Capítulo 26

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Paul

La habitación del hotel no estaba mal. Era espaciosa, ordenada, elegante y obtenía su iluminación de la calle aledaña, que no era otra que la mismísima Mathew Street. Lo que más me había gustado de ese lugar era el cuadro que decoraba la pared donde estaba la cabecera de la cama: eran versiones caricaturizadas de John y yo, pero seguíamos siendo nosotros. Y es me parecía fascinante.

Sólo había un detalle que me incomodaba más de lo que quería admitir: Harry había reservado una habitación con una sola cama. Por supuesto, tenía la opción de pedirle que durmiera en el sofá pero, considerando que él había pagado, no sonaba justo. Era más que probable que termináramos durmiendo juntos, lo cual no me parecería mal si no se tratase del hombre cuya ropa estaba repleta de flores.

— ¿Te sientes mejor? —su pregunta me hizo desviar la mirada de la ventana hacia él.

—Eh...sí, mucho mejor —contesté sin mucho entusiasmo—. Sigo sin poder creer que Liverpool esté tan cambiado, que los chicos y yo tengamos tanta fama, y que dos chicas se hayan peleado por mí. Te aseguro que John se volvió loco cuando lo supo, y luego corrió a ver a Mimi para restregárselo en la cara. Un momento... ¿cómo no se me ocurrió antes? ¡Mendips!

Harry frunció el ceño, pero yo ya había corrido hasta donde estaba mi mochila para poder guardar una botella de agua y todo lo que necesitaría para el trayecto hasta la casa de la tía de John. Conocía a mi amigo: él debía estar en casa de Mimi, leyendo mucho sobre viajes en el tiempo mientras tomaba una taza de té, e ideando un plan perfecto para encontrarse conmigo.

— ¿Vas a ir hasta allá? —Harry parecía no estar comprendiendo mi brillante idea, asentí con entusiasmo, antes de tomar su billetera y sacar algunas libras—. ¿Cómo vas a lograrlo? Tú mismo lo has dicho, Paul: Liverpool ha cambiado mucho desde la última vez que pisaste sus calles. ¿Y si te pierdes?

—No me voy a perder —saqué el iPhone de mi bolsillo y busqué rápidamente una de las aplicaciones para mostrársela, él se limitó a alzar una ceja—. Sólo un idiota se perdería con Google Maps, Harry...

—Precisamente por eso lo digo...

—Estúpido...

Me di media vuelta y me salí de la habitación corriendo, luego dejé el hotel atrás con la misma velocidad. ¿De verdad Harry creía que yo era un idiota? Sentía rabia y, al mismo tiempo, muchos deseos de llorar por sus palabras. Llegué a la estación más cercana y tomé un autobús hacia Allerton. Tuve que ponerme el gorro de la chamarra para que no pudieran reconocerme: no quería causar más problemas de los necesarios.

Ir en el autobús, dirigiéndome hacia Allerton, me puso un poco sentimental. Muchas de las casas que yo conocía seguían ahí, tal y como las recordaba, pero no se podía decir eso de la mayoría. Me era casi imposible reconocer Liverpool, mi propia ciudad.

Cuando llegué a la estación más cercana a Mendips, bajé lo más rápido que pude y comencé a caminar hacia mi destino. La sensación de ser un extraño en Liverpool seguía presente en mí, pero entendía el motivo: ese Liverpool que estaba ante mis ojos no era mío todavía, sino de mi "yo" de setenta y cinco años.

Al estar a unos pasos de la casa de la tía Mimi, pude observar cómo un grupo de personas entraba, así que me apresuré para inmiscuirme entre la multitud. Lo logré con éxito. Había una persona frente a todo el grupo, misma que nos pidió que dejáramos todas nuestras pertenencias en la entrada, antes de comenzar a explicar con detalles la historia de John y de su familia. Adentro todo estaba tal y como lo recordaba en mi última visita. Agradecía que algo en Liverpool no hubiera cambiado en lo absoluto.

Now and Then [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora