2.

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Compartir con Gian mis ideas y mi ansiedad se volvía cada vez más lindo, porque estábamos llevando a cabo un proyecto juntos y eso de alguna forma nos hacía oficializar más lo nuestro. Ambos estábamos seguros de lo que nos pasaba, de la vida que queríamos compartir y de los planes que íbamos a afrontar tanto personales como de pareja, los cuales en todos dábamos nuestro mejor apoyo para que salieran las cosas bien y pudiéramos ir escalando a esa vida que imaginábamos para los dos. Teníamos miles de planes para hacer, pero por lo pronto pasar el día juntos era perfecto, ya que poco podía verlo durante la semana y lo que más me gustaba era dormir con él, por lo que no desaproveché eso cuando volvimos a mi casa.

Al despertarme, busqué mi teléfono para ver la hora y me sorprendió que fueran las ocho de la noche. Si bien Gian dijo que no iba a dormir, la película pareció aburrirlo porque estaba completamente dormido y abrazado a mí como si me fuese a ir muy lejos. Solamente me levanté haciéndole caso a mi estomago y salí del cuarto viendo a Ema y Brian comer en el sillón.

— ¿Cómo te fue Abru?—me preguntó Ema mientras yo me dirigía a la heladera.

—Bien. —asentí y agarré una manzana. No quería contarle mucho frente a Brian, no terminaba de ser de mi total agrado y ella lo entendía, por lo que se levantó y se fue a su cuarto como muchas veces yo hacía con Gian para no compartir tanto tiempo el mismo espacio.

No sabía si cocinar, así que fui a buscar a Gian y dejé la puerta entreabierta para que entrara un poco de luz, ya que estaba el cuarto oscuro. Me senté en la cama y me acerqué para empezar a darle besos en la cara.

—Mi amor, ¿te vas a despertar?—pregunté y él ni se movió, seguí con los besos hasta su boca y le di pequeños besos. —Hey Gian.

— ¿Mmm?

— ¿Te vas a quedar?

—No, porque si mañana trabajas yo no quiero levantarme temprano. —se quejó somnoliento, sonreí y le di un beso que respondió vagamente.

—Bueno, ¿pero a cenar al menos?

—Eso sí. —dijo y volvió a besarme.

De repente se empezaron a escuchar algunos sonidos incómodos en el cuarto de al lado, y no me gustaba nada que eso pasara cuando él estaba. Habíamos quedado con Ema que mientras cualquiera de las dos estuviese en la casa, ninguna iba tener relaciones con sus respectivos novios, no siempre yo cumplía la norma pero ella no se enteraba, diferente a mí que sí lo hacía porque eran demasiado ruidosos.

—Nosotros podemos hacer lo mismo. —me dijo entre besos y yo intenté salir de su agarre para levantarme.

—No amor, tengo que prepararme para mañana así que si te quedas a comer vamos a comprar ahora.

—Bueno. —bufó y se levantó robándome un beso.

Compramos todo lo necesario para hacer canelones con bechamel, comida italiana que a él le encantaba y miraba cuando lo hacía, hablándome de la película que había visto y que yo me había quedado dormido apenas empezó así que fue interesante que me la contara. Por suerte los ruidos del cuarto habían cesado y cuando nos sentamos a comer Brian salió del cuarto, saludó y se fue.

Había exagerado un poco con la pimienta en la salsa y enseguida la probé mi gustó cambió rotundamente, se me cerró el apetito y me asqueé de tan solo mirarla. Gian frunció el ceño.

— ¿Qué pasa?

—Nada, no quiero más

— ¿Por qué?

—No tengo hambre. —dije y traté de sacar ese olor impregnado en mis fosas nasales que me hacían revolver el estomago. Iba a comentarlo algo de lo que me estaba diciendo pero me levanté de la mesa y fui al baño. —Ahora vengo. —musité y apuré a mis propias piernas a ir rápido, llegué al baño y de la nada vomité con ese gusto horrible a la pimienta, era más lo que yo pensaba porque ni siquiera había probado demasiado. Forcé el estomago un poco más y me levanté sintiéndome descompuesta, me lavé la cara y los dientes y salí a ver a mi novio totalmente confundido.

Quedándose para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora