individuales; respaldaba el control civil de los militares y otorgaba mayores libertades públicas, nunca antes vistas ni conocidas en la República Dominicana; declaraba la ampliación de los derechos laborales y sindicales, donde fueron tomados en cuenta los derechos laborales concedidos y reconocidos a las mujeres embarazadas; las personas sin hogar; la familia; los niños y los jóvenes, los agricultores y los hijos ilegítimos. Incluía reformas a las posesiones de la tierra, golpeaba a los terratenientes, conservadores y militares; introdujo cambios religiosos, los cuales, la jerarquía de la Iglesia Católica reprochó por el carácter laico que la Constitución del 1963 le dio al Estado. Todo ello se constituyó en el detonante del golpe de estado ejecutado el 25 de septiembre del año 1963, mediante el cual se denegaban los derechos civiles y libertades insertadas en la Constitución votada ese año, y de manera rotunda, este golpe denegaba las elecciones libres celebradas el 20 de diciembre del 1962, donde resultó electo presidente el profesor Juan Bosch.
El 24 del mes de abril del año 1965, los revolucionarios tomaron el palacio nacional; instalaron un gobierno provisional al mando del cual fue colocado José Rafael Molina Ureña, pero el movimiento conservador del Ejército Nacional, devolvió el golpe, y al mando del general Elías Wessin y Wessin, bombardearon los lugares ocupados por los revolucionarios. Con el contragolpe efectuado el 25 de abril, y la nueva estrategia implementada por los constitucionalistas, la revolución tomó aspecto y dimensión de guerra civil. El 28 de abril de 1965, el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, invade a Santo Domingo, con la aprobación de la Organización de los Estados Americanos (OEA), la cual, complementó la fuerza militar enviada por los Estados Unidos con una Fuerza hemisférica llamada "Cuerpo de Paz"; cuarenta y dos mil marines invadieron las costas nacionales el 28 de abril de 1965, enviados por el presidente Lindon B. Johnson, bajo la creencia de que los constitucionalistas estaban compuestos por comunistas y era preciso evitar por cualquier medio, que asumieran estos el control del poder, y con la excusa, "que había la necesidad de restaurar el orden en Santo Domingo", enviaron a sus soldados para pisotear con sus botas la honra nacional.
En los finales de abril, Santo Domingo entraba en ebullición; una ebullición que se advertía en todas las esquinas, en todos los lugares públicos y privados, en todas las tabernas, se escuchaban discusiones de uno y otro bando, las bocas de los fusiles estaban hediondas por las metrallas, se discutía en público, no había opción para quedarse tranquilos, los jóvenes eran arengados a batirse con las armas; se hacía jurar a los jóvenes, que saldrían a las calles con el primer grito de sirena; lucharían sin contar con la superioridad del enemigo, ¡eran tan valientes!; se entregaban a la causa ciudadana sin prever la preparación del atrevido invasor; en las salas se leían folletos subversivos; en la radio, se arengaba a salir tras la gloria, "gloria o muerte" se decía, se despreciaba al invasor, se maldecía; «cuarenta y cinco mil hijos de perras gritó el poeta americano », en solidaridad con la nación dominicana; un joven al salir de su guarida fue mandado a detener por un soldado invasor, este sin armas lo desafiaba con los puños cerrados en actitud del que la adversidad no lo intimidaba; en las esquinas, la guerra tomaba su esplendor, se oían los cañones disparando; las ráfagas de los fusiles entre tantos; en el callejón alguien gritaba no "disparen, no disparen"; y en cada ciudadano se nombraba un nuevo combatiente, un digno libertario.
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Bodas de Fuego
BeletrieMirna Sebastián Herrara llega a Ciudad del Lago después de cursar estudios superiores en Europa. Su regreso a la ciudad, coincide con la celebración de las fiestas patronales en honor a Santa Lucía. Allí, en el parque central, se encuentra con Rica...