XXXII
EL FIN DE LA VELADA
La velada terminó pasada toda la noche con las claridades del día. La actividad que comenzara al ponerse el sol en el horizonte del día anterior, culminaba cuando se presentaban en oriente del día siguiente, las auroras rojizas que saludaban la mañana con los primero rayos del sol. En la parte lateral derecha del terreno que ocupaba la mansión propiedad de la familia Sebastián Herrera se encontraba una albufera, la cual era preciso desechar al salir desde la vivienda. Los humedales característicos en la albufera y especialmente en los tiempos lluviosos la convertían en lugar pantanoso. Vehículos todo terreno, a menudo se veían enchivados en el lugar, cuando por descuido en el que incurrían los conductores caían en la parte pantanosa, sin posibilidades para extraerlos con su sola conducción. Si llegaban a la parte más honda, más baja, del lugar pantanoso, era preciso empujarlos con tractores para pasar el lugar, el intransitable fango, o remolcarlos con grúas.
En la fecha que fue celebrada esta reunión nocturna ya las primeras aguas de la primavera habían inundado aquel camino, dañando el asfalto en toda la vía que bordeaba esta parte del camino y la había convirtiéndola en una zona intransitable. Los conductores que recorrían a diario el camino conocían bien del pantano y lo evitaban sacando hacia un lado, ya sus vehículos, ya sus pies, según sea el caso. La vía se ensanchaba sin explicación para quienes no conocían las debilidades del camino. Quienes no ignoraban sus quebradas veían normal la bifurcación hecha en la parte ocupada por la albufera. El lugar estaba colmado con un lodo negro, imposible para pasar en la parte céntrica o en la más baja hacia el sur, parecía tener grandes montones de barro en el fondo. A pies, quien era víctima del enchivamiento en sus surcos se introducía hasta la rodilla sin querer, donde la parte superior al salir, venía cargada con ese lodo negro, y la parte del fondo donde pisaba la parte plana del pie, con un lodo rojizo similar al barro.
Terminada la velada, los participantes se retiraban en fila de la mansión del señor Teódulo Sebastián Dival y la señora Griselda Petra Herrera. Una hilera formada por los vehículos cuyos propietarios participaron en la actividad nocturna salió desde la casa en las primeras horas de la mañana del día siguiente. Todos se seguían unos tras otros en la carretera que va desde la salida de la residencia caracterizada por los humedales y con fangos diversos debido a la lluvia caída durante la noche. Luego del consumo, la ingesta de tanto alcohol, los conductores, aunque los participantes en su mayoría tenían criados, quienes les servían como conductores, cuando asistían a veladas como esa celebrada la noche anterior, conducían sus propios vehículos, pues, despachan a los empleados para no someterlos a las torturas propias que daban las noches sin dormir.
Saliendo bajo los efectos etílicos, zigzagueando por todo el camino, a unos mil metros desde la salida de la mansión donde se encuentra la parte pantanosa podían caer en esta y quedarse. Algunos cayeron en la trampa del camino. La parte pantanosa era arreglada, asfaltada por el propio Teódulo Sebastián Dival cada año, pero las lluvias volvían a destruir el asfalto recuperando su estado natural pantanoso. Otros, al llegar a la velada la noche anterior prefirieron dejar a unas cuadras sus lujosos automóviles y solicitar ayuda del transporte en taxis para llegar al lugar apartado donde se encuentra la mansión Sebastián-Herrera; por ello se vieron en la necesidad, terminada la velada, salir por sus propios pies, los más osados, hasta el lugar donde dejaron los suyos o esperar un aventón que le diera algún compañero con quien compartiera tragos toda la noche, otros, los conservadores, optaron por requerir el servicio del mismo taxis anterior.
La lujosa mansión del matrimonio que forman las familias Sebastián Herrera se encuentra en las afueras, ocupa una amplia extensión de terreno con cientos de hectáreas ubicadas en las afueras del pueblo conocido como Ciudad del Lago. Es preciso salir desde la vía principal, introducirse en una calle poco transitada para llegar a esta. Desde la parte que va desde la calle primaria, pasando por la secundaria y llegar al campo, todo el huerto pertenece a la casa, como si se tratara de un estadio para jugar al golf.
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Bodas de Fuego
General FictionMirna Sebastián Herrara llega a Ciudad del Lago después de cursar estudios superiores en Europa. Su regreso a la ciudad, coincide con la celebración de las fiestas patronales en honor a Santa Lucía. Allí, en el parque central, se encuentra con Rica...