29.

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Mientras Gian me besaba su mano se mudó hacia adelante acariciando suavemente el bulto de mi estomago, sonreí porque no sólo me hacía cosquillas, me hacía feliz. Estábamos los dos acostados en su cama, dándonos tiempo para festejar entre nosotros y después de comunicarle la noticia a la familia, ninguno de los dos podía creer que en serio íbamos a tener un bebé, y un varoncito especialmente.

—No quiero nada azul ni celestes, verde. —le dije, él se rió un poco.

—Primero casa, después vemos eso.

—Sí, primero casa. —suspiré y bajé mi mano junto a la suya sobre mi pequeña panza. —me duele un poquito donde me sacó sangre.

Él levantó mi brazo e inspeccionó el pinchazo, la doctora dijo que eran estudios de prevención aunque se notaba que mi bebé estaba sano y por cómo se veía y yo lo imaginaba, perfecto.

—Ayer fui a comprar con Santi y los dos vimos algo...para vos. —me dijo, fruncí el ceño y él se apartó de mí para buscar en su mesa de noche. Cuando volvió me dio una pequeña caja blanca. —te la iba a dar él pero quiero hacerlo yo, así que después hacete la sorprendida.

Me reí y abrí la caja, de adentro saqué dos pequeños escarpines blancos.

— ¡Ay! ¡Qué lindo!—chillé y enseguida los ojos se me llenaron de lágrimas, eran tan pequeñitos que cabían en mis dedos. El primer regalo de mi bebé. Abracé a Gian y él me consoló tiernamente por los minutos que estuve lagrimeando de la emoción, no dejábamos de decirnos lo mucho que nos amábamos y yo lo agradecida que estaba por esta pequeña familia que estamos formando, de a poco.

— ¿Por qué preguntaste eso de viajar en avión?—preguntó él mientras seguía con sus dedos acariciando mi panza.

—Quiero ir a ver a Ana. —le dije y levantó la vista para mirarme.

— ¿Qué?

—Ella no sabe del embarazo, quiero verla y sé que le haría muy bien, a mí también. —le comenté acariciando su pelo, él suspiró y asintió.

—Yo voy a ir con vos. 

—¿En serio? Mirá que Ema seguro va a querer venir también. 

—Sí, de verdad, te acompaño.

—Bueno, mañana voy a sacar los pasajes. —le dije animada, me encantaba que quisiera acompañarme y estar conmigo para hacer algo tan importante para mí, como lo era contarle a una de mis mejores amigas que sería mamá.

Me abracé a su cuerpo y no me costó mucho caer en un profundo sueño, a mi bebé y a mí nos encantaba dormir últimamente, nos acostumbrábamos rápido al calor propio de Gian. 

Para festejar, decidimos juntarnos con mi familia en una plaza a la noche, donde comimos pizzas y ellos brindaron con alcohol que nuestro bebé de apenas quince semanas, era un varón, lo cual  ya causaba revolución entre nosotros, mi familia estaba encantada como los abuelos de Gian también. 

Mi mamá no dejaba de tocarme la panza y demostrar su felicidad,  papá tuvo que aceptar su derrota ya que no acertó, dijo que sería una nena y resultó ser todo lo contrario, pero todos estábamos contentos y listos para recibir al nuevo integrante de la familia.  



Quedándose para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora