Capítulo 42

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Paul

Lo primero que vi al abrir los ojos fue la cara de Harry a escasos centímetros de mí. Él seguía profundamente dormido y sus brazos se encontraban fijos alrededor de mi torso, inmovilizándome sin lastimarme. Apenas si había luz suficiente en la habitación, por lo que intuí que debía ser temprano.

Cerré los ojos con la intención de volver a los brazos de Morfeo, pero me fue imposible: mi mente estaba cavilando demasiadas cosas al mismo tiempo, todas relacionadas con lo que había pasado la noche anterior. Esperaba no comenzar a experimentar un severo dolor de cabeza a esas horas del día.

Abrí los ojos nuevamente y miré hacia el techo de la habitación, empezando a cuestionarme si lo sucedido con John era realmente verídico. Pasé mi lengua sin ningún entusiasmo sobre mi labio inferior, percibiendo de inmediato un ligero sabor a hierro, aparte de una sensación de ardor. Había sido real. John, mi mejor amigo, me había besado; y yo no había puesto resistencia alguna.

Tenía sentimientos encontrados.

El beso había sido maravilloso, espléndido, asombroso, y me quedaba corto con esas palabras. Aquel contacto había logrado que mi corazón latiera al grado de hacerme pensar que, de no ser por mis costillas, saldría de mi caja torácica y me había hecho sentir espasmos en músculos que ni siquiera sabía que tenía en el cuerpo. La manera en que John me había tomado por el cuello para atraerme hacia él había potenciado mi libido hasta los cielos; después llegó esa sensación de dolor en la delgada piel de mi labio inferior, que estaba que estaba partiéndose por culpa y para deleite de él. Me había gustado demasiado.

Sin lugar a dudas, ese había sido el mejor beso que alguien me había dado.

Por otro lado, estaba confundido. John jamás habría besado a otro hombre, era demasiado "macho" para hacerlo, y no había pasado un sólo día -desde que nos habíamos encontrado- en que no se burlara de la relación que Harry y yo teníamos. Conocía muy bien a mi mejor amigo: él nunca podría sentir algo por mí que fuera más allá de la amistad. Por eso no quería hacerme ilusiones sobre volver a experimentar otro beso que me hiciera sentir tan bien.

No tenía sentido ilusionarme con John.

Además de todo eso, estaba Harry, quien me había tratado con extrema amabilidad desde que nos habíamos encontrado en aquel armario de limpieza en la estación. Él despertaba en mí un sentimiento en particular: culpa; porque yo era el único responsable de no poder corresponder ese amor desmesurado que me tenía. Me quedaba claro que él merecía tener a su lado a alguien que lo amara de verdad pero, aunque yo me había propuesto amarlo y él seguía haciendo de todo para ganarse mi corazón, seguía sin poder amarlo.

Él no se merecía que alguien le mintiera.

Harry se removió un poco y, después de pasar tantos días durmiendo con él, ya sabía que estaba a punto de despertarse. Durante los segundos que le tomó a Hazza recuperar la conciencia, me esforcé por borrar la enorme cara de culpabilidad que seguramente tenía y para cuando por fin abrió los ojos, estaba seguro de que sólo estaba reflejando todo mi cansancio.

—Hola —susurró Harry, soltando un bostezo y aferrándose un poco más a mí.

Hice todo lo posible para sonreír mientras acariciaba sus rizos, que se encontraban en el habitual desorden matutino.

—Hola —contesté—. No te escuché llegar anoche.

—Me esforcé mucho para no hacer ruido —Harry sonrió con timidez—. Volví un poco tarde. James y yo estuvimos haciendo un par de cosas importantes, pero fue muy difícil lograr que se concentrara después de haber visto a Lennon y McCartney. Ojalá lo hubieras visto: no podía dejar de hablarme de ustedes, también hacía preguntas y fue complicado convencerlo de que no necesitaba que me acompañara en el regreso a casa.

Now and Then [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora