John
Al abrir los ojos, me encontré con una abrumante cantidad de luz. Por la cantidad de ruido que me rodeaba podría haber creído que me encontraba en un hospital, pero el pasar de los autos tan cerca de mí me indicó que estaba en la calle.
Giré la vista hacia mi izquierda, encontrándome así con un par de paramédicos que me estaban tomando del pecho para evitar que me levantara.
—No —me dijo uno.
Me esforcé en pensar en cómo le diría que estaba bien. Aún no sabía ni un poco de español, y dudaba que ellos pudieran entenderme, pero todo lo que quería decirles era que estaba bien y que debían de dejarme ir a casa.
—Yo... —titubeé—. Bien. Yo bien.
El paramédico que me había detenido para levantarme fue el único que pareció entenderme y finalmente me ayudó a sentarme en lo que pronto entendí que era una camilla. Había una ambulancia detrás de mí, y enfrente se encontraban un par de patrullas en donde se encontraban todos los sujetos que me habían golpeado.
Cuando me metía en problemas generalmente yo salía ganando de las peleas cuando eran uno a uno, y si alguien más intervenía Paul se encargaba de ellos. Ahora, sin embargo, sentía un par de costillas doloridas y me costaba tanto respirar que hacía un sonido ahogado cada que exhalaba.
El paramédico me ofreció una botella de agua que rechacé y colocó una bolsa de hielos en mi mandíbula, consiguiendo que el dolor se disparara en todo mi rostro. Un policía se acercó a mí y me preguntó algo que no entendí en lo absoluto, aunque con mi rostro de confusión pareció bastar para que él tomara una decisión.
Las patrullas se llevaron a todos los que me habían golpeado y pronto el tráfico que habíamos ocasionado comenzó a disiparse.
— ¿Quieres que llamemos a alguien? —me preguntó el paramédico, leyendo algo en una de las cajas cuadradas que había aprendido a distinguir cómo celulares. Negué con la cabeza, y después de armarme de valor me puse de pie. Sentía mi abdomen adolorido,junto con mi tobillo derecho, pero no era nada que requiriera terminar en el hospital.
El personal de la ambulancia pareció dudar un momento sobre si era una buena idea o no dejarme ir solo, pero después de llegar a la esquina noté que ya todos estaban guardando la camilla en el interior de la ambulancia.
Caminé de regreso hasta la casa de Janet completamente adolorido, y poco antes de llegar a la calle donde estaba la casa, mi tobillo pareció rendirse. Me detuve un momento a tomar aire firmemente recargado contra la pared de alguna casa.
—Malditos travestis —susurré, armándome de valor para continuar con la caminata. Todo lo que deseaba era llegar a la cama de Janet y recostarme hasta que el dolor pasara. Aunque debía de admitir que no habría podido levantarme del piso si no lo hubieran hecho los camilleros por mí.
Llegué a la puerta de la pequeña habitación con mucho esfuerzo, y al comenzar a buscar las llaves para entrar descubrí que seguramente las había perdido en la pelea. Antes de poder comenzar a maldecir a todos los travestis del mundo, escuché un pequeño gritito ahogado que me indicó que Janet acababa de llegar.
—¡¿John?! ¡¿Qué te pasó?! —preguntó, tomándome del brazo. La aparté de mí con un pequeño golpe y recargué mi cuerpo contra la puerta, sintiendo mis costillas palpitar por el dolor.
—Da igual, abre la maldita puerta —ordené, sujetando mis costillas para intentar calmar el dolor. Quizá terminar en el hospital no hubiera sido mala idea después de todo.
Janet abrió la puerta y me ayudó a llegar hasta la cama, donde me recostó con sumo cuidado entre las almohadas. Solté un suspiro al poder descansar y toqué mis costillas nuevamente; tendría suerte si al día siguiente podía levantarme.
—John...
—Ve por hielo —ordené, comenzando a desnudarme. Arrojé mis zapatos lejos de mí justo cuando Janet salió a toda velocidad por lo que le había pedido y regresó antes de que terminara de quitarme la camisa, que ahora estaba mucho más sucia a como la recordaba.
Vi a Janet impresionarse en cuanto entró a la habitación. Siempre había tenido mucho cuidado de que no me viera más desvestido de lo estrictamente necesario, por lo que ésta se quedó pasmada al encontrarme sólo en calzoncillos.
— ¿Quieres curarme ya? ¿O pasarás toda la noche mirándome? —le pregunté, consiguiendo sacarla de su estupor. Janet colocó la bolsa de hielo directamente en mis costillas, que comenzaban a ponerse moradas, y permaneció con su mano ahí durante un par de minutos hasta que finalmente rompí el silencio.
—Unos maricas me golpearon, si no gané fue sólo porque eran mayoría.
— ¿De nuevo te molestaron? —preguntó Janet, moviendo la bolsa hacia mi otro lado. Solté un quejido y negué con la cabeza—. Por sorprendente que parezca, creo que esta vez me lo busqué.
—Oh, John —gimió ella, llevándose la mano hacia los ojos y comenzando a limpiar todas las lágrimas que le estaban comenzando a salir sin ánimos de desaparecer—. Sabía que no debía de dejarte solo, aún no terminas de encajar en el mundo y esto...
—Oye, no te tires al drama.
Janet negó con la cabeza y soltó la bolsa de hielos, consiguiendo que pegara un brinco al sentir el frío llegando a mi espalda.
—Tengo que cuidarte, John. Si algo te pasara no podrías volver al pasado, no podrías ser tú de nuevo.
Me quedé callado, pensando en ello. Janet tenía razón, si no tenía cuidado no regresaría al pasado, y entonces no podría evitar todo lo que había planeado. No volvería a ver a Paul.
—Estoy bien —le dije, esforzándome por sentarme en la cama, donde ella ya estaba llorando desconsoladamente. Coloqué mi mano en su hombro, aunque me causó un poco de aversión, y la sacudí de un lado a otro—. Estoy bien, niña. Deja de llorar; he tenido peores peleas.
Janet giró a verme, llena de lágrimas y con los ojos rojos, y sonrió.
—Lo sé —me dijo, secándose la nariz discretamente—. Pero eso no es excusa. Ahora tendrás que venir conmigo a todas partes, tengo que cuidarte.
Rodé los ojos.
—No me trates como niño pequeño, soy 60 años mayor que tú.
Janet y yo nos miramos y, por primera vez, ambos reímos con ganas. A pesar de que me dolieron las costillas, había algo relajante en poder reír, ya que parecía ser que no lo había hecho durante toda mi estancia en el futuro.
Me dejé caer en la cama después de que el momento de felicidad se esfumara y Janet se levantó, ató su cabello en una coleta y soltó un suspiro.
—Tengo mucha tarea que hacer ¿Quieres que te haga algo de comer antes de que me siente a hacerla?
—No, sólo dame un libro que leer, no pretendo morir de aburrimiento aquí.
Janet sacó una de sus novelas de su librero y me la entregó, sonreí al notar que se trataba de Alicia en el País de las Maravillas. Hojeé el libro, mientras dejaba que los recuerdos de mí leyéndolo en la soledad de mi habitación llegaran; si me esforzaba un poco, podía imaginar el olor del té que Mimi preparaba todas las noches. Al menos, ahora tenía una pequeña parte de casa conmigo.
—Gracias —le dije a Janet, sin levantar la mirada del libro—. Es mi favorito.
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Now and Then [McLennon]
FanfictionSé que es verdad, todo es por ti. De vez en cuando, te extraño. De vez en cuando, sé que es verdad para mí.