Capítulo 68.

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Paul

Ponerme la ropa jamás me había costado tanto trabajo en toda mi vida, pero nunca antes me había vestido después de un maratón de sexo de tal calibre. Era como si los músculos de todo mi cuerpo aún sufrieran espasmos. Si no recordara la apasionada noche que tuve con John, podría creer con facilidad que un tren me había pasado encima.

Luego estaba mi conciencia, que seguía intranquila por el famoso tweet que había convertido a Harry en una persona que desconocía y que lo había llevado a echarnos de su casa. Suspiré y miré mi reflejo en el espejo, no lucía como una mala persona, yo no era alguien que buscara provocarle problemas a otra persona. ¿De verdad había actuado tan mal?

Tragué saliva, fijando mi mirada en la tipografía que habían utilizado para plasmar el famoso lema de Harry. ¿Qué íbamos a hacer sin él? Por enésima vez, me di cuenta de que había abusado de su amabilidad; también de que había sido la última. El rizado, aunque no lo dijera en voz alta, sabía que el célebre Treat people with kindness [Trata a la gente con amabilidad] tenía cierto límite.

Me senté en el borde de la cama, sintiendo el horrendo ardor en mi trasero y más espasmos en los músculos de mis piernas. Me fue imposible contener un quejido, mi piel se encontraba muy sensible y la molestia del mínimo roce con cualquier cosa era magnificada.

Me crucé de brazos en un intento inútil de sentirme abrazado. No estaba completamente seguro, pero era bastante probable que John estuviera furioso conmigo. Era entendible. Nos habíamos quedado en la calle, por mi culpa. Debía aprender a seguir lo que mi cerebro determinara y no lo que mi corazón quisiera improvisar. Estúpidos impulsos.

Tomé mi iPhone de la mesita auxiliar que estaba junto a la cama, accedí a la aplicación marcada como "Teléfono" e ingresé dígito por dígito el número del rizado. Llevé el dispositivo móvil a mi oreja después de tocar el botón verde con la ilustración del teléfono. Comenzó a sonar.

Y esperé. Esperé que Harry contestara, que las palabras correctas salieran de mi boca, que pudiera convencerlo de que no quería causar problemas, que dijera que no importaba ya, que nos permitiera quedarnos en su casa. La llamada se fue a buzón y presioné dos veces de forma casi automática el botón de reposo del celular. Suspiré, sabiendo que no podía hacer otra cosa más que levantarme y empacar mis escasas pertenencias.

...

Harry no quería que estuviéramos en su casa cuando volviera, así que teníamos que apurarnos. John había limpiado la sala y los trastes sucios; yo había ordenado la habitación en la que dormíamos, reunido los documentos importantes y comenzado a empacar.

Revisé debajo de la cama para comprobar que no estábamos olvidando algo. Aunque era complicado, intentaba ignorar el dolor y el cansancio que sentía en el cuerpo. No quería mostrarme débil cuando John ni siquiera me miraba.

—Nunca quise esto —susurré con tristeza, observando la luz que entraba por la ventana y terminaba en el suelo—. Sólo quería ayudar a que Harry recuperara a Louis, ambos aún se quieren. Me sentía obligado a compensar mis malas acciones y ahora... es mi culpa que Harry nos haya echado de su casa.

—No voy a negar eso, si es lo que estás esperando —John rodó los ojos y cerró la mochila en la que acababa de meter la última camisa que se encontraba en el armario—. Fuiste un idiota por querer jugar al héroe, ya todos lo sabemos, Paul.

—No entiendo cuál sea el problema realmente —suspiré y mi novio me miró por primera vez desde que Harry se había ido—. Harry ama a Louis y Louis ama a Harry. Ese par sólo necesita darse cuenta. Además, ¿qué tiene de malo ayudar a alguien?

Now and Then [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora