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Hace dos semanas atrás, había entrado al séptimo mes. Me estaba sintiendo tan pesada que era imposible para mí seguir con normalidad. Cada vez que me miraba al espejo, me sentía orgullosa de que mi hijo estuviese creciendo sano y fuerte, aunque eso incumbiera que me hiciera crecer a mí más de lo que me hubiese gustado.

Estaba volviendo loco a Gian y empezaba a darme cuenta. Él me había grabado durante la madrugada que no podía dormir y lo desperté para que habláramos, su mejor fuerte. A escondidas me grabó y en los tres minutos y veinte segundos que duró el vídeo, cambié de humor repentinamente. Yo lo insultaba o le pegaba también y él seguía sin decir nada, lo que me enfermaba que hiciera, pero era todo parte de su maldito plan. Con esa idea, pude darme cuenta lo estúpido que lo estaba volviendo y la amargura que sentía al saberlo se aumentaba a uno de mis nuevos humores.

— ¿Mañana vamos a terminar de pintar el cuarto del bebé?—le pregunté pasando por su lado. Ya era de noche y todavía no me acostumbrara a vivir en la nueva casa, era muy grande para nosotros y el cuarto no estaba del todo completo. Con esas razones, odiaba que él me diera la espalda.

—Sí. —dijo y pasó por encima de mí para recuperar su lado, bufé y me abracé a su espalda.

— ¿Te estoy molestando mucho?—pregunté después de un rato de silenció. Suspiró.

—No, es que son las cuatro de la mañana amor y quiero dormir.

Rodé los ojos, él siempre quería dormir y esa tenía que ser yo.

—Pero si dormimos antes, no podes tener sueño.

—Vos dormiste y por eso ahora no podes dormir y me querés molestar a mí. —se dio la vuelta abrazándome por debajo de todos las colchas que teníamos puestas. — ¿por qué no vas vos y tu hijo a ver televisión o algo así?

— ¡Es tu hijo también!—me quejé. Besó mi frente en un suspiro.

—Lo sé, pero en estos momentos es sólo tuyo, así que andá y dejen de molestarme a mí.

Enojada, o fingiendo enojo, me levanté de la cama apartándome bruscamente de él y me fui del cuarto. Conmigo me llevé su celular. Hace una semana que estábamos viviendo en la casa y era todo tan extraño que me costaba acostumbrarme a entender que todo, era mío. Me senté en nuestro nuevo sillón y encendí la nueva televisión.

No había mucho que ver pero tenía que matar el tiempo porque ya había dormido mucho durante el día y la noche parecía ser el momento preferido del bebé para estar despierto, era inquieto y si así lo decidía, yo me acoplaba a sus necesidades.

Me aburrí de ver la tele y empecé a sacarme fotos con mi panza, todas se las iba a quedar Gian e incluso después me puse a ver todas las fotos que tenía y eran sólo mías o de los dos juntos con la panza, había algunas solamente de la panza o por alguna razón que pensé que había dejado de existir de nosotros dos, besándonos o simplemente siendo nosotros antes de que en la foto apareciera una pancita. Me fui a dormir después de que me aburrí de sacarme fotos, un bostezo me hizo dar cuenta de lo cambiado que tenía el sueño y lo bipolar que me hacía mi propio hijo. Subí las escaleras y me metí en la cama abrazándome a Gian que se dio cuenta de mi presencia y también me abrazó.

Por alguna razón, rápidamente, entré en un profundo sueño.

En él estaba Noé pero yo lo llamaba de otra manera, no por su nombre, le decía Noah y él se reía, decía que le gustaba y en mis sueños el derivado de su nombre me impactó.

Noah, Noah, Noah, Noah...

Me senté en la cama sobresaltada haciendo que Gian se moviera rápido a mi lado, mi corazón estaba por salirse de mi pecho.

— ¡¿Qué pasa?!—me preguntó alarmado tocando mi panza. Se movía y pateaba mucho y no podía tranquilizarnos. —estás alterada Abril, calmate y respirá hondo.

Hice lo que me dijo y con el corazón en la garganta, me acosté nuevamente despacio tranquilizando a mi bebé. Él se estiró a prender la luz de noche y se acercó nuevamente sin dejar de acariciarme la panza.

—Tranquila fue una pesadilla. —dijo. Pero un gusto dulce quedó en la punta de mi lengua queriendo desenvolverse en palabras.

Noah.

—No fue una pesadilla. —dije. Él siguió acariciando mi panza hasta que se calmó un poco ahí dentro.

—Estás desvelada y tenés el sueño cambiado. — miré el reloj a su lado y decía que eran las seis y media de la mañana, no hacía mucho me había vuelto a acostar y ya hasta tenía un sueño.

—Quiere llamarse Noah. —dije. Él levantó una ceja. —lo soñé, es Noah.

—Mmm...—murmuró y se puso más de costado sosteniendo su cabeza con su mano. —estás en serio loquita mi amor, ¿por qué no dormís y descansas vos y el bebé?

— ¡Gian te estoy hablando en serio!—bufé. — lo soñé, soñé que se lo decía a Noé y al le gustaba... quizá sea una señal de que se quiere llamar Noah... ¿No?

—Puede ser. —bostezó y se estiró para apagar la luz. —pero mañana lo hablamos, quiero dormir por favor.

Rodé los ojos y le di la espalda, costosamente me di la vuelta pero lo hice y él me abrazó desde atrás mientras acariciaba mis piernas hasta subir a mi panza.

Noah.

Le di una sonrisa a la oscuridad y me mordí el labio mientras acaricié mi panza encima de la mano de Gian.

Mi hijo se iba a llamar Noah.


Quedándose para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora