7.

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Se acercó a mí levantándose los anteojos y pude escuchar detrás como parloteaban mis primas y amigas. Ya lo veía nublado por las lágrimas y él acortó el espacio entre nosotros para pasar sus manos por mi cintura sin dejar de mirarme a los ojos, haciéndonos inmune a todo.

—Hola.

—Hola. —murmuré y me aclaré la voz intentando ocultar mi sonrisa detrás de mi mano. — ¿qué haces acá?

—Vine al cumpleaños de Santi. —levantó una ceja y yo me mordí el labio, él se acercó más a besarme pero no lo hizo, suspiré frustrada porque no lo soportaba y me acerqué yo cerrando el espacio entre nosotros, lo besé como si fuera la primera vez y la última que iba a besarlo, provocando que me volviera a perder como siempre. Pasé mis brazos por su cuello y no lo aparté en ningún momento ni siquiera para respirar porque le di besos pausados para que los dos pudiéramos purificarnos.

—No llamemos la atención. —me dijo entre besos. —no es nuestro cumpleaños.

Yo sonreí y dándole el último beso me aparté un poco, lo agarré de la mano y lo llevé entre toda la gente que rogaba que no nos estuviese mirando para entrar a la casa y subir a mi cuarto, todo era muy lindo pero aparte de querer besarlo sin filtro, necesitaba escuchar lo que tenía para decir ya que esa parecía la idea.

—No pensé que ibas a venir.

—Yo tampoco, pero si sigo así estoy haciendo trabajar demasiado a mi cabeza.

—Sí yo también, pero por suerte estoy mejor y más aclarada.

— ¿Si?—preguntó y yo asentí sentándome a su lado en la cama. —Amor yo tengo muy claro y lo tuve desde el principio, no voy a dejarte sola en esto, estamos juntos pero que no te lo haya podido demostrar o decir, no significa que no me interesa o parezca como que no lo quiero.

—Ya lo sé, pero tenés que entenderme Gian, para mí esto es muy raro y no es algo que esperaba que pasara ahora, ninguno de los dos lo esperaba.

—Lo sé, pero ahora ya estamos acá y hay que hacer algo.

—Sí y lo voy a intentar, pero quería venir a aclararme a mí primera para que después aclaremos las cosas entre nosotros...

—Pero entre nosotros no hay nada que aclarar.

—Lo sé, pero lo digo por mí o por los dos en separados. —aclaré antes de que se pusiera serio. —Vos necesitabas pensar y yo también, aunque no lo creas para mí es difícil aceptar que ahora tengo que dejar todo como está, mi vida va a dar un giro ciento ochenta grados y no sé si estoy lista para que eso pase, por eso voy lento asimilándolo.

—No tiene que cambiar nada, todo va a seguir igual con la diferencia que ahora vamos a pensar en alguien más, yo me voy a ocupar de vos y del bebé y si te preocupa que no vas a llegar con el restaurante es lo menos que se te tiene que ocurrir, porque no hay más gastos todavía.

—Gian... —suspiré y aunque eso me parecía hermoso, la realidad económica era otra. —un bebé cambia todo eso, necesita ropa, comida, pañales, atención medica, no es tan fácil, no es la casita de las barbies.

—Lo sé pero con lo del gimnasio podemos mantenernos los tres y lo que vos ganas va a seguir siendo tuyo y del restaurante, ahora hay que pensar como familia.

El simple pensamiento me hacía sonreír, éramos una familia o al menos lo estábamos por ser. Agarré sus manos y jugué con sus dedos.

—Por eso mismo mi amor, mi plata, la que uso para mí ahora va a estar divido en dos y también tenemos que pensar que cuando nazca, ¿dónde va a dormir el bebé? ó ¿donde le voy a hacer su cuarto? En mi departamento no podemos, no puedo pensar tampoco en que sigamos como hacemos hasta ahora, ¿o vos querés venir día por medio a dormir?

Quedándose para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora