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 Eran exactamente las tres y veinte de la madrugada y no podía aguantar la risa que Gian me causaba, él estaba mortificado y yo extrañamente muy relajada, estaba tan perturbado que ni siquiera podía hablar y tuve que avisarle yo a toda la familia y mismo a la obstetra y la partera. No entendía por qué no tenía contracciones, y si bien había roto bolsa tampoco estaba alterada, no había nada de lo que ocuparme, solamente quería saber cuán dilatada estaba y si Noah estaba bien para mi tranquilidad.

— ¡Dale Gian!—me quejé, tardaba tanto para abrir el auto que las manos le temblaban de lo nervioso que estaba. —amor sos un estúpido.

Le saqué las llaves y me abrí yo el auto, me senté sola también porque si tenía que esperarlo a él, podía tener el bebé en la puerta de la casa.

— ¿No te duele nada?—me preguntó mientras sacaba el auto del garaje. Yo negué.

—No, no siento contracciones, me hace cosquillas nada más.

—Ok. —suspiró.

Fue normalmente rápido pero antes de llegar a la clínica dos cuadras antes, había un enorme cartel iluminado de rosa que anunciaba que vendían helado, y como yo sabía que tenía tiempo para el momento de parir, le pedí que nos relajáramos y por supuesto con el helado íbamos a estar más tranquilos si no los tomábamos ligero.

— ¡Por favor, por favor, por favor!—le rogué y como buen novio y mal humorado que era, retrocedió antes de entrar al estacionamiento de la clínica y dejó encendido el auto en la puerta de la heladería. —chocolate y crema cucks.

Me miró mal y yo esperé hasta que bajó y compró mi helado. Entré a la clínica comiéndolo porque sabía que no tenía que alterarme, principalmente si no tenía contracciones, así dijeron en el curso de preparto y en todo lo que había leído, mientras más relajada estaba, más podía ayudar a mi bebé y yo me lo tomaba muy literal.

—Qué bien estás, ¿no te duele nada?

—No. —dije y lamí mi helado, la puerta se abrió. Mi mamá y Pia entraron junto a Leti gritando. Yo me reí y las abracé a una por una.

—Por favor esto es algo privado, váyanse. —le dijo la doctora mientras me conectaba el suero. Me quejé un poco pero era muy divertido verlo a Gian discutir con todas ellas mientras las echaba. —es increíble, tenés 9.5 de dilatación podes tener justo ahora Abril.

— ¡Qué bien!, ¿no?—le dije a Gian entusiasmada, él asintió pero todavía estaba algo pálido.

—Vamos a preparar ya mismo la sala de parto, estás para tener ahora.

De repente dejé el helado y mi corazón empezó a latir muy fuerte.

Me cambié, me preparé o fingí prepararme y me llevaron a donde iba a tener mi bebé. Ya estaba con las piernas arriba de la camilla y sólo veía a la gente pasar y pasar mientras el pánico me iba consumiendo de a poquito, a pesar de querer mantener la calma que Noah necesitaba. Cuando Gian terminó de cambiarse, se acercó hasta mí.

— ¿Estás bien?

Asentí, aunque no me dolía nada cada parte de mi cuerpo estaba temblando, mi corazón iba muy rápido y mi garganta ardía de sed, el pánico se estaba instalando en mi cuerpo y me tensaba un poco, pero de verdad quería relajarme.

—Quién se ríe ahora eh. —bromeo él, yo lo miré mal porque sabía que estaba pálida, pero me hizo muy feliz ver su sonrisa plasmada de par en par en su hermosa cara.

—Tengo...

—No tenés nada, yo estoy acá y vamos a tener a nuestro hijo justo ahora. —me dijo callándome la boca de un beso. —te amo.

—Mmm...te amo. —mascullé tragando saliva.

Cuando la partera entró y me sonrió de par en par, empecé a sentirme más tranquila por todas las felicitaciones que estaba teniendo por mi buena dilatación y nada de dolores, según comentaban los doctores que iban y venían por la sala era un parto para ser perfecto y eso esperaba.

Cuando entró mi obstetra, toda la tensión estuvo en mí y Gian apretó fuerte mi mano.

—Bien, quiero que respires hondo varias veces Abril y como ya sabes vas a hacer fuerza con la panza, cuando yo te diga, vas a hacer el primer puje ¿ok?

Yo asentí aunque no quise hacerlo. Respiré hondo cuando me lo indicó y miré a Gian que estaba atento a lo que hacía la doctora.

—Pujá. —me dijo ella. Y quise llorar.

4, 5, 6, 7, 8, 9 veces pujé e increíblemente, escuché un llanto haciendo que ahogara el mío. El llanto de mi hijo.

Quedándose para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora