Capítulo 69

434 84 39
                                    

John

Paul se había quedado dormido en mis brazos casi al instante, y parecía estar tan cansado que no despertaría aunque comenzara a nevar; por otro lado, yo sentía como comenzaba a congelarme lentamente.

Sin chaqueta, el aire gélido me golpeaba la espalda y la nuca, haciendo de mi posición algo bastante difícil de soportar. Si lograba sobrevivir la noche sería únicamente por el calor de Paul recargado en mi pecho, pero a juzgar de la sensación de somnolencia que cada vez me obligaba más a cerrar los ojos, estaba a punto de morir en serio.

Al menos esta vez no moriría desangrado.

Estuve a punto de quedarme dormido, pero antes de conseguirlo logré visualizar una silueta acercándose a nosotros, haciéndome reaccionar de inmediato. Me puse de pie a toda velocidad, arrojando a Paul a un lado de la banca, y saqué el cuchillo de cocina que había metido en mi chaqueta con la tonta idea de que me ayudaría a defendernos.

La silueta negra rápidamente se transformó en un desastre de rizos que reconocí incluso antes de que se colocara debajo de la precaria luz de la farola que nos estaba iluminando: Harry.

—No serías capaz de apuñalarme con mi propio cuchillo, ¿verdad, John? —preguntó Harry, arrastrando las palabras. Parecía muy cansado, pero lo que me motivó a bajar el cuchillo fue que ya no lucía furioso.

— ¿Harry? —susurró Paul detrás de mí.

—Lamento lo que sucedió en la mañana, realmente no era yo —dijo Harry, metiendo sus manos a su abrigo—. No sé qué estaba pensando cuando los eché de la casa.

—Bueno, casi nos matas —comenté, intentando aligerar el ambiente. Ricitos me dedicó una pequeña sonrisa antes de volver a mirar sus zapatos con sumo interés.

—Harry, sé lo importante que es para ti... —comenzó Paul, pero antes de poder continuar, Ricitos levantó la mirada y se encogió de hombros. Sabía que estaba tratando de lucir calmado, pero era obvio que algo se había roto dentro de él.

— ¿Podemos irnos a casa? Me estoy congelando —susurró Harry, y avanzó sin esperarnos, volviendo a internarse en las sombras del parque. De inmediato me incliné a tomar nuestras mochilas y la mano de Paul para ayudarlo a levantarse.

—No lo menciones, dale tiempo — le susurré a Paul, antes de comenzar a seguir a Ricitos hacia el coche.

...

Despertar enredado en sábanas tibias y un colchón suave nunca se había sentido como esa mañana, y quizá hubiera decidido quedarme ahí el resto de la mañana de no ser por el maravilloso aroma de comida que había subido hasta mi habitación.

Claramente Paul había despertado temprano para preparar el desayuno, a juzgar por su lugar vacío en la cama.

Salí de la cama arrastrando los pies hasta llegar a la cocina, donde mi novio parecía muy concentrado en no quemar el desayuno. Avancé lo más silenciosamente que pude hasta llegar a Paul, abrazándolo por la espalda y consiguiendo que se sobresaltara.

—Casi me matas —se quejó Paul, ignorando los pequeños besos que había comenzado a depositar en su nuca.

—Lo siento —gruñí, enterrando mi nariz en su cuello y recargando gran parte de mi peso en su cuerpo.

—Ya, siéntate —Paul me tomó de las mejillas y me besó con brusquedad antes de volver a concentrarse en el desayuno—. Harry va a despertar en cualquier momento y no quiero que nos vea así.

— ¿Amorosos? —pregunté, tomando la cafetera para servirme una taza del café que Paul había preparado.

—Actuando como si nada hubiera pasado.

Me quedé en silencio, sintiendo como el calor comenzaba a llegar hasta mis manos, que permanecían frías a pesar de la calefacción. Paul parecía realmente empeñado a preparar un gran desayuno de disculpa, y aunque eso me hubiera molestado en cualquier otro momento, sabía que obtener el perdón de Harry lo haría sentirse mejor.

Paul sirvió mi desayuno y continuó ignorándome durante un par de minutos, hasta que Harry apareció en la cocina con las peores ojeras que había visto en toda mi vida.

Mi novio de inmediato se lanzó a tomar una taza de cerámica para rellenarla a toda velocidad con café, que no tardó en poner justo frente a Ricitos. Él solo se limitó a tomar su café en silencio, con la peor cara que tenía.

Un minuto después, mi novio ya le había colocado un plato con un abundante desayuno enfrente de él.

—Gracias, Paul, pero realmente no tengo mucha hambre —susurró Harry con la voz ronca. Mi novio tuvo que hacer su mejor esfuerzo para evitar notar su decepción, aunque para mí era bastante obvio que el rechazo de Harry hacia su intento de disculpa le había dolido.

Antes de que Paul pudiera objetar algo, el teléfono de Harry comenzó a sonar, consiguiendo que éste soltara un gemido.

—Debe ser mi mánager —susurró, frotando sus sienes antes de tomar el celular y contestar. Paul lucía tan arrepentido que el sentimiento de pena ajena me invadió de inmediato.

Harry tomó el celular y la taza de café y salió a toda velocidad de la cocina, apenas dejando escuchar el inicio de un saludo forzado.

Paul soltó un suspiro de frustración una vez que Harry se alejó, dejándose caer en la silla que el rizado había estado utilizando. Mi novio azotó su cabeza contra la mesa, quedándose con la nariz aplastada y los brazos desvanecidos.

—Soy una persona horrible —susurró mi novio.

—Oh, vamos, solo le arruinaste la carrera, no es para tanto —de inmediato me arrepentí de mi sarcasmo, al sentir como la punta del pie de Paul impactaba a toda velocidad contra mi pantorrilla, causándome una punzada de dolor que me obligó a soltar mi taza de café.

—No necesito que me apoyes, John.

—Fantástico, no intentaba hacerlo —contesté, tratando de aminorar el dolor de mi pantorrilla.

Paul parecía dispuesto a arrojarme el café caliente directo al rostro, pero el sonido del timbre resonando en el interior de la casa me salvó de ello; Paul se puso de pie de un salto y corrió a revisar quién era. Al parecer, su estrategia para obtener el perdón de Harry era convertirse en su sirviente.

Casi al instante, Harry regresó a la cocina con peor cara que con la que se había ido.

— ¿Cómo va todo? —le pregunté.

—Horrible, básicamente. Mi mánager está presionándome para dar una explicación pública. Parece que aún puedo desmetirlo, pero a estas alturas de la situación creo que debería hablar con Louis y...

Paul interrumpió a Harry, entrando a toda velocidad a la cocina, acompañado de Stephen, que parecía a punto de desmayarse.

— ¿Qué sucedió? —preguntó Harry, poniéndose de pie.

Clavé mi mirada en Stephen, esperando que explicara porque no dejaba de mover sus manos nerviosamente, además de que parecía que no había dormido en días.

Después de un par de segundos en espera de que alguno dijera algo, Paul anunció:

—Stephen encontró la manera de volver.

De pronto, Stephen no era el único en la habitación a punto de desmayarse.






Últimos capítulos

Now and Then [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora