Capítulo 55

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John

No creí que Niall fuera lo suficientemente astuto como para ayudarnos a regresar al pasado, es decir, el tipo pasaba la mitad del tiempo diciendo incoherencias y la otra mitad haciendo chistes; quizá por eso fui el más sorprendido cuando comprendí que su idea era la mejor que habíamos tenido en mucho tiempo.

—No sabía que podías usar esa cabeza rubia, Niall —le dije, intentando controlar mi necesidad de dar brincos por toda la casa. Por primera vez en mucho tiempo, tenía la certeza de que regresaríamos a casa.

— ¡Castaño! —se quejó—. ¿Sabes qué? No tengo tiempo para esto. Soy un hombre muy ocupado, y también soy castaño. Tienen prohibido llamarme de nuevo si van a decirme rubia o, peor aún, rubia oxigenada. Aprendan a respetar el color de cabello de las personas.

Ricitos soltó una risita, pero no interrumpió a Niall en su dramática salida.

— ¡Tú sí puedes llamarme, Paul! —gritó Niall antes de azotar la puerta de la casa.

Ricitos soltó un suspiro; de verdad que nunca se enojaba por nada. Éste me dirigió una mirada que indicaba que necesitaba hablar conmigo y luego fijó sus verdes ojos en Paul. Mi Paulie. Algo dentro de mí se encendió en ese momento, deseaba que nadie mirara la hermosa obra de arte que me pertenecía; si alguien la miraba, podría enamorarse de su belleza y quitármela.

Solté un gruñido casi imperceptible. Me acerqué a Paul, quien todavía miraba hacia la puerta que Niall había azotado, y lo tomé por la barbilla para girar su rostro. Coloqué mis labios sobre los suyos para dar comienzo al beso más apasionado e intenso que había experimentado en mucho tiempo. Sólo yo podía disfrutar de Paulie. Él era mío.

El beso no duró mucho. Paul se apartó en cuanto recordó que a un lado de nosotros estaba Ricitos, quien seguramente tenía una expresión tensa en el rostro, y miró al suelo para evitar que el ligero rubor de sus mejillas se notara.

—John... —la voz de Harry había sonado fría—. Necesito hablar contigo un momento, te esperaré en mi habitación.

Paul observó a Ricitos por un momento y luego sus ojos se centraron en mí. Esperaba que me sonriera o algo por el estilo, pero sólo frunció el ceño.

—Deberías ir a ver qué quiere Harry.

—Eso haré —le di un beso en la frente—, ¿crees que podrías preparar algo de comer? Mi estómago comenzará a rugir en cualquier momento, y tu comida siempre es deliciosa, Paulie.

—Lo que digas...

Y con eso, se fue a la cocina.

Fruncí el ceño de forma casi inconsciente. La actitud de mi mejor amigo me había sorprendido más de lo que me habría gustado admitir: fría, cortante, como si no le importara lo que le estaba diciendo.

Tomé la decisión de no darle demasiada importancia al asunto mientras me dirigía al tercer piso de la casa, esperaba que fuera algo momentáneo y que Paul se encontrara de buen humor cuando Ricitos y yo termináramos de hablar.

Entré a la habitación de Harry sin siquiera tocar la puerta, pero eso no pareció sorprenderlo en lo absoluto.

— ¿Crees que Paul sepa algo? —preguntó, cruzándose de brazos.

— ¿Cuál de los dos Paul? —contesté, acostándome en la cama con los brazos detrás de mi cabeza.

—Al Paul de edad mayor, ya sabes, sir Paul.

—Ah, Paulsita —solté una carcajada. Me negaba a llamar sir Paul a Paul; sonaba demasiado extraño—. Puede funcionar, la idea de Niall no sonaba tan mal. Aunque el problema es hablar con Paulsita, le encanta la seguridad y a su seguridad no le encanto yo.

Now and Then [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora