Capítulo 41

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John

Cuando llegó el sonido de la puerta cerrándose, comencé la cuenta regresiva para ver cuando tiempo tardaba Paul en comenzar a portarse como toda una diva. Llegué a 6 hasta que giró a verme, con el ceño fruncido y las mejillas sonrojadas.

—Detente justo ahí —grité, dejando de lado el paquete de galletas y señalándolo—. Cierra la boca —le ordené, decidido a salir a pedir algo más comestible que el desayuno de su novio, y a mantenerme alejado de su parloteo incesante sobre por qué debería comportarme.

— ¿Tienes el número de la pizzería? —pregunté, saliendo de la cocina en busca del teléfono de la sala. Como era de esperarse, Paul me siguió.

— ¡¿La pizzería?! ¡¿No has tenido suficiente comida por hoy?!

Tomé el teléfono, esperando que Paul se rindiera conmigo y me dictara el número, pero en cuanto levanté la vista y noté que parecía a punto de explotar, volví a colocar el teléfono en su lugar. Tuve que aceptar que para pedir mi pizza, tendría que tomar el camino difícil con Paul.

— ¿De verdad, John? —explotó, casi como si quisiera escupirme un pulmón—. ¡Sólo te pedí una cosa! ¡Mantener la boca cerrada cinco minutos! ¡Sólo cinco, John! ¡¿Por qué te gusta causar problemas?!

—Dios, suenas como Mimi... —murmuré, intentando seguir el hilo de los reclamos de Paul.

— ¡...Y ahora Harry va a tener que lidiar con su amigo, que quiere decirle esto a Paul! ¡¿De verdad no sabes cuándo cerrar la boca?! Entiendo que odies a Harry, que me odies a mí y que odies estar atrapado en esto conmigo pero, ¿podrías ser sólo un poco agradecido con Harry y no causarle problemas?

—Vamos, algún día alguien iba a saberlo, Paul. Algún día vamos a tener que salir de esta jodida casa a respirar aire fresco, y como ahora te acuestas con un tipo que tiene una cámara detrás todo el jodido tiempo, alguien iba a tener que reconocernos. Así que no me vengas con esa mierda sobre tu novio y sus problemas, no he visto que él se queje de algo. Ahora, ¿me darás el número de la pizzería?

— ¡No! ¡No dejaré que gastes su dinero como si fuera tuyo! Si quieres comer, cocina algo.

Rodé los ojos, hundiéndome un poco más en el sillón.

—Bien, me cocinaré algo, pero reparar toda la cocina después del incendio accidental que planeo tener saldrá más caro que una pizza de pepperoni —Paul llevó sus manos hacia su cabello, tirando ligeramente de él. Sabía que si no fuera tan vanidoso, se habría arrancado mechón por mechón mucho tiempo atrás.

—Podríamos pedir dos y compartir... —susurré tranquilamente, comenzando a inspeccionar mis uñas para no tener que ver el gran debate moral que seguramente estaba sufriendo Paul.

—No sé cómo siempre consigues arrastrarme contigo —gruñó, arrojándose a un lado mío y masajeando su sien—. Llama a la pizzería...

Sonreí y alargué la mano para revolverle el cabello a Paul, a pesar de saber que odiaba que arruinara su peinado.

—Así me gusta, McCartney —Paul soltó un resoplido, pero por el rabillo del ojo logré ver cómo trataba de sonreír discretamente.

Tomé el teléfono nuevamente, mi mejor amigo me dictó el número a regañadientes. No fue complicado hacer el pedido; me encantaba estar de vuelta en Inglaterra y entender a la perfección todo lo que los demás decían.

—Estarán aquí pronto —le comenté a Paul, regresando el teléfono a su lugar. Mi amigo asintió lentamente—. ¿Qué? ¿Acaso piensas que comeré la pizza desde la caja? Necesitamos platos, Macca...

Now and Then [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora