20.

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Pasaron unos largos e interminables minutos y Gian seguía sin responder, la primera voz que escuché de hecho, no fue la suya.

—Te voy a llamar para cuando salgan los papeles. —dijo Dino. —aunque necesito los documentos de propietario que seguramente tienen tus abuelos, lo demás me voy a ocupar yo.

La voz se fue acercando y cuando me di cuenta estaba abriendo la puerta, me alejé tanto pude y llegué a la cama para sentarme y juguetear con mi celular. El delincuente narcotraficante que era amigo de mi novio, salió rápido y no llegó a cruzar la mirada conmigo, apenas cerró la puerta me levanté y caminé hasta la cocina. Gian estaba de espaldas agarrado al mármol de la mesada cabizbajo, me acerqué despacio y no fingí nada, porque había escuchado todo.

—Todo este tiempo ese lugar de mierda fue mío y yo no sabía nada. —dijo en un suspiro frustrado. — ¿más mierda no puedo tener no?

—Gian...

Él bufó y le pegó fuerte al mármol, salió de la cocina hecho una furia cerrando la puerta fuerte, haciéndome sobresaltar del susto. Era un típico momento, en el que no sabía qué hacer por él y eso me desesperaba, quería ayudarlo pero no sabía qué podía hacer porque ni él estaba seguro de saberlo, lo único que hice fui seguirlo al cuarto y verlo revolver papeles, mirándolos sin encontrar alguna solución.

— ¿Qué vas a hacer?—pregunté con cautela sentándome a su lado, ordenando los papeles que él estaba tirando, se quedó quieto unos segundos y después cansado, me miró con esos ojos verdes que siempre me decían todo.

—Tengo que ir a la casa de mis abuelos, ellos tienen esos papeles.

— ¿Cuándo?

—Hoy si es posible. —dijo y siguió con la mezcla de papeles. Yo me aclaré la voz.

—Pero mañana viene mi...

—Lo sé, pero tengo que ir, es importante.

—Sí, esto también es importante. —murmuré y él suspiró, me agarró de la barbilla y me hizo mirarlo.

—Es mucho más importante lo sé, pero tengo que hacerlo y sacármelo de encima ahora mismo. —dijo y acarició mi mejilla. —cuando vuelva les decimos.

— ¿Y cuándo vas a volver? Quería decirles mañana...

—Lo sé, pero mañana no va a poder ser. —determinó fríamente. —esto es peligroso Abril no es cualquier cosa y mientras más lejos estemos de eso, mejor vamos a estar, aparte tu familia se va a quedar un tiempo largo, tenemos tiempo para decirles.

Agaché la mirada y lo obligué a que me soltara, yo entendía el riesgo pero era importante para mí que mi familia supiera lo que me estaba pasando, ya no era cualquier cosa que pudiera ocultar, ellos tenían que saber. Una pequeña punzada en el abdomen me hizo volver a sentir, toqué mi estomago y la sensación volvió haciendo que apretara fuerte los labios para soportarlo.

— ¿Qué pasa?—preguntó y yo negué. No era nada, sólo una molestia que se estaba yendo el efecto. Me levanté de la cama despacio y aunque intenté mantenerme tuve un pequeño mareo haciendo que Gian se levantara rápido para agarrarme.

—Estoy bien. —dije y respiré hondo, se estaba yendo y no lo tomé como si fuera importante. Todavía no me acostumbraba a todos los síntomas. —me voy a ir.

—Vamos.

Salimos de su casa y le respondí por enésima vez que estaba bien, podía tener esas sensaciones ya lo había leído, pero no las sentí realmente importante así que no le di mucha atención. Tuve que acostarme en mi cama para que él se quedara más tranquilo y Ema también, ya que empezaron a discutir sobre mi salud y mi salud mental era mucho más sofocante con ellos volviéndome loca.

—Voy a prepararte algo liviano Abru. —me dijo Ema y lo miró a Gian. —hacé algo bien y cuidala.

—Callate y no la envenenes.

— ¡Gian!—lo reté, Ema se fue sacándole la lengua y él le mostró el dedo del medio. —no se la sigas.

—Necesitamos una casa ahora. —bufo. — ¿estás bien?

—Sí, te dije que si, sólo fue un mareo nada más. —le expliqué por cuadragésima vez en el día. — ¿Cuándo te vas?

Su postura cambió y torció un poco la boca, después de todo era yo la que me tenía que sentir decepcionada, no él.

—Pensaba irme ahora y volver mañana temprano. —dijo y se acercó un poco a mí. —ya sé que querés decirles, pero esto es importante que se resuelva ahora y mis abuelos tienen que tener todos los papeles que él necesita para comprar el lugar, no quiero saber más nada con esto, ya estoy cansado de tanta mierda.

—Entiendo. —musité y levanté mi mano para acariciar su mejilla. — ¿pero qué pasó realmente?

Suspiró y agachó la mirada mientras jugaba con un hilo de la colcha.

—El lugar es de mi mamá, ella lo manejaba desde adentro pero desde lo que pasó con tu amiga, sus papás fundieron todo y ahora Dino quiere recuperarlo... pero a su nombre.

—Gian pero volvería a lo mismo... gente como Ana estaría en esa situación, de nuevo. —dije con un hilo de voz. Recordar lo que había pasado ahí dentro no me hacía nada bien, yo no quería que la gente pasara por lo mismo que estaba pasando Ana, por más recuperación que pudiese haber.

—Yo no me voy a meter en esas cosas, lo único que quiero es borrar mi nombre de ahí.

Me quedé callada por unos minutos y él también, después de todo eso siempre funcionó de una manera y Ana no tenía por qué ser la excepción de la caída del lugar, todas las personas que pasaban por ahí sabían con quiénes trataban y dónde se estaban metiendo. Lo importante era que Gian no fuera más parte de eso, por más reconciliación que pudiera llegar a tener con su amigo.

—Está bien. —suspiré. —pero cuando vengas vamos a decirles.

Asintió y se acercó a besarme, Ema entró gritando así que nos tuvimos que apartar y eso no me gustó nada.

— ¡Me olvidé de felicitarte por tu logro del local, felicidades amiga!—gritó emocionada y se tiró en la cama para abrázame. Sonreí y le respondí el abrazo mientras miraba a Gian rodar los ojos y levantarse.

—Después vengo. —me dijo y yo asentí mientras me ponía a hablar con Ema sobre el local.


Quedándose para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora