Capítulo 60

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Paul

La aplicación de mapas había mentido un poco y el viaje hasta Doncaster había durado más de lo que había planeado. El tren llegó a la estación de la ciudad casi a las dos de la tarde, y yo mi estómago ya estaba emitiendo ruidos extraños. Necesitaba comprar algo de comida antes de ir a casa de Louis.

Bajé del tren cuando abrieron las puertas y me encontré atravesando las puertas de la estación apenas un minuto después. Lo que hice a continuación fue ir a una cafetería que se encontraba cerca para comprar un cappuccino y un sándwich.

— ¿Será para llevar o lo quiere para aquí? —me preguntó con una enorme sonrisa la chica que estaba detrás del mostrador.

—Ah... para llevar, por favor —le entregué un par de billetes para pagar.

—Está bien —la chica tomó los billetes y presionó unas teclas en lo que parecía ser una caja registradora—. ¿A qué nombre será la orden?

—Paul McCartney —contesté, sin darme cuenta de la tontería que acababa de cometer hasta unos segundos después.

— ¿Es pariente de él? —preguntó la chica.

—Sí, bueno, no exactamente —hice una mueca—. O sea, sí somos familia, pero no cercanos. Nunca nos hemos conocido y dudo que él sepa de mi existencia, es... complicado.

La chica asintió lentamente.

—Siempre supe que el tal sir Paul tenía hijos regados por el mundo —chasqueó la lengua y negó con la cabeza—. Es una lástima que lo muchas personas lo consideren un ídolo; al final, todas las celebridades son iguales, sólo se aprovechan de su fama para conseguir lo que quieren.

—Sí, es un idiota —coincidí, rodando los ojos—. Espero nunca convertirme en alguien como él, sería una desgracia, lo peor que me pudiera pasar en la vida. No quiero ser una persona que sólo piensa en sí misma.

—Bueno, mi abuelo lo conoció cuando era joven y me contó que Paul es así desde que su madre murió de cáncer —la chica se encogió de hombros, mientras que yo intenté recordar la muerte de mi mamá—. Apartemente, Paul decidió poner un "caparazón" para protegerse del dolor.

— ¿De verdad?

—Eso dijo mi abuelo.

La chica rió y dijo que me llamaría en cuanto mi orden estuviera lista, con eso dio por terminada nuestra conversación. Me dirigí a tomar asiento en uno de los bancos que estaban cerca sin tomarle demasiada importancia al asunto. Mi mente estaba concentrada en lo que la chica había dicho. ¿Por qué no recordaba que mi madre había muerto de cáncer?

Cerré los ojos y me forcé a recordar su muerte, pero me llevé con la sorpresa de que no recordaba nada de ella en realidad. Era como si hubiera desaparecido de mi memoria por arte de magia, y eso no era una buena señal de nada.

— ¡Paul McCartney! —exclamó un chico detrás del mostrador.

Mi nombre fue suficiente para hacerme volver a la realidad, aunque todavía me sentía desconcertado por mi terrible memoria. ¿O acaso me había dado una de esas enfermedades extrañas que provocan que la persona vaya olvidándolo todo? Me mordí el labio, era muy joven para algo así.

— ¡Paul McCartney! —el segundo llamado logró hacer que me levantara de la silla y me acercara al mostrador para recoger mi sándwich y mi café.

—Que tenga buen día —me deseó el chico, antes de dar media vuelta para preparar más cafés.

Con mi café en una mano y la bolsa con mi sándwich en la otra, salí del lugar y después de la estación; todavía sin poder creer que mi cerebro no pudiera recordar a la persona que me había dado la vida. Suspiré profundamente. No quería seguir pensando en eso, quizá sólo era algo del momento y mi memoria estaría bien en un rato más.

Now and Then [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora