XXXIV
LA DESPEDIDA DEL PRIMO PEDRO BAUTISTA
Pedro Bautista que hablaba por la vía telefónica se despidió del amigo Manuel Rodríguez con un hasta el lunes al medio día. Ahí estaré con tu candidato. Pasa feliz resto del fin de semana y otras frases demostrativas del cariño y los afectos, reciprocadas por el interlocutor del otro lado en la línea del teléfono. Al mismo tiempo dijo a Roberto en frente del señor Teódulo, su padre, que le esperaba en su oficina a las once de la mañana del siguiente lunes para desde allí partir juntos a la firma del relacionado Manuel Rodríguez, donde le esperaba un puesto gerencial en el Departamento de litigios de una prestigiosa firma, aunque no fuese esta una as mayores existentes en la nación.
El lunes a la hora prometida por Roberto Sebastián Herrera para llegar a la pequeña firma del pariente Pedro Bautista y desde allí salir a la del amigo Manuel Rodríguez, este no llego. Al transcurrir un tiempo superior a una hora del tiempo acordado sin presentarse, Pedro Bautista marcó primero el teléfono familiar de la mansión del señor Teódulo Sebastián Dival, el cual fue respondido por una voz femenina con entonación melodiosa. Preguntó por Roberto y esta le respondió con voz dulce sobre la salida del joven Roberto a realizar asuntos personales concernientes a su profesión. Pedro pensó en la posibilidad de que su primo Roberto se encontrarse en el camino de ida hacia su oficina como fue acordado, pero nunca llegaría. Posteriormente Pedro Bautista llamaría al número del amigo Manuel Rodríguez para disculparse, por no poder llegara honrar el compromiso asumido a instancia suya, sin decirle las verdaderas razones por las que faltaba, le ocultaría la inasistencia del candidato, quien faltaba a la cita y su larga espera infructuosa al candidato, asumiendo él la culpa de esa inasistencia, bajo la excusa irreal, que se debía a una prolongación inesperada de la vista a la cual asistiría en horas anteriores a su encuentro, la cual se había extendido hasta más allá del medio día, pasadas las primeras horas de la tarde del lunes agitado. Manuel Rodríguez entendió sus razones y las tomó como válidas, pues, acostumbrado a esos pormenores judiciales, era esa una posibilidad a la que no escapa ningún abogado. Su entendimiento y paciencia se justificaba en la medida en que tenía certeza en cuanto al proceso del cual saldría Pedro Bautista, para llevarle un candidato a ser evaluado, a fin de desempeñar el puesto gerencial en su oficina, era uno de esos procesos propios donde se justifica cualquier tardanza por importancia que revestía para sus intereses. Era su firma la propietaria del proceso perteneciente a uno de sus principales clientes, por lo tanto, si se retrasaba la llegada del amigo Pedro quien se esforzaba en la adquisición del prospecto a serle presentado, era entendible, y máxime cuando es igualmente su firma la cual al final se beneficiaría del candidato recomendado por Pedro para la contratación y más, cuando este prospecto recomendado por un amigo sería una adquisición para sus propios fines y sobre todo para el fortalecimiento estructural necesario en su firma. Si el amigo no pudo llegar a tiempo fue por una razón con suficiente peso, y, toca a la firma agradecerle tal gesto y el sacrificio, en lugar de incurrir en recriminación o reproche. Sin embargo la cusa real fue que Roberto Sebastián Herrera no llegó el lunes, el martes, miércoles ni en toda la semana a donde Pedro Bautista para este a su vez llevarlo al puesto del trabajo gerencial reservado en la firma del amigo, ni dijo al primo ninguna excusa. Manuel Rodríguez esperaba en vano.
Pedro Bautista estaba avergonzado por no cumplirle al amigo Manuel Rodríguez con la promesa del empleado. Pasaron los días, las semanas, los meses y Roberto no era llevado por Pedro a la firma del señor Manuel, pero, tampoco era contactado. Cuantas veces era marcado el número del teléfono móvil del joven profesional Roberto Sebastián Herrera, la recepción era del buzón destinada para la recepción de los mensajes; cuando marcaba el teléfono fijo de la mansión familiar Sebastián-Herrera, siempre respondía la misma voz femenina con tono, bajo, dulce, suave, melodioso y daba la misma respuesta. "El joven Roberto no se encuentra. Salió a resolver asuntos personales relacionados con su carrera". Pedro Bautista le dejaba recados consecutivos, y nada de responder o devolver la llamada. Pensó entonces, "¿no estará Roberto interesado en el puesto?", "o finalmente había conseguido la designación en la fiscalía anhelada". "¿Pero por qué no devolver la llamada si le había dejado tantos mensajes, tanto en el buzón como en la residencia?" Se preguntaba.
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Bodas de Fuego
Fiction généraleMirna Sebastián Herrara llega a Ciudad del Lago después de cursar estudios superiores en Europa. Su regreso a la ciudad, coincide con la celebración de las fiestas patronales en honor a Santa Lucía. Allí, en el parque central, se encuentra con Rica...