38.

1.3K 306 19
                                    

En medio de palmadas en la espalda y sonrientes despedidas, la sala de estar se vacía hasta quedar sólo dos integrantes del bullicioso grupo de adolescentes. La puerta se cierra detrás del último invitado en marcharse, haciendo que el silencio se manifieste en un aire más pesado y el ambiente adquiera un sutil toque de incomodidad; la habitación sintiéndose más espaciosa de un momento a otro.

Mira el circular reloj sobrepuesto en la pared, dándose cuenta de que es mucho más tarde de lo que tenía pronosticado. De no irse en ese instante llegaría a su dormitorio a la media noche, lo cual no podía permitirse al tener escuela el día de mañana.

Quiere dirigirle la palabra a SeokJin, informarle que es hora de marcharse, pero el chico ha ingresado a la cocina y no ha juntado el valor suficiente para caminar por su apartamento como si nada si es que carece de compañía.

— ¡Ta-da! —escucha una exclamación, demasiado leve para tener el propósito de emitir sorpresa.

Empuja lejos sus excusas para escapar del momento, pues el castaño camina en su dirección sosteniendo dos charolas. Una ligera risa destila de sus delgados labios, a la par que se levanta para ayudarle. Siendo honesto, sostener un no-tan-ligero postre en cada mano no parecía ser tarea fácil.

— ¿Vive horneando cosas cada día o algo así? —cuestiona en tono de burla, guiando una mirada de cejas enarcadas en su dirección— comienzo a creer que mantiene un trabajo en alguna pastelería cuando se ausenta del local.

—YoonGi-chi —exclama a manera de reproche, abultando sus labios— recuerda que te quedé a deber unos brownies hace más de un mes, sin olvidar que mereces algo especial por haberte esforzado tanto en tu audición.

El adolescente suprime la ternura que burbujea con ahínco en la boca de su estómago, usando la máscara indiferente de cada día para ocultar su verdadero sentir ante las acciones de su superior.

Demasiado ha sido el abrazo de esa mañana, el cuál recuerda sumamente íntimo para considerarse una simple felicitación. Se sintió como un acaramelado cariño, reconfortante calor brotando de sus manos mientras acariciaba aquella espalda cubierta por la fina tela de una camiseta blanca. Deshacerse del recuerdo que abruma sus pensamientos suena a algo imposible.

Aparta la vista sintiéndose vulnerable ante esos risueños ojos negros, deseando que pare de mirarle como si fuera alguien importante, alguien por el que vale la pena perder tiempo mezclando vainilla en masa dulce.

Odia cuando SeokJin le mira como si pudiese llevar a cabo la acción por días sin descanso, sin intenciones de parar.

—Comienzo a creer que se equivocó al escoger su carrera —murmura, tomando el cuchillo para rebanar pedazos del chocolatoso panecillo— tal vez lo suyo era la repostería y no la botánica.

—Lo dudo bastante; es decir, amo preparar comida alta en calorías y azúcar, pero no tanto como amo las plantas y nuestra florería —responde con naturalidad, el sonrojo elevándose hasta sus orejas al percatarse de la sorprendida mirada que le dedica el contrario— q-quiero decir, trabajas ahí, me sentiría mal al llevarme todo el crédito cuando el local no marcha bien sin ambos —aclara, aunque no tenga mucho sentido.

—Lo que usted diga —le resta importancia con la boca medio llena.

Dejan que los minutos pasen, sentados uno junto al otro, disfrutando de la serenidad de la noche mientras ven los dibujos animados sobre osos que tanto le gustan a SeokJin. Cuando el reloj marca las once está a punto de decirle que lo prudente sería irse de una buena vez, pero se siente tan cómodo y a gusto estando ahí que no se atreve a hacerlo.

Sonríe levemente cuando encuentra la excusa perfecta para permanecer justo donde está en la charola restante.

— ¿Son esos roles de canela?

"Flores En Primavera" [ksj + myg] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora