Capítulo 20

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Paul

Vi cómo el equipo de emergencia de la pista cargaba a Harry y a la chica para llevarlos afuera con mucho cuidado, yo fui detrás de ellos con un poco de torpeza. Iba a pensarlo más la próxima vez que estuviera cerca de una pista de patinaje. Mi amigo iba soltando quejidos de dolor sin apartar la mirada de su brazo izquierdo, tenía los ojos llenos de lágrimas.

Apenas si estuve fuera de la gélida superficie, me quité los patines y corrí hasta donde tenían a Harry. Él me miró de forma extraña, pero no se atrevió a decir nada por el dolor que sentía, sólo se mordió el labio y cerró los ojos.

—La ambulancia ya está llegando, chico —dijo uno de los miembros del equipo de emergencia, un hombre de rubia cabellera que seguramente estaba por pisar el cuarto piso—. Aguanta un poco más, ellos te llevarán al hospital para que revisen tu brazo; pero mi experiencia me dice que está fracturado. ¿Cuál es tu nombre?

—Es Harry, Harry Styles —le expliqué al hombre.

El hombre asintió lentamente, como si acabara de darse cuenta de algo importante y luego vio a la chica que se había caído con Harry. Ella estaba de pie, llorando por el golpe que había sufrido en la caída, pero sin duda alguna no tenía nada roto como Harry.

La ambulancia llegó a toda velocidad y frenó a unos pocos metros de donde Harry se encontraba; sujeté su mano derecha y sentí necesario decirle que todo iba a estar bien. Los paramédicos bajaron con rapidez y subieron a mi amigo en una camilla para llevarlo al vehículo. Yo intenté subir con él, pero uno de los hombres me detuvo.

— ¿Es familiar del chico?

— ¿Qué? —me sentía aturdido por la situación—. No, yo sólo soy su amigo.

—Entonces no puede venir.

—Pero...

Me sentí indignado, no podía creer que ese hombre me estaba negando el acceso a la ambulancia. Era muy importante que yo fuera con Harry, porque no conocía la ciudad y él era todo lo que tenía en ese mundo futurista.

—Paul...

El brazo izquierdo de mi amigo se veía sumamente hinchado, pero usó su otra mano para buscar en su bolsillo y sacar la llave de su auto, luego se la dio al paramédico. Y éste último me dio el objeto a mí, justo antes de cerrar las puertas de la ambulancia.

Comprendí de inmediato lo que Harry quería por lo que fui corriendo hasta el bonito Audi R8. En cuanto estuve tras el volante, me sentí muy nervioso. Sabía manejar, pero nunca se me había presentado la oportunidad de tener un auto de verdad para practicar. Introduje la llave, le di la vuelta y el vehículo se encendió.

Suspiré hondo y quité el freno de mano; al menos podría ver a mi madre de nuevo si llegaba a morir. Pisé el acelerador, pero el auto no se movió ni un solo centímetro. Fruncí el ceño, sin comprender qué estaba haciendo mal, me tomó medio minuto descubrir que debía asignar la velocidad del auto. Puse la palanca en el número 1. Volví a pisar el acelerador y el vehículo comenzó a moverse. No perdí más tiempo y comencé a seguir a la ambulancia.

El camino fue largo y sinuoso, pero mis nervios y mi desconfianza desaparecieron por completo al ver que llegábamos al hospital. Estacioné el auto con torpeza, lo cerré y bajé deprisa para ver cómo se encontraba Harry. No obstante, tuve que esperar un par de horas para saber algo de él.

—Tiene una fractura en el brazo y una en el pie —me informó el doctor que había tendido a Harry—. Ya le colocamos una férula y le colocamos una bota ortopédica para el pie, pero tardará al menos un mes en recuperarse. ¿Usted es su familiar?

—No, Harry y yo vivimos juntos únicamente.

—Bueno, si usted es su pareja, debe saber que el joven tiene que guardar mucho reposo —el doctor bajó la vista para ver un anotador que traía en la mano—, ya sabe: no salir de casa si no es realmente necesario, no quitarse la férula bajo ninguna circunstancia y no mojarla tampoco. Confío en que usted sabrá cuidar bien de él.

—Yo no soy...

El doctor alzó las cejas y comprendí que no tenía sentido darle más información, así que me limité a asentir.

— ¿Puedo verlo?

—Claro que sí, venga —me sonrió y comenzó a caminar por los pasillos del hospital, yo lo seguí—. Una de las enfermeras estaba dándole las indicaciones específicas sobre lo que debe hacer y lo que no debe hacer, podrá irse a casa hoy mismo.

Suspiré con alivio y mi clásica sonrisa volvió a mi rostro. El doctor se detuvo cuando llegamos a una puerta al final de uno de los pasillos, luego abrió la puerta y pude ver por fin a Harry. Éste se encontraba sentado al borde de una cama de hospital, observando una bota extraña en su pie derecho.

—Su novio estuvo muy preocupado por usted, joven.

La mirada de Harry se cruzó con la mía y ambos nos sonrojamos, pero él tampoco se atrevió a desmentir al hombre. Mi amigo sonrió, haciéndome saber que los doctores se habían encargado de que todo su dolor se fuera.

—Yo te voy a cuidar hasta que estés bien y te quiten esas cosas, Harry.

—Muchas gracias, amor —me contestó, haciendo un énfasis extraño en la última palabra—. Realmente voy a necesitar tu ayuda, porque le enfermera dijo que ni siquiera podría bañarme solo.

Me reí con nerviosismo. Una enfermera entró con lo que parecían ser un par de muletas y las acercó a mi amigo, quien se apoyó en su pie izquierdo para ponerse de pie. Como sabía que no iba a poder hacerlo solo, decidí acercarme y ayudarlo.

—Gracias, Paul —suspiró con pesadez, seguramente sentía que era una molestia para mí. Vio a los doctores y sonrió un poco—. Muchas gracias por todo, creo que puedo moverme así por mi cuenta, así que los veo en cuatro semanas para que me quiten esto.

Harry salió de la habitación, usando sus manos para manipular las muletas, y yo salí detrás de él.

—Esto es un asco, Paul —negó con la cabeza—. No puedo creer que esto me esté pasando a mí, necesito estar bien para poder encargarme de ti y ayudarte. Y con esto... me he vuelto un asqueroso estorbo.

—Eso no es verdad, lo sabes bien —le sonreí y coloqué mis manos en sus hombros—. Yo voy a cuidarte muy bien, te lo aseguro. Si pude conducir hasta acá, no veo por qué sería complicado encargarme de ti por cuatro semanas.

Lo ayudé a subir al asiento del copiloto y luego yo tomé el lugar tras el volante. Estar en un sitio así de elegante me hacía sentir completamente extraño: yo jamás podría tener un carro como el de Harry en mi presente. Tenía que disfrutar la vida de primera clase mientras pudiera.

Encendí el auto y emprendimos el camino hacia la casa de Harry, pero no tardé mucho en darme cuenta de que desconocía por completo hacia dónde dirigirme. Al menos eso logró hacer reír a mi amigo.

Cuando llegamos a la casa, tuve que meter el vehículo a la cochera. Mi inexperiencia me hizo chocar contra la pared delantera del lugar. Por fortuna, llevábamos los cinturones de seguridad, así que no nos pasó nada; no obstante, cuando retrocedí un poco, se escuchó cómo algo caía en la parte delantera.

—El parachoques de mi Audi bebé —chilló Harry, completamente preocupado—. ¡¿Acaso no sabes cómo estacionar un auto?!

—En realidad...no.

Sabía que iban a ser unas larguísimas cuatro semanas para los dos.

Now and Then [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora