Capítulo 29

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John

Sentía mi garganta arder a causa de gritos que ni siquiera estaba completamente seguro de que fueran míos. Aún me sentía al borde del colapso, sólo que esta vez estaba acompañado de una presión en el pecho que me recordaba que si no conseguía lo que me había propuesto, estaría perdido de nuevo.

—¡Paul! —grité a todo pulmón, igual que el resto de personas que querían acercarse a Paul— ¡McCartney!

Sabía que Paul se había metido al sótano del hotel, y que seguramente ya estaría subiendo por el elevador hacia su habitación, alejándose un poco más de mí con cada segundo que pasaba.

—¡Paul, maldita sea! ¡Saca tu trasero! —aparté a un par de chicos que levantaban sus guitarras como si se trataran de armas en plena guerra y me sujeté a una valla de seguridad que me separaba de la recepción del hotel, donde un par de guardaespaldas que habían llegado con Paul se habían colocado para evitar que armáramos una revuelta.

Yo quería armar una revuelta.

Tomé del hombro al chico que me había servido de traductor durante toda la tarde y le expliqué rápidamente—: Necesito que me ayudes a entrar. Tengo que hablar con Paul.

—¿Por qué...?

—Soy John. John Lennon, y necesito hablar con Paul para volver a casa ¿Entiendes?

El chico parecía haber estado dispuesto a reírse de mí, de no ser porque de pronto se quedó callado y me miró de arriba a abajo y pareció notar que hablaba con la verdad. Además de que estaba casi seguro de que mi acento ya había salido a la luz.

—Mierda —musitó, tocándome los hombros con más fuerza de la necesaria.

—Ayúdame, dame unos segundos de ventaja para encontrar a Paul y te daré dinero, un autógrafo, lo que sea.

El chico asintió, demasiado pálido. Creí que se desamayaría en cualquier momento, pero finalmente se separó de mí y salió corriendo hacia el estacionamiento del hotel, entrando a éste gracias a la poca seguridad que había. Y, además de distraer a los guardaespaldas, también distrajo a los fanáticos, que comenzaron a gritarle que corriera.

No me quedé a ver cómo terminaba la escena, puesto que yo mismo salté la valla de seguridad y corrí hacia la recepción del hotel, que ahora estaba despejada. Al menos exteriormente, porque al entrar me topé con media docena de guardias.

—¡Mierda! —comencé a correr de un lado a otro, burlando a los guardias, que se lanzaban a intentar atraparme, fallando en el intento gracias a mi extraña habilidad para correr recién adquirida.

Corrí por el pasillo de la recepción hasta llegar a unas escaleras bastante pretenciosas, que se encontraban al lado del elevador, que acababa de llegar a ese piso y abría sus puertas lentamente. Demasiado lento.

Y aún así logré ver a Paul, metido en el elevador y hablando por teléfono, sujetando una pequeña bolsa de mano que lo hacía lucir como toda una señora, y con un par de guardias que le sujetaban el equipaje.

Mírame, Paul.

Burlé a otro guardia girando repentinamente hacia la izquierda, y derrapando sobre el piso ridículamente encerado, cayendo sobre mi cara directamente contra el piso, cosa que me hizo paralizarme a causa del dolor. Dos segundos después, ya tenía a todo el escuadrón de guardias que había librado sobre mi espalda, sujetándome de todas partes para evitar que me pusiera de pie.

—Salga de aquí, Sir McCartney. No es seguro —escuché que le decía alguien a Paul. Estaba tan jodidamente cerca que podía sentirlo, pero tenía la rodilla de un guardia sobre mi caja torácica, impidiéndome hablar, y tenía a otro sujetándome la cabeza contra el suelo, mientras que mi cabello -ya demasiado largo- me cubría el rostro.

Now and Then [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora