Capítulo 2

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Paul

Mi cabeza me dolía como si estuviera a punto de explotar e inexplicablemente algo apestaba muy cerca de mí. Evidentemente, no era yo, pues me había bañado antes de salir de casa. Intenté abrir los ojos, pero la luz me lo impedía, era como si estuvieran demasiado sensibles. ¿John seguiría dormido? Moví un poco mi brazo, intentando encontrar a John para despertarlo, pero en lugar de eso mis dedos experimentaron una textura extraña y un poco húmeda. Aparté la mano de inmediato y abrí los ojos de golpe, sintiendo un ardor terrible en los globos oculares.

Grité, aunque no supe a ciencia cierta si había sido por la sensación de dolor en los ojos o por haber estado dormido junto al pescado más horrible que había visto en mi vida. John no estaba a mi lado, ni tampoco se veía cerca.

El panorama, que otrora consistía meramente en árboles y un terreno llano, se había transformado en un largo muelle con varios comercios pesqueros cerrados. A unos cuantos metros de mí se encontraba el agua y un par de barcos pequeños navegando. El aire era terrible, igual que en Liverpool en los últimos días. Me senté a contemplar lo que me rodeaba; un gran letrero blanco, con letras negras, que estaba justo al otro lado del muelle llamó mi atención: "JUNGE, KOMM BALD WIEDER" [T. de A: "Chico, vuelve pronto"]. Fruncí el ceño. Eso era alemán. ¿Qué diablos estaba haciendo un letrero alemán al norte de Francia?

Miré hacia la izquierda para ver cómo, encima del agua, se alzaba de manera casi majestuosa un edificio demasiado diferente a todos los demás. Se trataba casi de una edificación futurista: los clásicos ladrillos en la base, pero con un tejado más que irregular y ventanas que parecían ser curvas. ¿Quién habría hecho algo así? Y, a todo esto, ¿para qué serviría?

Brauchen Sie Hilfe? [T. de A: "¿Necesita usted ayuda?"] —escuché una voz a mi lado, haciendo alzar la vista únicamente para encontrarme con hombre de alta estatura y cabellera encanecida—. Hallo! Brauchen Sie Hilfe? [T. de A: "¡Hola! ¿Necesita usted ayuda?"]

—No hablo alemán —contesté, esperando que el hombre pudiera entenderme, pero no fue así—. Ich...spreche...kein Deutsch. [T. de A: "Yo...no...hablo alemán"].

El hombre asintió ligeramente y me dirigió una mirada asesina antes de alejarse de mí, quizá pensando que era un criminal o algo así. Mi dolor de cabeza seguía siendo tan fuerte que no podía concebir ningún buen plan que me ayudara a saber lo que había pasado. No obstante, decidí tomar mi mochila y levantarme para explorar el lugar. Todo era nuevo para mis ojos, pero tenía una extraña corazonada que me decía que ya había estado en ese lugar antes.

No había rastro de John por ninguna parte, ni tampoco de sus cosas. Comencé a creer que todo se trataba de una broma de mi mejor amigo. A él le encantaba jugarle bromas pesadas a la gente, pero me gustaba pensar que yo era inmune a todas ellas.

Continué mi camino por el desierto muelle, mi estómago estaba demandando alimento a gritos, pero encontrar a John era mi prioridad ante todo. Al menos así fue hasta que el agradable olor de unas crepas llegó hasta mi nariz: definitivamente necesitaba comer. Con la cabeza a punto de estallarme y el estómago rugiendo, era poco probable que pudiera seguir avanzando.

—Quiero una crepa —le pedí a la chica que estaba vendiéndolas, ella me sonrió tímidamente y yo aproveché para hacerle un guiño; al menos me había entendido—. Con chocolate, por favor.

Ella preparó con gran agilidad lo que yo había pedido y, luego de doblarla hasta que quedara como un rectángulo, me la entregó en un pequeño plato de plástico junto con un tenedor del mismo material.

Zwei Euro fünfzig, bitte —dijo ella—. Dos euros cincuenta, por favor.

—Lo siento, sólo tengo libras —contesté, bastante apenado por no traer lo necesario. Saqué un par de libras y se las entregué. Ella frunció el ceño al mismo tiempo que las inspeccionaba minuciosamente—. ¿Qué? ¿Acaso tienen algo malo?

Now and Then [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora