Now and Then [McLennon]

Capítulo 22

Paul

John me abrazaba con fuerza y yo me aferraba a él, sintiéndome como en mucho tiempo no me pasaba: en casa. Su respiración en mi cuello me provocaba un ligero cosquilleo en dicha zona de mi cuerpo, pero no quería apartarme de él por nada en el mundo. Recargué mi cabeza en su hombro, cosa que no le molestó en absoluto a mi mejor amigo. Éste rió un poco y comenzó a despeinar mi cabello.

—Sé que estabas desesperado por verme, Paul —se separó un poco de mí para verme directamente a los ojos—, y también sé cómo te has sentido estando solo. —Suspiró profundamente y me sonrió, pero ese gesto no era del todo de felicidad—. Yo también he pasado por muchas cosas extrañas, bueno, las sigo experimentando, pero te puedo asegurar que estoy bien, lejos de ti, pero bastante bien.

Coloqué mis manos sobre sus hombros para darle un masaje, podía sentir lo tenso que estaba John, pero me sentía demasiado feliz teniéndolo cerca de nuevo como para hacer algún comentario al respecto.

—Eso ya no importa, John —comenzaba a sentirme emocionado—. Ya estás aquí y juntos encontraremos la solución de todo esto. Vamos a volver a casa, a nuestro presente, y la vida será igual o mejor de lo que ya era. Piensa en todo lo que le contaremos a George y a los chicos cuando volvamos a nuestro Liverpool, apuesto a que sus mandíbulas caerán del asombro, ¿tú qué crees?

John volvió a reír mientras me veía y luego negó con la cabeza.

—Creo que lo haces parecer algo muy sencillo, Macca —me dijo, haciendo una extraña mueca—. Las cosas complejas no suelen tener soluciones simples. Además, creo que sería más fácil convencer a Mimi, de que tengo un exitoso futuro en la industria musical, que regresar a 1961. Piénsalo, Paul, ni siquiera sabemos cómo fue que llegamos aquí.

—Quizá algo de magia nos vendría bien —me encogí de hombros.

— ¿Cómo no lo pensé antes? ¿Sabes qué? Voy a Penny Lane a comprar un kilo de magia para poder regresar —dio media vuelta y comenzó a caminar, riendo como psicópata.

—John...no te vayas —la silueta de mi mejor amigo era lo único que todavía podía ver de él, pero parecía que éste ya no estaba escuchándome o pretendía que no lo hacía—, sólo estaba bromeando...vuelve...vuelve... ¡vuelve!

Una curiosa melodía me sacó del sueño. Estiré el brazo para apagar la alarma, luego maldije por lo bajo y me puse la almohada encima de la cabeza, me encontraba completamente bañado en sudor frío. Ese tipo de sueños se estaba volviendo cada vez más recurrente, como si quisiera decirme algo. ¿Acaso debía ir a Liverpool a buscar a John? Decidí no prestarle mucha importancia al asunto, al menos no en ese momento.

El reloj digital que había sobre mi mesita auxiliar marcaba las nueve de la mañana. Todavía no me sentía preparado para levantarme: mis párpados pesaban y era como si las cobijas se negaran a dejar que me fuera. Deseé que Harry no se hubiese roto nada para que él siguiera encargándose de hacer el desayuno para, pero nada pasó y no me quedó más remedio que levantarme.

Bajé a la cocina y preparé lo necesario para dos English Breakfast: salchichas, huevos y un poco de tocino, luego serví dos tazas de té. Me gustaba mucho ver la cantidad de alimentos que Harry tenía en su casa, no era común para mí ver algo así en ni en la casa del más rico de mis amigos.

—Buenos días —Harry había bajado las escaleras y me miraba con una sonrisa—, ¿dormiste bien, Paul? Escuché que estabas gritando hace rato, pero supuse que era por lo que estabas soñando.

—Dormí bien.

No había querido contarle a Harry nada de mis sueños, porque ni siquiera yo sabía qué era lo que pasaba exactamente por mi cabeza. Llevé lo que había preparado hasta la mesa del comedor y nos sentamos a comer sin decir otra palabra más, pero tampoco tenía mucho entusiasmo por hablar. El recuerdo de John alejándose volvió a mi mente de manera súbita. ¿Y si mi mejor amigo estaba realmente en Liverpool y usaba mis sueños para poderse comunicar? ¿Y si me estaba tardando demasiado?