Paul
Habían pasado varios días desde que Harry y yo habíamos vuelto a Londres. El viaje a Liverpool y todo lo que tuvo lugar allá le había dado un giro de 360 grados a mi vida, pero no quería alterarme. Por otro lado, me había rendido. No más búsqueda de alguien a quien jamás iba a encontrar en ese presente.
Noviembre estaba a la vuelta de la esquina, lo cual implicaba que Harry ya no tendría que tomar vuelos diarios de casi once horas para ir a trabajar por las noches y tomar otro en cuanto el concierto terminara para volver conmigo a Londres. Eso, a su vez, me quitaba mi tiempo libre para seguir leyendo y escribiendo canciones, sin mencionar que Harry demandaba mucha atención.
— ¿Qué haces, Paulie? —frunció el ceño al ver que estaba escribiendo algo—. Pensé que estabas alistándote para acompañarme al concierto, ya te había mencionado que es muy importante para mí.
—Lo sé, Harry —arrugué la hoja en la que escribía mi última canción y la lancé al cesto de basura, comenzaba a creer que todo lo que estaba haciendo era terrible—, pero no tengo muchos deseos de ir a Colonia en este momento, esperaba que pudieras comprenderlo.
—Dijiste exactamente lo mismo cuando te invité al concierto de París, ¿qué es lo que te pasa? —hizo una mueca extraña y se cruzó de brazos. Me encogí de hombros, logrando que relajara su expresión y se acercara a mí—. Sabes que puedes confiar en mí, soy tu pareja y me ofendería bastante el hecho de que me ocultes cosas. Yo...no te obligaré a venir conmigo, nunca te obligaría a nada, Paul.
Harry y yo no éramos pareja, pero él sentía que lo éramos desde el incidente de Liverpool. Por mi parte, comenzaba a resignarme a tener que despertar todas las mañanas junto a su melena de rizos hecha un desastre y viendo cómo un hilo de saliva salía de su boca.
Pero aún no lograba enamorarme de verdad.
—Iré al siguiente concierto, ¿sí? —me levanté de mi silla y le di un beso en la mejilla—. Hoy sólo quiero que te diviertas haciendo lo que te gusta y des un espectáculo magnífico a todas esas fanáticas locas que desean tenerte en su cama.
Esas frases parecían provocarme una especie de déjà vu, porque las repetía cada vez que Harry estaba a punto de marcharse hacia el aeropuerto. Harry sonrió y me dio un beso en los labios, yo también sonreí ligeramente.
—Pues yo únicamente deseo que sea Paul McCartney quien esté en la cama conmigo —él soltó una risita nerviosa, antes de ver el reloj de la pared—. Creo que debo irme ahora mismo para no llegar tarde.
—Está bien, Hazza.
Se puso su saco y volvió a mirarme con una sonrisa enorme en el rostro. Sabía que era el momento indicado para hacer un elogio de su extravagante atuendo y lograr que se sonrojara, pero no quise hacerlo. Harry solía confundir mi amabilidad con intenciones de conquista.
—Pide lo que quieras para cenar y diles que lo carguen a mi cuenta, ¿de acuerdo? —Harry se mordió el labio mientras me miraba, casi podía sentir cómo me estaba violando con la mirada—. Volveré en cuanto me sea posible, Paulie, así que descansa mucho porque te voy a necesitar con energía, Salchichita.
Asentí, sabiendo perfectamente a qué se refería, y haciendo una mueca ante el nuevo apodo que me había puesto. Lo cambiaba cada que se despedía de mí para ir a un concierto: cuando fue a Hollywood, había sido Estrellita; cuando fue a París, me llamó Croissantcito; y ahora, como iba a Alemania, me había convertido en Salchichita. Suspiré, agradeciendo que no me había llamado Papita o Cervecita.
—Te amo.
—Suerte en tu concierto.
Cuando dije eso, salió de la casa, dejándome a solas para poder hacer lo que yo quisiera. Últimamente disfrutaba mucho el tiempo a solas: comiendo pizza, acostado en el sofá y viendo series en Netflix o leyendo. En otro momento me habría sentido mal por aprovecharme del dinero y de todas las facilidades que Hazza me brindaba, pero -en cierto modo- yo pagaba todos esos lujos con mi rendimiento en la cama.
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Now and Then [McLennon]
FanfictionSé que es verdad, todo es por ti. De vez en cuando, te extraño. De vez en cuando, sé que es verdad para mí.