45.

12.8K 920 15
                                    

— ¡No, no, no Gian, Gian!—llorisqueé, me puse enfrente de él agarrándolo fuerte y empecé a llorar acongojada. — ¡no se lo lleven!

—Llamá a mi abogado y decile a Ema que te lleve y te ayude, tranquilizate amor voy a estar bien. —me dijo mientras el policía bruscamente lo empujaba.

— ¡No se lo lleven por favor, él no hizo nada!—le grité mientras intentaba que el policía me escuchara, pero se soltaba de mí manteniendo su fuerte agarre a Gian.

—Decile a Ema que te lleve. —repitió mientras entraba al auto.

Lo vi irse mientras que con la boca me decía que me calmara, aunque no podía, corrí rápido hacia el auto y fui en busca de Ema. Llorando le conté lo que pasó y por supuesto ella no entendió nada y no me servía de ayuda, por lo que de inmediato hablé con Leti y fue la que con seguridad, me dijo que mi novio iba a estar bien.

Mis instintos de matar a Dino eran más fuertes que los dolores que estaba sintiendo en la panza, pero una vez al tranquilizarme, logré calmar a Noah de la misma forma y él cooperó perfectamente conmigo para ayudar a su papá.


—Voy a compararte un agua, ¿querés otra cosa?

—Cigarrillos. —le pedí y Ema me miró espantada mientras bajaba del auto. —Para Gian.

Asintió y bajó rápido para no tardar más de lo que yo había hecho llegando a casa y llamando a Leti, necesitaba ir a verlo de inmediato pero también tenía que calmarme porque todo repercutía en mi hijo. Apoyé mi cabeza en el respaldar del asiento mientras secaba mis lágrimas, parecía que el camino se iba a ser interminable hasta la delegación y estaba tan asustada que en ningún momento mi cuerpo dejó de temblar, me imaginaba todo lo que pudiesen haberle hecho estando ahí adentro, el hecho de haber sido arrestado ya era suficiente razón para que mi odio hacia ese hombre aumentara, y de verdad yo era capaz de matarlo, porque motivos no me faltaban.

—Tomá un poco de agua que te va a hacer bien Abru. —me dijo Ema dándome la botella con agua y tomé en pequeños sorbos, la garganta me ardía mucho y el nudo no terminaba de disolverse. Me sentía cansada y sofocada con tantas preguntas en mi cabeza dejándome en duda. Tenía miedo, mucho miedo por él.

Llegamos a la delegación y traté de mantenerme estable así poder parecer normal. Con la voz quebrada le hablé a la chica policía que estaba en la recepción.

— ¿Puedo ver a Gian Franco Trascow?—le pregunté, ella me miró y volvió su vista a la computadora. Segundos después, volvió a mirarme.

—Acaba de ser ingresado a la celda, tiene que esperar unos minutos.

Yo asentí y tragué el nudo en mi garganta mientras me sentaba a esperar con Ema.

—Tranquila Abru, va a salir todo bien. —me consoló mi amiga acariciando mi panza. Apoyé mi cabeza en su hombro y cerré los ojos dejando caer mis lágrimas, realmente esperaba que saliera todo bien.

—Ya puede pasar señorita. —me avisó la policía y me levanté de inmediato. Le pedí a Ema los cigarrillos y los guardé en mis bolsillos.

—Te espero acá, andá tranquila.

Asentí y seguí a la mujer que me llevó a una habitación de oficina.

—Llevala al segundo pabellón, para el nuevo. —le dijo a otra oficial. Ésta asintió y se acercó para tocarme.

—Revisión. —me dijo y yo extendí mis brazos y piernas como me lo indicó. Revisó los cigarrillos y mi cartera. Me tocó más de lo que podía imaginar y hasta me hizo levantar la remera para comprobar que realmente estaba embarazada. Al terminar el incómodo momento, la seguí hasta un patio trasero rodeado de los pabellones de prisioneros. Los bellos de mi nuca se erizaron cuando entré al oscuro y frío lugar, tan repugnante que me daba escalofríos.

Me sobé rápido la nariz y tragué amargamente mientras caminaba por el horrible lugar, hasta que ella dobló en un pasillo y al final, tras las rejas, estaba él.

— ¡Gian!—sollocé y él levantó la vista. Enseguida la mujer abrió la celda irrumpí a sus brazos apegándome fuerte a su cuerpo y rompí en llanto.

—Cinco minutos. —la escuché decir.

—Shh... Tranquila mi amor, estoy bien. —susurró en mi oído. Me abrazó fuerte poniendo una de sus manos en mi panza, nuestro hijo empezaba a patear. —lo vas a asustar, tranquila.

— ¿Por qué te hacen esto?, ¿por qué Gian?—titubeé, él me obligó a mirarlo y agarró mi cara entre sus manos.

—Los papeles no terminaron de registrarse cuando los rechazaron.

— ¿Es por Dino entonces?

Él asintió y yo reprimí un sollozo ocultándome nuevamente en su pecho.

—Abril necesito que me escuches, es importante lo que necesito que hagas. —me dijo al oído y volví a mirarlo para que me secara las lágrimas. —Quiero que vayas a mi casa, saques los papeles que están en la carpeta debajo de mi cama y llames a mi abogado. —Me pidió. —llamalo a penas salgas de acá y decile que venga de inmediato, comentale la situación.

— ¿Vas a salir hoy?

—No lo sé y no lo creo, pero por el tiempo que estoy acá vas a tener que ayudarme, ¿está bien?

Yo asentí y él besó suavemente mis ojos.

—Cuidate mucho y cuidalo mucho a él, no te separes de Ema, decile a tu mamá que venga o no sé a alguien pero no estés sola en casa.

—Hablás como si no fueras a salir nunca. —lloriqueé, y él negó para que le creyera.

—No es eso amor, pero el mínimo tiempo que estoy acá no quiero que te pase nada, es muy peligroso todo ahora.

— ¿Por qué?

—Porque el hijo de puta de Jaime cayó y Dino está desesperado, los agarraron y por ende yo también por tener esos putos papeles. —dijo. Yo lo miré asustada y él rodó los ojos. —es lo que pasa cuando te heredan una vida de mierda.

—Es tiempo. —dijo la policía. Me agarré más fuerte de él.

— ¡No, no, no Gian, no!—empecé a llorar de nuevo más fuerte, entendía que tenía que irme pero no quería dejarlo.

—Amor hacé lo que te pedí por favor, llamá a Carlos y decile que venga hoy mismo por favor.

—Vamos señorita, vamos. —me apuró ella. Gian también me hizo soltarlo así podía bajar a besar mi panza.

—Cuidense por favor, los amo. —me dijo con la voz quebrada mientras la policía me agarraba del brazo para que saliera, por lo que no me quedó opción y tuve que obligarme a caminar para salir y dejar a mi novio. Dejándolo tras rejas, sin poder hacer nada.


Quedándose para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora