Capítulo 14

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Paul

El tal príncipe me llevó de la mano por varias calles, haciéndome sentir muy incómodo, hasta lo que parecía ser el auto más lujoso que había visto en mi vida. Sacó un diminuto control de su bolsillo y, al presionar uno de los botones, el vehículo hizo un ruido extraño.

—Sube, Paul —me soltó de la mano y caminó hasta la otra puerta del auto para después subir, no me quedó más remedio que subir también—. Vamos a ir a mi casa. Allá me contarás todo lo de tu viaje en el tiempo.

— ¿Vas a ayudarme a encontrar a John?

El chico puso una mueca extraña en su rostro, antes de volver a sonreír.

—Claro que sí —contestó, encendiendo el vehículo—. ¿Por qué no habría de ayudarte? Si Paul McCartney está a mi lado, no creo que sea difícil encontrar a John Lennon, pero no tenemos prisa por localizarlo, ¿o sí?

—Pues...preferiría encontrarlo pronto —contesté, imaginándome a John pidiendo dinero en la calle para poder comer—. No sé qué tan bien o mal le esté yendo y, bueno, creo que sí es urgente que lo encuentre pronto.

El sujeto en el asiento del conductor alzó una ceja, al mismo tiempo que una mueca pícara se dibujaba en su rostro.

— ¿Te gusta?

— ¿John? ¡No! Por supuesto que no.

Sólo en el futuro, con una sociedad tan abierta de mente, podría alguien dudar de mi sexualidad. A mí no me gustaban los hombres. Y John era uno de ellos, así que quedaba descartado.

—Es curioso, ¿sabes? —dejó de verme y se concentró en el camino frente a nosotros—. Todo lo que dices de John, aunque sean pequeñas frases, las dices con un entusiasmo diferente. Por eso pensé que te gustaba, lo siento.

Decidí no seguir con esa conversación, por lo que sólo me crucé de brazos y miré por la ventana todos los edificios londinenses. El panorama me dejó impactado. Ahora todo era lo opuesto a mí: moderno y futurista.

El príncipe Harry frenó el auto de golpe, provocando que yo saliera disparado hacia el parabrisas de la misma manera. Lo escuché reír sin sentirse avergonzado de lo que había provocado, pero lo que vi hizo que no le diera importancia a su risa: cuatro personas estaban a mitad de la calle, sobre el paso de cebra, sonriendo alegremente para una cámara.

Fruncí el ceño, me separé del parabrisas y vi a mi acompañante.

—Hey, no es mi culpa, debiste usar el cinturón de seguridad...

— ¿Por qué se están tomando una fotografía en mitad de la calle? —le pregunté con mucha curiosidad. Me parecía inaudito que la gente del futuro expusiera sus vidas así ante el peligro—. Es riesgoso, los carros son veloces y no siempre frenan. ¡Podrían morir!

Él se limitó a soltar una carcajada, antes de retomar el camino a su casa y dejar la calle de los suicidas atrás. Comenzaba a cansarme el hecho de que nunca respondiera mis preguntas.

— ¿Falta mucho para llegar a tu casa? —él siguió manejando, ignorándome más de lo que lo haría una persona millonaria con un gato callejero.

No dije nada por otros diez minutos, esperando que él se disculpara por estarme ignorando. Esa disculpa jamás llegó.

— ¿Por qué me ignoras?

—Eh... ¿qué dijiste? —el príncipe me miró, antes de morderse ligeramente el labio inferior.

— ¡Estoy cansado! —exclamé—. Dices que vas a ayudarme a encontrar a John, parecías ser la primera persona en tratarme de una manera decente y que no me veía como si fuera un criminal, pero me largo...no necesito tu ayuda. ¡Encontrare a John solo!

Abrí la puerta y bajé del auto. Observé mis alrededores: no tenía ni la menor idea de dónde me encontraba, pero ya hallaría la manera de regresar a la estación. Suspiré y cerré la puerta del vehículo, dando un portazo.

Apenas había caminado cerca de media cuadra cuando escuché que me estaban siguiendo. Me di media vuelta para descubrir que sólo se trataba del príncipe. Estaba sonriendo como si hubiera logrado su cometido.

—Te dije que no necesitaba tu ayuda, ¿recuerdas?

—Pues yo prometí que no iba a dejarte solo —se cruzó de brazos.

—Nunca me prometiste eso...

—Me lo prometí a mí mismo —su sonrisa se borró por un momento, como si hubiese recordado algo—. Paul, lo siento, sólo...deja de actuar como una diva y vamos a mi casa. Es junto a un lado de donde te bajaste de mi auto.

Vi al chico y luego regresé la mirada al camino que estaba frente a mí, dispuesto a continuar con mi aventura por mi cuenta. Pero un pensamiento en mi cabeza me impidió seguir: John estaba posiblemente lejos, seguramente en problemas y sin lugar a dudas solitario.

Asentí lentamente, rendido.

—Iré a tu casa...

Comencé a caminar de regreso hacia donde estaba el auto, pero ya no lo vi. ¿Y si lo habían robado? El príncipe Harry me culparía por siempre, y yo no quería tener problemas con la realeza.

—Tu auto...

—Está dentro de la casa, no te preocupes.

El chico se encogió de hombros y sacó otro pequeño control para poder abrir el oscuro portón de la casa. Al cruzarlo, me sorprendió el tamaño de la propiedad y lo lujosa que se veía: sólo los miembros de la realeza y las personas de las clases altas podían poseer una vivienda tan bonita.

—No tengas miedo —el chico pasó su brazo por encima de mis hombros—. Mi casa es grande, pero no hay nada peligroso ni comprometedor en sus rincones. Te la voy a mostrar, Paul.

Entramos a la casa y reconocí lo que parecía ser el comedor. Todo estaba increíblemente ordenado, los colores de las paredes armonizaban a la perfección con los muebles y, debía admitirlo, el príncipe tenía un muy buen gusto en lo que a decoración se refería.

—Allá está la sala y ahí la cocina —señaló las respectivas puertas de cada lugar—. Al fondo está el gimnasio y un baño, puedes hacer uso de ellos cuando quieras, Paul. Subiendo las escaleras, encontrarás tres habitaciones. Voy a permitir que te quedes en la que tiene un acceso directo al baño, ¿de acuerdo?

— ¿Y dónde vas a dormir tú? —le pregunté, lo que menos quería era causar molestias.

—En mi habitación —contestó—. Está en el tercer piso, es la más grande de la casa y también tengo un baño enorme para mí. No te sientas incómodo, ¿de acuerdo? Vivo solo, pero me encanta recibir amigos en casa de vez en cuando.

Asentí, contemplando la decoración del comedor. Me fue inevitable pensar en John nuevamente: de verdad iba a sentirme muy mal si él estaba sufriendo mientras yo recibía una habitación con baño propio. Sabía que a él le hubiese encantado estar ahí conmigo, hasta habría tolerado que se riera de cómo mi rostro se había estrellado contra el parabrisas.

—Paul, necesito hacer algo urgente —el príncipe me soltó y señaló la puerta de la sala—. Hay un televisor ahí, puedes usarlo para entretenerte un rato. Prometo no tardarme mucho, quiero escuchar todos los detalles de tu viaje en el tiempo.

Y dicho eso, subió corriendo por las escaleras.

Caminé hasta la sala y me senté en el sofá. Aunque ese chico se portaba amable, bueno y comprensivo conmigo, no podía hacerme sentir igual de tranquilo y alegre que John.

Suspiré con pesadez, antes de tomar el control del televisor para poder encenderlo e intentar distraerme con lo primero que apareciera.

Seguía sintiéndome un intruso, no sólo en la casa del príncipe Harry, sino en ese mundo futurista que parecía no tener ni un solo rastro de mi mejor amigo.

Presioné un botón rojo del control y la pantalla se encendió: había una conductora diciendo algo sobre un equipo de fútbol de Alemania que iba a jugar contra otro equipo británico, pero no me llamó mucho la atención. Estaba a punto de cambiar de canal cuando aparecí en la pantalla tomado de la mano del príncipe. Fruncí el ceño al leer lo que aparecía en pantalla:

"¿La nueva conquista de Harry Styles?"

Now and Then [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora