3.

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Escuché el ruido de la puerta y abrí los ojos, todo estaba oscuro y me di cuenta que ya era de noche, me estiré en la cama y cuando se abrió mi puerta, la luz entró cegándome un poco y me tuve que tapar la cara con las manos. Era Gian, mi corazón dio un vuelco en mi pecho y me di vuelta para mirarlo, prendió la luz y yo me quejé.

— ¡Hey no!

— ¿Recién te despertas?—preguntó sorprendido mientras cerraba la puerta, yo asentí y me estiré acostumbrándome a la luz. —Ema se iba justo, pensé que me ibas a llamar.

—Pero me dormí.

—Veo. —murmuró acostándose a mi lado mientras yo me sacaba las zapatillas para acomodarme dentro de la cama. —mañana no te voy a ver.

—Sí, entro tarde. —dije mientras me daba vuelta a estar más cerca de él. Hasta mirarlo me daba miedo, me asustaba el hecho de que no le gustara la idea.

—Sí, pero yo tengo que ir a hacer algunos papeles.

— ¿De tu mamá? —pregunté confundida, él asintió y supe que no podía preguntar más, levanté mi mano y lo agarré del mentón mientras lo acercaba a mi boca. — ¿Gian?

— ¿Mmm?—quiso besarme pero lo aparté un poco y hablé sobre sus labios.

— ¿Me amas?

—Sí, mucho.

— ¿Y no me dejarías por nada en el mundo?

—No. —dijo y volvió a besarme, sentí como su mano iba subiendo por mi pierna y hasta mi espalda que entró por debajo de mi remera. Quise sacar su mano pero la subió a tal punto de llegar a mi corpiño para desabrocharlo.

—Gian...

—No hay nadie. —dijo y mientras me besaba se acomodó para subirse encima de mí sin aplastarme. Respiré hondo y dejé que bajara sus besos, pero me sentía confundida, quería hacerlo porque tenía ganas, pero también tenía miedo, aunque no dejé que eso me atosigara y no pensé en nada más que en nosotros dos mientras hacíamos el amor.


El miércoles me levanté muy tarde, sólo faltaba una horas para irme a trabajar y yo seguía dando vueltas en la cama, era como si el cuerpo me pesara y no me permitiera mínimamente mover un dedo. Me había despertado para abrirle a Gian en la mañana temprano pero me volví a acostar y me dormí como si nunca lo hubiera hecho antes. Como a las tres de la tarde recién entré a bañarme y a prepararme algo de comer, justo cuando iba a sentarme Ema entró recién llegada del trabajo.

—Hola.

—Hola. —dije y mordí mi hamburguesa, ella se sentó conmigo y se sacó las zapatillas. — ¿comiste?

—Sí, ¿todo bien?

—Ajá, en un rato me voy.

—Al final no me contaste nada del local, ¿ya lo pagaste?

—Sí pero eso no es realmente importante. —le dije cortándole su ánimo de abrazarme y festejar, frunció el ceño y se apartó de mí.

— ¿Por qué no?

—Tengo un atraso y no sé cómo decirle a Gian. —dije más rápido de lo que pensaba que podía hablar, ella abrió los ojos de par en par y se tapó la boca sorprendida.

— ¿Un atraso?—preguntó de nuevo, yo asentí. — ¿de cuánto?

—Más de dos semanas.

—Abril estás embarazada. —confirmó muy confiada, yo cerré los ojos y esquivé la palabra en mi mente. Sonaba linda pero mi miedo era más fuerte.

Quedándose para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora