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—No sé si pueda soportar otro día más actuando como si no quisiera ser más que tu amigo —toma la pálida mano que reposa sobre la superficie el mostrador, guiándola hasta su pecho— estoy enamorado de ti, tanto que apenas y puedo soportarlo.

El de cabellera rosada intenta mantenerse serio ante la simulación, pero no puede contener una pequeña risa que borbotea de su boca antes de que pueda ahogarla; ese es sólo el comienzo de tres minutos de incesantes carcajadas y un florista realmente desesperado halando de su cabello, quien finalmente suelta su mano y permite que ésta caiga de vuelta en donde estaba.

—JiMin-ah, prometiste que me ayudarías a ensayar —reclama, apunto de sufrir una crisis nerviosa— sé que sueno como un estúpido, pero para eso estás aquí; no te dediques únicamente a reírte de mí y no aconsejar nada.

—Jinnie, no es mi culpa que para mí sea gracioso verte actuar así. Tal vez es porque soy tu mejor amigo y encontrarnos en una situación como esta es jodidamente incómodo y embarazoso, pero si a él le gustas de seguro le darás un ataque al corazón por ser tan... tú —explica, tratando de levantar los ánimos del mayor.

—Define ese "tan tú", desconozco si se trate de algo bueno o algo sin remedio.

—Es algo bueno, créeme —masajea sus hombros, llevando lejos la tensión que ha llevado acumulada toda la semana— ya sabes, eres alto, lindo, tienes ojos brillantes y tu voz es muy suave cuando expresas cariño. Si hubiese sido él el día de su curioso accidente, te habría besado de una vez por todas; eres buen material para un galán de drama.

—Lo dudo, porque mi intento de romanticismo lo ha asustado —lloriquea, girándose para ocultar su rostro en el vientre de JiMin— me ha estado evitando toda la semana.

Quiso contradecirle, pero tuvo la corazonada de que SeokJin hablaba con nada más que la verdad y no con su sentido de enamorado paranoico. Cuando las vacaciones de verano comenzaron, Min se aparecía a menudo por la florería para saludarlos o perder tiempo conversando con ellos sobre trivialidades; muchas veces lo encontró perdido en los labios de su mejor amigo, viéndole como si él no existiera y sólo estuvieran ellos dos. Desde el lunes no se había aparecido ni transitando aquella calle empinada.

Esa ni siquiera era la versión completa, pues no estaba por las tardes para presenciar a YoonGi rehuyendo la mirada del mayor o evitando conversar con él; siempre metido en su cuaderno de dibujo, haciendo arreglos en partituras, o saliendo a acomodar cestas de flores para que éstas tomen el sol.

Ambos chicos suspiran en medio del desánimo, no queriendo decir en voz alta que cabe la probabilidad de que el menor no sienta nada por él y ahora no sepa cómo decirle que lo ocurrido el domingo no fue más que un error, algo que nunca debió pasar y que se siente como un estorboso recuerdo en su mente.

El tono de llamada de su teléfono celular le distrae de las lágrimas que comienzan a acumularse en sus ojos, esas que son producto de un profundo miedo a perderlo, de que las cosas no sean lo mismo después de haberse dejado llevar por su imprudencia.

—Es él —anuncia, repleto de pánico.

—Contesta —le apresura JiMin, deslizando el botón de responder por él.

—Ho-hola YoonGi-chi —apenas puede saludar, pues creyó que las palabras se le habían atorado en la garganta.

Hola Hyung, mis tíos han llegado de improviso y quieren ir a pasar la tarde conmigo porque no estarán mucho tiempo que digamos —evita los rodeos, sonando casi tan tímido como él— sé que no debería de ser así, pero, ¿podrías dejarme libre este día? Puedo trabajar desde las ocho el próximo lunes, ya sabes, para compensarlo.

—No hay problema, de verdad —le tranquiliza, sonriendo ligeramente pues había olvidado el sonido de su voz debido al innecesario estrés— salúdame a tu familia, disfruta tu tiempo con ellos.

Muchas gracias Jin, de verdad. Soy el peor empleado del mundo, pero tú eres el jefe más comprensivo —no sabe si se sonroja por las palabras del menor o por los apretones en su hombro por parte de su mejor amigo, quien ha alcanzado a escuchar— por cierto, ¿mañana estás libre?

—Bueno, hay una fiesta en casa de JiMin —se sincera, recibiendo un manotazo inmediato por parte del mencionado, quien parece desesperado porque enmiende su fallo— pero... p-podemos ir los dos, y eso es a las ocho así que tengo el resto del día para lo que tengas que proponer.

Ah, entiendo —no quiere ilusionarse, pues percibe que el chico del otro lado de la línea recién experimentó alivio; casi puede ver su tierna sonrisa ensancharse sobre los rosados labios que estuvo a punto de probar— sabes que estaba pensando en teñirme el cabello, y me has dicho que tú también querías un cambio, entonces programé una cita en el salón al mediodía, ¿aceptarías? B-bueno, lo he hecho sin tu consentimiento, y... yo... ah... yo tenía miedo de haber tomado la decisión errónea al hacer la sesión para dos.

—No, no, no, claro que no —se apresura a decir, comenzando a sentirse afectado por las rebeldes mariposas que revolotean dentro de su vientre sin consentimiento— hablaré con mamá para que nos permita salir temprano del trabajo, iremos al salón y después a la fiesta de JiMin, ¿te parece?

Me parece bien —concuerda el menor— nos vemos hyung.

—Nos vemos YoonGi-chi —se despide cantarín antes de dar fin a la llamada, saltando de su sitio para celebrar en compañía de su mejor amigo.

—Y todavía te atreves a dudar —le dice éste, estirándose para revolver su cabello— son tan melosos que dan náuseas. 

"Flores En Primavera" [ksj + myg] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora