Capítulo 52

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Paul

Me senté en la cama y cerré los ojos por la molestia que sentí en el trasero. Cinco días teniendo sexo sin tregua comenzaban a cobrarme una elevada factura, aunque John seguía luciendo igual de bien que la primera vez. Le dirigí una última mirada a mi mejor amigo, quien todavía dormía, y me levanté para ponerme unos calzoncillos limpios y una camisa. Salí de la habitación para ir a buscar algo que me calmara el dolor.

Bajé las escaleras lo más despacio que fui capaz, cada paso era una tortura porque el dolor de mi trasero se extendía a mis extremidades inferiores. Suspiré, sintiéndome muy aliviado, una vez que llegué al final de las escaleras. Continué mi camino hacia la cocina, considerando que probablemente Harry tendría algo para el dolor en la alacena.

Abrí la puerta de la cocina decidido a enviar a John a la farmacia si no encontraba nada que me ayudara, aunque no pasaron más de dos segundos en cuanto noté que no estaba solo. Me tomó un poco de tiempo reconocer al hombre que se encontraba en la cocina, que permaneció sentado frente a su taza de café, mirándome de arriba a abajo. La barba fue lo que me hizo dudar, pero ese par de ojos verdes y el despeinado cabello rizado sólo podían pertenecer a alguien: Harry Styles.

Me había acostumbrado al brillo de sus ojos al mirarme y sus sonrisas fáciles, por lo que supe que todo había cambiado cuando ninguno de esos gestos se presentó. Me sentí muy intimidado al notar que sus rasgos faciales únicamente expresaban frialdad hacia mí.

Al dar un paso más, un traicionero quejido escapó de mis labios, alertando al rizado del dolor que estaba sintiendo. Harry se levantó de su silla y caminó hasta el rincón de la cocina, donde abrió un cajón para extraer un pequeño maletín de color blanco. Sacó algo de ahí antes de regresarlo a su lugar y después fue a servir un vaso de agua.

Me sorprendí mucho cuando se acercó a mí para extenderme el vaso de agua y una diminuta pastilla blanca. Sonreí tímidamente, pero eso no cambió la expresión del rostro de Harry. Apenas si tomé lo que me ofrecía, él volvió a su asiento para darle otro sorbo a su taza de café.

—Gracias por la pastilla, Harry —dije, esperando una reacción positiva que jamás llegó—. Yo... estuve preocupado por ti, te fuiste tan repentinamente y no contestabas ninguna de mis llamadas. ¿A dónde fuiste?

Él me miró a los ojos por un momento, luego bajó su mirada hasta mi cuello e hizo una mueca de desagrado. Llevé mi mano a la zona donde John había dejado marcas y Harry desvió la mirada enseguida. Tomó su taza y bebió más café. Comenzaba a alarmarme el hecho de que no contestara, no porque yo mereciera una respuesta, sino porque él siempre trataba a la gente con amabilidad.

—Niall vino el otro día —le conté, pero la mención de uno de sus amigos tampoco tuvo algún efecto en él—. Vino a decirme que estabas bien. Él y John son buenos amigos.

Harry comenzó a toser, era como si se estuviera ahogando con el café. Noté cómo la piel de su rostro enrojeció hasta que él fue capaz de controlar la situación. Extrajo su celular de uno de sus bolsillos y vi cómo tecleaba algo con rapidez. Finalmente regresó el dispositivo móvil al lugar donde estaba.

El silencio incómodo regresó casi de inmediato, obligándome a pensar en cualquier otra cosa que hubiera sucedido en la ausencia de Harry para intentar que éste me dirigiera la palabra, pero no había mucho que pudiera mencionar.

Permanecimos en silencio durante un minuto o dos, hasta que acepté que lo mejor era terminar la conversación y subir a despertar a John para informarle que nos teníamos que ir. Cepillé mi cabello con mis dedos para intentar liberar la tensión y solté un suspiro.

—Está bien si me odias, me lo merezco. Sólo quería decirte que lo siento, no debí jugar contigo —Harry apenas si se movió un centímetro. Ni siquiera sabía si estaba prestándome atención o si fingía que yo no existía—. John y yo nos iremos de inmediato, sólo quería comprobar que estabas bien.

Now and Then [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora