18.

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No hace falta ser un genio para entenderlo, porque la mirada de aquellos ojos marrones ha perdido brillo desde que observó a la pareja de adolescentes abrirse paso por el hogar de HoSeok, porque esos pálidos labios ni siquiera han tratado de esbozar una sonrisa desde hace media hora.

SeokJin comienza a sentirse inquieto, abriendo el cajón de sus recuerdos más recientes con tal de traer la imagen del pelinegro el día en que se conocieron. Era la víspera de San Valentín por lo que el colegial lucía completamente aturdido e indeciso, y así como comprendió la desolación en su persona aquella nublada tarde en el parque, comprende por qué se dejaba ver tan dubitativo ante sus ojos, y para su lástima lo hace demasiado tarde.

De haberlo sabido antes, de poder tener el don sobrenatural de presenciar días futuros, lo hubiese dejado partir; pero así como al mundo le hace falta magia a él le hace falta prudencia, y se acercó aunque nadie se lo pidiera. Vendió la rosa de la discordia completamente ignorante a las consecuencias de sus actos.

Todos se reúnen en el comedor para cantar la canción de feliz cumpleaños sin importar que lo hayan hecho al llegar, y es en ese minúsculo instante que ve los ojos del pelinegro brillar enternecidos, pero esfumándose en un soplido al igual que el resplandor de las velas, la pequeña sonrisa que mantenía con esfuerzos terminó por desdibujarse de su gélida expresión hasta desaparecer.

Le ve marcharse al sofá, lejos de animadas voces que cuentan anécdotas y ríen de tragedias que ahora hacen el papel de chistes, caminando con los hombros encorvados y el entrecejo fruncido, dando la imagen de que algo le hiere.

Se levanta de la silla sintiéndose sobrellevado al darse cuenta de que el adolescente ni siquiera había exigido la porción que le correspondía del postre que todos comparten. La sola idea de dejarle hundiéndose solo en la incomprensión del desamor y rehuyendo de la compañía de sus amigos por no querer arruinar el ambiente es algo que aborrece, así que camina hasta él con la decisión que escasas veces le nace.

Detesta la tristeza, y aunque él se ha dejado llevar por ese sentimiento los últimos meses, no siente como algo correcto dejar que tome posesión de alguien más, alguien que debe sentirse joven y lleno de alegría.

—Aquí tienes —le extiende una rebanada de pastel, cálido y amable como aquella tarde en la florería— no sé si la vainilla y las fresas sean tu combinación favorita, pero Hobi realmente ama ese sabor y es su cumpleaños, no tuve otra elección —toma asiento una vez que lo ha aceptado, uno junto al otro sobre la alfombra, sentados con las rodillas encogidas contra el pecho.

—Gracias hyung, y no tiene qué preocuparse, no tengo problema con ello —siente que una fierecilla se remueve en su pecho cuando una voz llena de tristeza y decepción es la que responde a sus intentos de compañía— pero soy del tipo que prefiere el chocolate.

—Hace unas semanas aprendí a preparar unos brownies exquisitos —chasquea los dedos, lleno de efusividad, ya que está convencido de que puede hacer llegar un poco de alegría a YoonGi si se comporta de esa forma— ¿cuándo es tu cumpleaños? No nos conocemos de hace mucho, pero algo me dice que te veré seguido, así que me gustaría que los probaras en tu día especial, tómalo como un obsequio de mi parte.

—Cumplo en marzo nueve, pero lo que menos deseo es ser una molestia. No tiene por qué hornear para mí, estoy seguro de que tiene cosas más importantes qué hacer. Usted mismo me lo ha dicho hace unos días, la universidad no es fácil —declina su oferta, sin saber que le hace sentir aun peor por haberle recordado las palabras que fueron producto de la impaciencia del momento.

Permanece en silencio, y al chico no le cuesta ignorar su ausencia de palabras mientras se dedica a probar el postre, asustándole cuando le ve ampliar la mirada.

—Aunque no está de más agregar que me gustaría probar esos brownies de los que me habla, permítame decirle que cocina delicioso.

SeokJin no puede contener su sonrisa, saciado por un reconfortante sentimiento de alivio, y celebra para sus adentros cuando le observa extinguir la rebanada en el pequeño plato desechable, pues ha descubierto la forma en que puede hacerse cercano a él.

Su mamá siempre tuvo razón, la comida es el elemento perfecto para ganarse a alguien.

—Provocas que me sonroje —bromea, dándole un pequeño golpe en el hombro, aunque de ser honesto se siente un poco abochornado por el reconocimiento a sus habilidades— Todos nacemos con talento para algo; el mío resulto ser culinario y créeme que disfruto de ejercerlo, así que ahora no hay excusa para que no te prepare esos brownies.

—Tiene una bonita perspectiva sobre ello, lástima que yo no tengo talento para nada —asegura el pelinegro, y aunque sus palabras puedan sonar algo fuertes, la sonrisa traviesa tirando de sus comisuras le afirman que no habla en serio.

—Ese lápiz gastado y el cuaderno de dibujo que tenías ayer me dicen otra cosa —canturrea burlón, amando la forma en que el menor gira su rostro para otorgarle una mirada completamente nerviosa, dándole el aspecto de un animal enjaulado— espero que alguna vez me dejes verlo, así sabré que tan feo soy para los demás.

— ¿Quién asegura que lo estaba dibujando a usted? —cuestiona, y aunque mantiene la formalidad en sus palabras no puede esconder que se ha puesto a la defensiva.

—Tienes razón —exclama sereno, como restándole importancia— y puedes dejar de hablarme como si fuera un anciano, somos amigos de ahora en adelante.

Existe algo en esa mirada suspicaz y en ese gesto de falso desprecio que hace a su corazón brincar de gozo, porque cree tener un nuevo objetivo, que ha encajado una pieza nueva en el rompecabezas de su vida, todo mientras ambos ríen sin razón válida alguna.

Piensa que podría volverse adicto a esa sensación, a la de olvido inconsciente y un pecho libre de pesares, todo mientras conversa con Min YoonGi de absurdas trivialidades. 

"Flores En Primavera" [ksj + myg] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora