LXX
EL DESENLACE
Pronto se enterarían del desenlace fatal: el primero en ser mortalmente herido con un arma blanca fue Ricardo Flete y esa herida le provocaría una muerte inmediata, los gritos de los heridos se escuchaban con horror, por doquier se escuchaban las manifestaciones provocadas por los dolores como salidas desde ultratumba, unos lloraban por estar heridos, otros por haber visto a tanta gente caer; algunos entre los familiares del joven Ricardo como Muñeca y Fátima, imaginaban al propio Teódulo como el autor material de esos hechos y quien los ejecutaría con sus propias manos, pero no contaban con las pruebas para ello, apenas contaban con la intuición y el relato de Muñeca. Más tarde se enteraron de la decapitación a sus propios padres Emiliano y Ofelia, y otros tantos invitados, igual, muchos otros familiares y amigos murieron por armas de fuego, ese fuego cruzado en medio de la multitud.
Minutos después llegó la policía y de inmediato Teódulo Sebastián Dival, acusaba de los hechos a los familiares del fallecido Ricardo Flete y otros amigos de este, quienes según él irrumpieron en las bodas para matarlo a él y los suyos. Fueron apresados Emiliano, Nelson, Muñeca, Máximo, Alexánder y Mártires. A estos tres últimos Teódulo Sebastián diligenció su inmediata puesta en libertad.
La policía hizo los levantamientos de los daños en el hotel y la Iglesia; contabilizó los cadáveres, veintisiete muertos y otros tantos heridos, con los cuales, luego aumentarían la suma de los fallecidos. Una vez realizadas las pruebas a las armas del señor Emiliano y su hermano Nelson se pudo determinar que no fueron disparadas, entonces y solo entonces fueron dejados en libertad tanto estos como los demás familiares del fallecido Ricardo Flete. Mirna Sebastián herrera lloraba desconsolada. Sabía quién inicio los hechos de aquel día, por la herida que presentaba Ricardo, pero acusarlo sin pruebas sería inútil. «La herida del Mata Vaca, es inconfundible», dijo, pero nadie vio al padre desenfundar esa arma, los disparos hechos no les atribuibles a simple reflexión, pues no portaba en ese momento sus armas de fuego y las cortadas con sables seguirían a esta señal. Mirna estaba segura de quienes eran los autores materiales y quien había dado la orden, pero no contaba con las pruebas para enjuiciarlos y salir con una sanción. Solo la intervención oportuna y seria de las autoridades investigativas podría recolectar estas evidencias, pero, en lugar de cumplir con su deber, los miembros de la policía distorsionaron lo ocurrido y desviaron los hallazgos hacia las víctimas, en lugar de los victimarios. Las autoridades policiales ya habían sido compradas por su padre y por eso el informe pericial tan deforme rendido por la policía. La corrupción policial se impuso a la verdad, el dinero pudo más que los hechos, la penetración de ese cuerpo dañado, igual que sus entrañas, pervirtió la investigación, simulando en un informe colmado por la infamia, todo lo contrario a lo realmente pasado en las bodas de fuego celebradas en Ciudad del Lago. Los muertos quedaron irreconocibles. Era preciso realizar pruebas científicas para determinar de quienes se trataba, pero las desapariciones indicaban quienes fallecieron.
Una fosa común se abrió en Ciudad del Lago para depositar apilados como animales, a los infelices fallecidos de las matanzas ocurridas en las bodas del siglo como se le bautizó posteriormente. Nadie pagó por aquellos crímenes. Teódulo Sebastián Dival movió influencias en la policía al realizar las pesquisas preliminares, cuyo informe fue determinante para salvarlo de la posterior persecución penal, y en la justicia se movilizó todo un aparato de impunidad para asumirse sin dejos de alguna duda que los muertos fueron quienes mataron a los otros muertos. Eran en su totalidad de los desamparados, exceptuando uno, a quien el infortunio colocó en la lista de la desgracia. Solo uno de los suyos corrió con extraña suerte, una bala perdida se le pegó a Teódulo hijo, parece que como castigo al padre, el destino se le llevó el más apreciado entre todos sus hijos.
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Bodas de Fuego
General FictionMirna Sebastián Herrara llega a Ciudad del Lago después de cursar estudios superiores en Europa. Su regreso a la ciudad, coincide con la celebración de las fiestas patronales en honor a Santa Lucía. Allí, en el parque central, se encuentra con Rica...