Capítulo 45

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John

Niall y yo nos quedamos en la cocina casi inmediatamente después de que yo llegara. Parecía ser el mejor lugar de la fiesta, y no precisamente porque hubiera mucha gente dentro, de hecho, su encanto radicaba en que no había nadie dentro. Sólo éramos Niall, un montón de botellas con alcohol, y yo.

—Podría sentirme muy ofendido, de verdad —me dijo Niall, bebiendo un poco más de cerveza—. Nadie se detiene a escucharme o a reír conmigo, sólo se quedan mirándote como idiotas. Seguramente creen que te saqué de algún tipo de museo o algo así, o que te reviví, cloné o contraté un imitador, pero no creen que eres tú de verdad. Y entonces llegan todos como chicas de 12 años a arrojarse contra ti y a ignorarme a mí. ¿Sabes qué? Sí me siento ofendido de verdad, ahora que lo pienso mejor... ¡me están tratando como a la chica fea de la fiesta! Esto sucede cuando James decide descongelar a sus cadáveres subastados en eBay.

—Podría sentirme ofendido, si hubiera entendido la mitad de lo que dijiste —le contesté, soltando una pequeña carcajada—. ¿Qué es eso de descongelar cadáveres? ¿Ahora ya se puede hacer eso?

—Oh, no. Es una expresión para decir que reviviste, no creo que descongelar a un cadáver sea posible, a menos de que te lo hubieran hecho a ti, porque si es así, creo que tengo muchas preguntas que hacer. ¿Te sacaron de un refrigerador?

Rodé los ojos. Niall me agradaba, desde que había llegado a la fiesta de James todos me habían mirado como artefacto de museo, y me hablaban con tanto respeto que hacía que la diversión se esfumara de inmediato, pero Niall no tenía límites, y a pesar de que hablaba tanto que quería golpearlo con una silla, era el único que me trataba como a cualquier otra persona.

—No me sacaron de ningún refrigerador, y si fuera un cadáver descongelado, ¿no crees que tendría un poco más de edad? —Niall pareció pensarlo un momento hasta que finalmente asintió.

—Tienes razón, entonces serías señor John Lennon, y harías que la mitad de las personas aquí se desmayaran —asentí, volviendo a tomar un poco de cerveza, al igual que Niall. Ambos nos quedamos en silencio un momento hasta que finalmente retomé la palabra.

—Odio robarte los reflectores, de hecho, odio que me miren. Me recuerda que estoy muerto —el castaño se quedó callado, mirándome con un poco de lástima.

Esta vez, estaba seguro de que habíamos llegado a la típica parte de la noche en la que ambos nos poníamos a reflexionar sobre toda la mierda que nos había pasado en la vida, pero gracias al cielo comenzó a escucharse un gran alboroto en la parte de afuera.

—Diez libras a que James está armando un show de comedia aquí adentro —me ofreció Niall antes de abrir la puerta de la cocina.

—Diez libras a que te equivocas —contesté. Niall me dio la mano y, después de estrechárla con la mía, salimos de la cocina.

De nuevo, las miradas recayeron en mí, pero esta vez fueron mucho menos que al inicio de la noche. La mayoría de las personas parecían un poco más entretenidas en lo que fuera que se estuviera llevando a cabo en la sala.

—Yo nunca... yo nunca nunca he copiado un monólogo para incluirlo en mi programa —gritó un hombre, consiguiendo un par de carcajadas, incluida una de James, que conseguí ver medio tirado en uno de los sillones, sosteniendo un vaso de cerveza.

— ¡Vamos, James! ¡Tienes que beber, son las reglas! —le reclamó el hombre a James. El hombre soltó una nueva carcajada e intentó incorporarse en el sillón, aunque al final no lo consiguió.

—No beberé porque... porque este juego se hizo estúpido desde que Harold y Paul se fueron —tartamudeó James.

Niall soltó un gruñido y me extendió diez libras, mitigando un poco mi sorpresa al escuchar que Harry y Paul se habían ido de la fiesta sin siquiera haberse preocupado en buscarme.

Now and Then [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora