Capítulo 33

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John

Me quedé mirando la pantalla de la computadora durante un par de minutos más, en los que sentía que moriría si Paul no contestaba lo más rápido posible. Fue hasta que sentí la respiración de Janet en mi cuello que me di cuenta de que todos estábamos esperando ansiosos por la respuesta.

Esperamos un minuto más.

Y luego otro.

Y luego Daniel se arrojó a la silla de al lado y soltó un gruñido.

—Creo que contestará más tarde —nos dijo Janet, alejando su horrible respiración de mi cuello, justo antes de que le advirtiera que si no ponía distancia entre nosotros, le dejaría los ojos morados.

—Debe de estar dormido —intervino Daniel—. En Londres debe ser de madrugada.

— ¡Bueno, debe haber una forma de despertarlo! Piensen en algo, par de inútiles —gruñí, volviendo a mirar la pantalla en espera del más pequeño signo de cambio, pero simplemente todo seguía como estaba desde que había enviado el mensaje.

—No hay forma, incluso si le mandaras 100 mensajes más, no sabemos si Paul tiene las notificaciones silenciadas —me explicó Janet, aunque sólo logré captar lo esencial de ese mensaje, entendía que Paul no iba a contestar inmediatamente.

— ¡Debe haber otra manera!

—No hay más, John. A menos de que consigas un vuelo express a Inglaterra y vayas a despertar a Paul tú mismo, todo lo que podemos hacer es esperar —Daniel colocó una mano sobre mi hombro, y soltó un bostezo que rápidamente se contagió entre notrosos, pero a pesar de que mi estadía en prisión me había dejado agotado, me negaba a irme a dormir sin antes tener respuesta de Paul.

—Vamos a la cama, John —me pidió Janet, provocando nuestras risas casi al instante.

—Si antes no quería ir a dormir, ahora mucho menos —contesté, balanceándome en la silla y acomodando mi cabello—. Me quedaré aquí hasta que Paul conteste.

—Pero John...

—Déjalo ya, Pug. Ya lo oíste, John no dormirá hasta que Paul conteste, y no pretendo hacerle segunda. ¿Mencionaste una cama? —Daniel se puso de pie, me revolvió el cabello y se fue hacia el baño rascándose el trasero sin ninguna consideración hacia nuestra salud visual.

Volví la vista a la pantalla de nuevo, jurando que había visto como algo cambiaba, pero al final todo seguía igual.

—Enséñame cómo usar esta porquería y después vete de aquí —le ordené a Janet. Ésta puso mala cara ante mi orden poco amable pero, fiel como siempre, se sentó a un lado mío y comenzó a darme una pequeña clase de computadoras. Básicamente todo lo que debía hacer era subir y bajar con los botones o mi dedo, dar clic derecho para casi todo y evitar cliquear en anuncios publicitarios.

Después de que Daniel saliera del baño y le robara la cama a Janet, finalmente pude concentrarme en lo que de verdad me interesaba: investigar quién era Ricitos y por qué había terminado en el camino de Paul.

Regresé a la página donde Paul había colocado todo lo que había hecho durante las últimas semanas y analicé todas las funciones de la página para ver qué podía hacer en ella, como había dicho Janet.

— ¿Para qué sirve el botón de "Me gusta"? —pregunté tontamente.

Daniel soltó un gruñido, se removió en la cama y cubrió su rostro con la sábana.

—Para cosas que te gustan, John. Aunque ya nadie lo usa, ahora ya es para indicar que viste la publicación y que leíste todo —contestó Daniel, después de darse cuenta de que Janet había caído profundamente dormida.

— ¿Es un tipo de "estoy aquí"?

—Exacto. Buenas noches.

Volví mi atención hacia la pantalla, deslicé hacia abajo mi dedo, dando así con la primera fotografía, que según lo que había entendido era la más reciente: sólo una pizza entera, coca cola y una cantidad casi enfermiza de golosinas. Le di "me gusta".

Pasé una enorme cantidad de horas analizando cada cosa que Paul había publicado durante un mes entero, que sorprendentemente eran muchas. Parecía haber disfrutado mucho más esta aventura que yo, y podría haberlo dejado pasar de no ser porque con cada fotografía donde Ricitos aparecía sentía que me amarraban los intestinos.

Pasé una especial cantidad de tiempo inspeccionando el peor conjunto de fotografías que había visto en toda mi vida; comenzaba con una fotografía de Paul y Ricitos sentados en una sala que seguramente valía más que el cuarto de Janet, una foto de Harry en una mueca nada favorecedora, pero que al parecer había matado de risa a Paul, puesto que había colocado muchas figuritas riendo. Y luego ellos en una pista de hielo... y la lista seguía, y seguía.

No puedo decir que no me alegré cuando vi que Ricitos se había roto el brazo, pero la felicidad se esfumó en cuanto me di cuenta de que seguramente había gozado de los cuidados de Paul todo el tiempo mientras se recuperaba, y entonces mi mal humor se transformó en algo bastante insoportable.

—Ni siquiera se ve como alguien divertido —gruñí, pasando a la siguiente fotografía, que me hizo fijar la vista en el techo un momento para decirle a Dios—. De verdad te gusta burlarte de mí, ¿cierto?

Una fotografía de Harry y Paul riendo a carcajadas me confirmó la respuesta caída del cielo. Le di "me gusta" con toda la furia que tenía contenida y decidí que había tenido suficiente. Salí de la página y corrí al buscador a ingresar el nombre de Ricitos.

Coloqué un vídeo que supuestamente resumía su vida y datos de él, me puse los audífonos en los oídos y comencé a verlo.

—Para empezar, ¿quién mierda tiene de apellido "Styles"? —me quejé, cruzando los brazos e intentando convencerme de que sonaba patético. Al terminar, no sabía cómo debía sentirme; después de toda la información que había recibido de la vida de Ricitos, era muy complicado decir que era malo en su trabajo, la única canción que había escuchado de él no había sonado como basura, y sus fanáticas parecían estar locas por él.

Comenzaba a entender porque a Paul le agradaba, tenía todo lo que Paul deseaba en el mundo.

Estaba a punto de comenzar a desatar mis pensamientos inseguros para arrastrarme hacia el agujero de la depresión, cuando la computadora soltó un pequeño sonido que me hizo pegar un brinco. Apareció un pequeño cuadro en la esquina inferior derecha que casi me mató:

¿Dónde estás, John?

Corrí a darle clic al mensaje, que me regresó a la cajita donde había escrito anteriormente. Coloqué el cursor sobre donde debía escribir y de pronto me di cuenta de que tenía muchas cosas que decirle a Paul, y ni escribiendo una hora sin parar iba a poder expresarle lo imbécil que era.

— ¡Daniel, Janet! ¡Paul contestó! —les grité, sin apartar la vista de la cajita de mensajes. Janet fue la primera en ponerse de pie, con el cabello disparado hacia todas partes y la peor cara que le había visto hasta el momento, y eso era mucho, puesto que ella siempre se veía mal. Removió a Daniel hasta despertarlo y le transmitió el mismo mensaje.

—Oh. ¿No podemos contestar mañana que salga el sol? —gruñó Daniel, saliendo de la cama, casi arrastrándose por el piso. Mientras ambos llegaban, comencé a redactar mi siguiente mensaje.

Eres un imbécil. ¡¿Dónde estás tú?!

— ¿En serio? —preguntó Janet detrás de mí, con los ojos rojos de sueño—. Es tu mejor amigo, y lo primero que haces es llamarlo imbécil.

—Es John Lennon, Pug. Si hubiera contestado otra cosa sería una réplica barata —contestó Daniel, sentándose a un lado mío y dejándose caer sobre la mesa para tomar unos minutos más de descanso. Janet soltó un suspiro, me hizo a un lado y redactó rápidamente:

Estoy en México.

Now and Then [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora