Capítulo 17

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John

Me pasé la mano por la cara, olvidando completamente la comida que Janet me había llevado.

—No quiero saber más, creo que ya quedó claro que soy un idiota —le dije. Tenía intenciones de averiguar cada detalle de mi vida, pero primero necesitaba prepararme mentalmente para descubrir en quién me iba a convertir, pero con lo poco que me había dicho Janet, era claro que un millonario mujeriego sin compromisos no iba a ser—. Mejor háblame del resto ¿Sí? ¿Qué hace George, por ejemplo?

Janet bajó la mirada hacia su plato, tal y como lo había hecho cuando me dijo que me había casado con una japonesa nada atractiva, y cuando me habló sobre lo mal padre que era. Supuse qué significaba la mirada antes de que ella abriera la boca para confirmar mis sospechas.

—Está muerto.

Me dejé caer contra el respaldo de la silla, llevando mis manos hasta mi rostro para ocultar mi desesperación. George y yo no éramos los mejores amigos del universo, pero seguía siendo un hermano pequeño para mí. No podía creer que hubiera muerto.

— ¿Qué fue? —le pregunté, apretando mis sienes lentamente. Tenía que hallar una maldita forma de regresar al pasado y cambiar todo lo que estaba mal. Paul y yo teníamos que trabajar en equipo de nuevo para ello... ese pensamiento me llevó a darme cuenta de que había viajado 50 años al futuro, y todo este tiempo había imaginado a Paul exactamente igual a como yo lo recordaba, pero era claro que debía de haber envejecido. Quizá el Paul que yo recordaba ya era irreconocible.

—Cáncer de pulmón, hace 16 años —me dijo Janet, visiblemente triste—. Si te consuela en algo, dejó un hijo. Es idéntico a él.

Hacer que George deje el cigarro. Apunté en mi lista mental de cosas que tenía que evitar; era claro que evitar ser asesinado encabezaba la lista.

Mientras revisaba mi lista mental, Janet había vuelto a buscar algo en su celular, y esta vez me enseñó una fotografía de George. O al menos eso fue lo que creí hasta que noté un par de diferencias casi imperceptibles.

—Te presento a Dhani Harrison —me dijo Janet, recuperando la sonrisa. Volví a mirar la fotografía, intentando encontrar diferencias entre George y su hijo, pero eran unas copias exactas uno del otro. Me sentí un poco mejor al darme cuenta de que al menos George vivía en esencia en su hijo. Al menos hasta que yo cambiara las cosas.

Me quedé en silencio, recapitulando los recuerdos que tenía con George. La mayoría del tiempo yo me burlaba de él, llamándolo niño, y dudaba haber tenido una conversación entera con él sin la intervención de Paul. Al parecer mi mejor recuerdo con George era el día que él había perdido su virginidad y yo había hecho chistes al respecto de ello durante toda la semana.

— ¿Qué tal Ringo? ¿También está muerto?

Janet negó rápidamente con la cabeza.

—No, él está muy bien. Muy sano y feliz.

Solté un suspiro. Al menos uno de mis amigos estaba bien en ese horrible futuro, además de Paul, claro.

— ¿Qué edad dices que tiene Richard? —pregunté. Janet volvió a su celular –al parecer era fuente de información ilimitada- y me mostró una fotografía de Ringo. Había perdido cabello, usaba lentes de sol y estaba con dos dedos levantados sonriendo de la misma manera que cuando tocaba su batería.

—Setenta y siete.

Solté un pequeño silbido, imaginando llegar a esa edad. Era una absoluta locura.

—Entonces Paul... —hice cuentas rápidamente. Ringo era mayor que yo sólo un par de meses, y yo era un año y medio mayor que Paul, entonces...— Dios, necesito ver una fotografía de Macca ahora —le pedí a Janet, imaginando lo divertido que sería volver al pasado y describirle a Paul que había perdido el cabello y ahora era un abuelo malhumorado.

Sin embargo, Paul no se acercaba mucho a cómo lo imaginaba mentalmente. El señor refinado estaba vestido con un traje azul a la medida, por supuesto, con su bajo colgando de su hombro derecho y mirando a la cámara. No había ni atisbo de canas, sus ojos seguían con esa mirada mandona de siempre y todo lo que delataba que había envejecido eran sus mejillas. Ya no tenía sus cachetes de niña y en su lugar habían un par de arrugas.

—Sigue igual de guapo —me dijo Janet.

—Sí, sigue siendo guapo —hubo una parte de mí se alegró de ello, pero mientras pensaba en que la belleza de Paul seguramente era inmune al tiempo, algo en mi cerebro se encendió como advertencia. Acababa de decir que Paul era guapo, y estaba sonriendo como idiota frente a su fotografía. Carraspeé un poco y eliminé mi sonrisa rápidamente, esperando que Janet no lo hubiera notado.

—Habláme de Paul. ¿Con quién se casó? ¿Es mejor padre que yo? Seguramente sí —Él es mejor que yo en todo, pensé, pero claramente nadie nunca iba a saber que yo creía eso. Detestaba a Paul por ser tan bueno en todo.

—Claro. ¿De qué quieres hablar primero? ¿Jane Asher? ¿Linda Eastman? ¿Sus hijos?

—Lo que sea. Pero habla de algo.

Janet soltó un suspiro y corrió hacia su librero como la adolescente loca que era. Comenzaba a acostumbrarme a sus cosas raras, por lo que ni siquiera me molesté en girar para ver qué era lo que estaba buscando ahora.

Regresó a la mesa con una fotografía bastante grande de una chica pelirroja que no parecía estarle prestando atención a la cámara. No necesité de muchas explicaciones para darme cuenta de que era la clase de chica que Paul siempre había querido, y al lado de su querida Dot Rhone, la pelirroja se veía más del tipo de Paul.

Algo me dio vueltas en el estómago.

Janet soltó otro suspiro y me dio la fotografía de la chica sonriendo casi igual de maniacamente que cuando me había encontrado en la calle.

—Ella es la increíble Jane Asher. ¿No te parece tan bonita? ¡Es perfecta!

Le regresé la fotografía a Janet sin echarle otro vistazo a la chica pelirroja. No quería que el estúpido retortijón regresara a mi estómago.

— ¿Se casó con ella? —pregunté, interrumpiendo el balbuceo de Janet, que incluía las palabras perfecta y hermosa. Su sonrisa se esfumó rápidamente.

—Oh, no. No se casaron —se lamentó Janet, abrazando la foto de Jane como si intentara consolar a la chica de carne y hueso—. El peor error de Paul, claramente. Pero necesito que entiendas todo, ella era la chica más perfecta del mundo. Dime si no crees que sus hijos hubieran sido preciosos, es claro, porque ellos dos son preciosos...

Dejé de prestarle atención a Janet, que parecía a punto de tener un ataque de tan rápido que hablaba sobre la noviecilla de Paul. El retortijón que había sentido minutos antes se había ido completamente, sustituido por un sentimiento indescriptible de victoria.

Now and Then [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora