Capítulo 25

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John

Al final, mi estancia en el futuro no resultó tan gloriosa o divertida como esperaba. Antes había creído que Paul era ñoño, con su tendencia al perfeccionismo, a tener todo controlado y su perfecta caligrafía. Y entonces conocí a los amigos de Janet, y ahora creía que Paul era la persona más cool del planeta.

Cuando no estaban metidos en sus clases, pasaban la vida en la biblioteca de la facultad, mientras que Janet y yo teníamos que salir a vender dulces para conseguir dinero; aunque juraba que de no ser por eso, Janet y sus tontos amigos podrían haberme arrastrado a las tardes en la biblioteca componiendo juegos de palabras en español.

Y luego de eso, estaba el hecho de que cada día que pasaba, la ansiedad comenzaba a carcomerme por dentro. A cuatro días del concierto, Janet y yo aún no habíamos conseguido boletos, y ahora nuestra desesperación era tanta que salíamos a primera hora de la mañana hacia la universidad y trabajábamos por horas, recorriendo todas las áreas verdes y abordando a cada persona que se nos atravesara en el camino para suplicarle que comprara dulces. Incluso ya podía hablar un español ligeramente decente, con el que persuadía a chicas a apoyar nuestra causa.

—Creo que tendremos que ir a esperar a Paul a su hotel, John. Será nuestra mejor oportunidad —me dijo Janet cuando íbamos de regreso a su casa, después de un día terriblemente agotador pero bastante bueno para las ganancias, que aún no eran suficientes para un boleto en primera fila en el concierto, ni qué decir de poder comprar dos boletos.

—Claro, me pondré luces alrededor del cuello, así me notará entre la multitud de personas que van a estar ahí —me quejé, recargándome contra la ventana del autobús en el que íbamos. Janet me había mostrado fotografías de lo masivos que eran los conciertos de Paul, y comenzaba a creer que necesitaría llegar gritando que era John Lennon para poder acercarme lo suficiente a Paul. Detestaba que se hubiera convertido en toda una diva.

Janet me miró y se mordió el labio, dándole un aspecto de perro pug. Casi me puse a reír cuando la imaginé con correa y más pelo, pero no pude hacerlo, porque de pronto los pasajeros del autobús comenzaron a gritar, a causa de tres sujetos que subieron apuntándonos con pistolas.

—Mierda —susurré, arrojando a toda velocidad la bolsa con el dinero que habíamos ganado esa tarde. Logré esconderla debajo de los asientos que estaban frente a nosotros antes de que uno de los asaltantes nos apuntara hacia la cabeza.

El dinero, ahora —entendí que decía. Saqué un par de monedas que habían sobrado de la cena y se las di, lo que pareció ser una ofensa para el asaltante, que acercó el arma a mi sien mucho más de lo que era agradable. Comencé a entrar en pánico.

Qué divertido, moriría dos veces a base de disparos. Hilarante.

Janet sacó su teléfono de su bolsillo y lo entregó al asaltante con mucha lentitud. Éste miró el teléfono de Janet, lo guardó en su bolsillo y soltó un gruñido cuando notó que no teníamos nada más que darle.

¿Me creen idiota? —dijo éste, apuntando a Janet con la pistola—. ¡Saca el dinero, fea!

Si yo estaba aterrorizado, Janet parecía a punto de caer muerta ahí mismo, cosa que sólo se acrecentó cuando el tipo le quitó el seguro al arma.

No —pronuncié—. Yo tengo. Yo lo tengo.

Me agaché, tomé la bolsa con el dinero y, sintiendo un vacío en el alma, se lo entregué al asaltante. Eso pareció ser suficiente para él, puesto que apuntó su arma hacia una pareja más y nos dejaron en paz hasta que se bajaron del autobús, sin asesinar a nadie, gracias al cielo.

Now and Then [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora