48.

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No entendía si era bueno o malo que él lo supiera, pero implicaba más causas y eso no era bueno, podía darme cuenta fácilmente. Había muchas cosas por detrás.

—Deciles la verdad porque sólo con la verdad se van a dar cuenta que no tengo porqué estar acá. —me dijo y quise quejarme, pero lo analicé en mi mente y asentí apretando mis labios cuando me di cuenta que empecé a temblar. —tranquila mi amor que va a salir todo bien.

—Sí. —lo abracé y me sequé las lágrimas mientras él me sostenía firme contra su cuerpo. Pude ver a la mujer de ayer mirarnos y entonces un escalofrío me recorrió el cuerpo. Me alejé un poco de él y mientras que Gian se agachaba nuevamente a besar mi panza, no dejé de mirar a la mujer. Ella tampoco me sacó la vista de encima y sólo me bastó una mirada para saber que los ojos verdes de Gian, no eran sólo de él.

—La mujer de ayer es tu mamá. —afirmé directamente, él levantó la vista y cauteloso me observó. Yo suspiré frustrada cuando el silencio empezó a seguir pareciendo rotundo. —estoy cansada de que me sigas ocultando esas cosas Gian, vamos a tener un hijo juntos, ya soy tu mujer, ¿por qué no podes confiar en mí?

Él cerró los ojos y negó.

—No es eso Abril, quiero el presente y futuro con vos, el pasado ya no me interesa.

—A mí sí Gian, ¿por qué le dijiste todo eso ayer a esa señora?, me doy cuenta de que es tu mamá...tiene tus mismos ojos. —dije, él bufó.

—No digas eso.

—Entonces decime ¿por qué le decías todo eso ayer? —le pedí. — ¿qué hizo para que termine acá, qué hizo que la odies tanto?

No dijo nada por varios interminables segundos, tiró su cabeza para atrás y cerró los ojos en un largo suspiro, apretó los labios fuertemente. Mi corazón se congeló y quise abrazarlo y decirle que no importaba que me lo dijera, como siempre hacía, pero estaba realmente cansada de eso y sabía que él podía decírmelo.

—Mató a mi papá. —confirmó lo que yo había escuchado. —nunca me quiso tener, pero mi papá la obligó a tenerme y me sacó de ella desde el día que nací... cuando tuve siete ella volvió, pero seguía siendo la misma, se drogaba, no me cuidaba, peleaba con mi papá...

Su voz decayó, y las lágrimas me empezaron a nublar.

—Yo crecí con el mejor papá del mundo Abril, tuve el mejor, pero un día esa enferma vino drogada y en una discusión... lo mató.

—Gian...

— ¿Como querías que te dijera eso?—exigió mirándome a los ojos nublados en lágrimas. — No puedo Abril...

Se tapó la cara con las manos y yo rápidamente lo atraje abrazándolo a mi pecho. Lloró, lloró como un nene chiquito junto a mí. Un nene dolido, herido y sin curar estaba sosteniendo en mis brazos, un nene que se hizo hombre de repente. Porque todas mis piezas empezaron a cerrar, y ya no quería pensar más.

La mujer nos miró desde aquel lugar, no pude y agaché la mirada. Sentí miedo y estaba asustada por él, no podía hacer nada.


—Relate detalladamente, lo ocurrido aquel día, desde que recibió el llamado de la mamá de la víctima. —habló el fiscal mirando hacia mí. —explique los lazos que tiene con cada persona y justifique hasta el segundo exacto que se acuerda de aquel día, señorita Ojeda.

Tragué saliva y miré al hombre que estaba sentando en una máquina de escribir a mi lado redactar todo lo que yo tenía que decir. Me costó encontrar mi voz, pero al fin lo logré y me aclaré la garganta para ello.

—Recibimos una llamada...—empecé y las teclas empezaron a resonar a mi lado. —era la mamá de Ana, ella nos comentó lo que estaba pasando.

— ¿Qué es lo que estaba pasando?

—Ana estaba raptada por esa gente.

— ¿Cómo conocía usted a esa gente?, explique quiénes son.

—Ella nos llevó, sólo sé de un tal Dino quien era su pareja según me enteré, y un tal Jaime nada más.

— ¿Y el señor Trascow, cuál es la relación con él?

—Es mi novio y papá del bebé que llevo dentro.

— ¿Y qué es de esta gente?

—Era amigo de Dino, ya no más. —aclaré mirándolo a los ojos, para que creyera lo que le estaba diciendo.

— ¿Por qué no?

—Porque me eligió.

— ¿Esto implica qué él estaba en la misma situación?

—No. —dije. — sólo era amigo de Dino, él al igual que yo no sabíamos de la trama de esa gente, sólo sabíamos lo que todo el barrio sabía pero no entrabamos más que como visitantes normales.

—El día de lo sucedido, ¿dónde estaba el Señor Trascow?

—Minutos antes había estado conmigo, pero después cuando se enteró que estaba ahí, fue por mí.

— ¿Cómo se enteró? —preguntó cruzándose de brazos hacia atrás.

—Le avisaron.

— ¿Es cierto que el señor Toledo quiso abusar de usted?

—Sí. —dije sin rodeos. Mi garganta estaba seca y aunque me había dado un vaso de agua no quería tomar.

—Explique el acoso que recibió de su parte.

Seguí la declaración hasta que no supe más qué decir, una hora más ahí adentro y podía volverme loca, pero acentué que Gian era inocente ya que no me importaba nada más que su libertad, por más mierda que no me importaba tirarles a todos los demás, incluso a la negligente de mi amiga.


Quedándose para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora