68.

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El día en que YoonGi cumplió tres años su madre le dio el regalo más especial que alguna vez recibió en la vida: sentarse sobre sus faldas para escucharle tocar el piano un atardecer de primavera. La primera nota cautivó tanto su corazón que creyó haber amado algo por primera vez, la música.

A pesar del dolor que alguna vez le causó sentarse en ese banquillo frente a las teclas, jamás se vio capaz de separarse de ellas. Quizá la mayoría llegaría a pensar que dicho sentimiento es un acto de masoquismo, el rehusarse a dejar una relación perjudicante para su bienestar por nada más que capricho y obstinación, pero él sólo lo ve como amor a algo que es parte de su esencia, un fragmento de su alma que no puede abandonar.

Dicho instrumento ha estado ahí en las alegres lecciones por parte de la mujer más dulce, y en las tardes grises cuando intentó evitarlo a toda costa, moldeando un "nuevo yo" con pasatiempos diferentes, el cuál terminó por deshacerse en lágrimas azules que pintaron de tristeza el suéter tejido de la tía Min. Ahora estará ahí, tocando para su par de ojos favorito pues las palabras ya no bastan para decirle aquello que vuelve un desastre su pecho, manifestándose cada que le habla al oído o sus manos le tocan, amorosa mudez que le inhibe la cordura.

—Palomitas de maíz, una película, y después una cena preparada por los dos en mi apartamento, ¿qué piensas Gi? —dice SeokJin en un tono cantarín, acercándose para abrazarle por la espalda y propinar suaves besos en su nuca. Ríe debido a las cosquillas que le provoca, deteniendo un momento su labor que consiste en armar pequeñas cajas con gardenias— acepta, ambos tenemos libre el viernes por la noche, ¿no es eso un milagro?

—Lo es —concuerda, actuando como si no hubiese elegido ese día para presentar la melodía en la que estuvo trabajando un mes entero con él en mente— sólo haré un pequeño cambio, después del cine partiremos hacia mi dormitorio, espero no te genere molestias.

—Nah, será interesante, nunca antes compartí una cama individual así que eso lo hará toda una aventura, veremos quien se cae primero —se burla, recargando la barbilla en el pequeño hueco entre sus hombro y su cuello— nos iremos después de cerrar, ¿vale?

—Vale —asiente de manera automática, casi tan nervioso como el día de su audición.

Sabe que, aunque el pelinegro le ha confirmado el sentir de su corazón un centenar de veces, necesita oírlo de nuevo, porque es la primera y tal vez la última ocasión en que hace algo tan grande por alguien como escribirle una canción.

— ¿Pasa algo? Te siento inseguro —cuestiona éste; admite que le admira la forma en que adivina sus pesares tan fácil, porque hay veces en las que ni siquiera necesita mirar su rostro para saberlo, como en ese instante.

—Hyung, ¿por qué de todos los chicos lindos que venían a fingir que las flores les interesaban sólo para verte, escogiste mirarme a mí? Sé que es una duda estúpida, pero a veces miro a quienes tuvieron interés en ti y me pregunto por qué los dejaste ir.

— ¿De dónde han salido tan insultantes dudas? —exclama en medio de la confusión, con el entrecejo fruncido— es decir, ¿mi amor por ti es de verdad cuestionable?

—Es algo que he estado cargando desde la noche en que empezamos a salir —admite, sintiendo cómo los colores se le suben al rostro— sé lo que pasó con SeHun, JiMin me lo dijo en su fiesta, no creas que llegué a la cocina por azares del destino. Ser inseguro es una mierda, pero me intimida que chicos tan atractivos como él pongan su interés en ti.

—Él tiene novio y conmigo no llegó ni a una cita —resopla, separándose de él para continuar recortando hojas y tallos— voy a confesarte algo demasiado cursi, así que prepara tus oídos para soportar el exceso de miel brotando de mí.

—Estoy preparado —de expresión burlona, gira para enfrentar su mirada, y cuando las piernas le flaquean al encontrarla tan brillante, se da cuenta de la mentira que fue su afirmación.

—Creo que cuando encuentras a la persona que es para ti, simplemente lo sientes —toma una respiración profunda después de comenzar, abrumado por sus pensamientos— te encontré después de una noche que no hizo nada más que recalcarme la fea depresión en que había caído. No necesité un psicólogo, ni pasatiempos para encontrar la felicidad, sólo la imagen de un bonito joven bajo las estrellas; y cuando al día siguiente llegó de la nada a mi florería yo ya estaba volviéndome loco. Él y sus ojitos de niño se compadecieron unos días de mí, hasta que me di cuenta de la vida que comenzaba a florecer algo que consideraba marchito, ¿es suficiente para aclarar tus dudas?

YoonGi sonríe en silencio, agachando la mirada para que las pequeñas lágrimas que le dan brillo a ésta no sean visible para el mayor.

—Olvidémonos del cine —dice, con la voz temblorosa— hay algo que necesito que escuches. 

"Flores En Primavera" [ksj + myg] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora