Parte 53 EL RETO QUE AGUARDA POR MIRNA

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EL RETO QUE AGUARDA POR MIRNA

Mirna Sebastián se paró súbitamente del asiento que ocupaba en la sala destinada a la espera del aeropuerto parisino Charles de Gaulle donde hacía escala para abordar el nuevo vuelo que la llevaría a su país natal, República Dominicana. Allí, en Ciudad del Lago, un pueblo del suroeste, aguardaba por ella su gran amor, también le esperaba un gran reto y estaba consciente de ello. La irrefutable prueba del coraje ya antes probado se pondría una vez más de manifiesto, sin embargo no era tarea simple. Tanto su valor como la agudeza de su temple serían cuestionados y, sabía cuán necesario era emplearse a fondo en la realización perfecta de todos sus actos, más ahora "cuando había tirado las velas al mar, y luego quemado las naves".

Consciente de su rol y la ferocidad del adversario que tendría delante, pensaba, no en imponer sus sentimientos de un modo inflexible aunque tenía el derecho a ello, sino hacer entender a todos sobre la importancia que entraña en sí misma la libertad humana y resaltar su condición humana, hacer valer su dignidad por ser mujer. Pregonaría por todos lados sus métodos de lucha por la libertad y la justicia. Todos sabrían de los abusos a los cuales eran sometidas las mujeres por su entorno familiar desde el nacimiento, hasta el momento en el cual ella los denunciara, asumiera la reivindicación del derechos a la libre elección que, como mujer tiene toda nacida, y otros derechos conculcados a ellas, y los haría valer como principios de vida, como derechos inenajenables, inalienables e inmutables. Era ecléctica, pero no podía transigir en cuanto a estos principios. La mujer con todo su esplendor estaba reflejada en ella y, esperaba su emancipación. Le tocaría tomar esos derechos para hacerlos valer ante un ser irracional en el que se había convertido su padre Teódulo Sebastián Dival. «Cuántas otras pasan por lo mismo en el mundo», pensó. «Eso tiene que detenerse; tiene que parar y es el momento para intentarlo».

Al echar los primeros pasos de ida hacia el sitio donde abordaría la nave, acompañada por Vanessa, se sintió turbada. Un nubarrón formado por neblina grisáceas veía girando a su alrededor, trastocando sus ensueños, opacando las claridades, oscureciéndolo todo. Su mente se tambaleaba en una especie de confusión, mientras era observada por su amiga Vanessa, quien intuía que algo no convencional le pasaba a su compañera con quien compartía no solo el viaje, sino el mismo destino, el mismo infortunio. La casualidad la convirtió en su confidente y la coincidencia en su nueva amiga. La emoción experimentada por Mirna Sebastián Herrera era inmensa, le provocaba una confusión espantosa, al extremo de ver a las personas que recorrían junto a ella el pasillo hacia la nave como bultos opacos, las gentes se fueron tornando poco a poco en imágenes borrosas, les parecían viejas fotografías al estilo de papeles expuestos a bacterias microscópicas en un pasado lejano. Los reflectores colocados en el aeropuerto iluminaban el rostro de Mirna Sebastián Herrera, cuya refinada belleza parecía ampliarse con las expresiones de aparente confusión apreciadas en su palidez. Vanessa la miraba con arrebatada compasión, al advertir en ella una inocencia inmaculada. La perplejidad vista en la amiga parecían efluvios de adaptación a una confusión jamás vista, nunca vivida por nadie que era el móvil de su tormento. Una inmensa capacidad para asirse a algo que la obligaba a cambiar la vida vio en ella, y la aceptación a eso desconocido pero cruel enmarañaba el porvenir tortuoso de su amiga Mirna Sebastián Herrera, antes del abordaje. Pero igual, era preciso echar a andar.

La cabeza de Mirna daba vueltas, perdida en los acontecimientos surgidos aquella tarde maravillosa, cuando se produjo el encuentro con Ricardo Flete en el parque central del pueblo que le viera nacer, Ciudad del Lago. Repetía uno tras otro todos los episodios acontecidos, sucedidos aquel día, con cándida lucidez, cada detalle pasaba una y otra vez por su cabeza, y, esa lucidez la hizo enmarañarse en la extravagancia de aquellos hechos, de los cuales no podía desprenderse. Su inteligencia constantemente esquivaba las preguntas hechas por amigos y relacionados sobre el tema, sin embargo ahora con Vanessa mostraba una apertura singular. La otrora expresión del escepticismo guardado en torno al tema del amor prohibido, esta vez desapareció, mostrándose franca y abierta ante una aparente desconocida, pero a la cual se sentía conectada de manera misteriosa, por condiciones que tampoco conocía pero asimiladas como similares. Algo le intuía que su amiga había vivido algo igual.

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