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—Hola Abru, ¿ya llegaron?

—Si Leti, ya llegamos y ya estuvimos ahí. —dije en un suspiro hablando con su abuela. Ella no pudo controlar las voz y mucho menos imaginaba que las lágrimas. —todo mal, nos fuimos apenas entramos, yo no creo que esté preparado y aunque no sé la razón no puedo verlo tan mal Leti, está destruido.

—Es normal hija, nunca antes había ido y debe ser muy pesado para él, pobre mi ángel.

—Vinimos a la casa y...entró a una habitación...—le conté pero no pude seguir, el nudo en mi garganta se volvió a presentar.

—Sí, su papá le hacía figuras de acción en miniaturas, la habitación está llena.

—La destruyó Leti. —susurré entre las lágrimas que me volvían a pinchar. —yo no sé...él estaba muy enojado, nunca antes lo vi así.

—Dios mío, yo sabía que esto podía pasar, no tendría que haber ido él no estaba preparado.

No, no lo estaba.

Yo sabía que había sufrido mucho su muerte pero nunca supe más de ello, él sólo me contó que lo asesinaron, no sé cómo, ni quién, ni cómo fueron los hechos después, sólo sabía que estaba muy destruido y tenía mucho dolor, como ira y odio también. Verlo así en ese cuarto y haciendo eso, fue impactante, más cuando siempre se mostró como una persona totalmente seria y tranquila, eso lo había sacado y yo no sabía por qué y tampoco cómo ayudarlo, no quería hacer o decir algo que después me arrepintiera.

Hablé con Leti no mucho más, ella también era muy sensible y lloraba mucho pero prometió llamarme en la mañana cuando estuviese más calmada.

Recorrí la casa y era hermosa, en el living había muchas fotos de Gian cuando era chico y sólo aparecía en dos o tres solo, porque en todas estaba con su papá. El hombre era muy joven, y muy lindo, por lo que entendía la herencia, lo que me causaba intriga era que no había ninguna foto con su mamá, sólo con su abuela. Una foto me llamó la atención y a propósito la saqué de su lugar y me la guardé, era su papá, pero de muy joven, quizás unos diecisiete o dieciocho años. Él estaba sonriendo hacia la cámara y en sus manos tenía una ecografía, lo que me cautivó de esa foto es que ese hombre, era el calco de hoy día de Gian, era como ver a mi novio en una fotografía pero un poco más vieja y sonriendo de par en par.

No tenía que hacerlo, pero la guardé en mi cartera en mi cuaderno personal. Él no iba a darse cuenta que yo la tenía porque había muchas fotos del hombre, pero con un Gian chico hasta los ocho años más o menos que sé que fue cuando falleció.

Fui a la cocina y la investigué un poco para preparar algo de comer, Leti me había dicho que la vecina era amiga de ellos y que fuera a pedirle cualquier cosa, así que aproveché que Gian seguía durmiendo y me encaminé a la casa de al lado. Una señora mayor abrió la puerta y me dio una leve sonrisa.

—Hola, buenas noches.

—Abuela ¿quién es?—preguntó una voz de mujer desde atrás.

—Hola querida. —dijo la abuela, segundos más tarde una chica de mi edad o quizá más, se acercó con el ceño fruncido.

— ¿Hola?

—Hola, buenas noches soy Abril. —dije y ella se acercó. —acabo de llegar y una amiga en común, la señora Trascow, me dijo que podía preguntar por la señora Flores.

—Sí es mi abuela. —dijo la chica y me dio la mano. —soy Mónica y ella es mi abuela María.

—Un gusto. —sonreí y la abuelita que apenas se movía me dio la mano.

Quedándose para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora