46.

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Me limpié los ojos y puse mis manos en mi bolsillos cuando me di cuenta que tenía los cigarrillos, me acerqué débilmente al guardia y él me miró cauteloso.

— ¿Puedo darle esto?—le pregunté y me sacó el paquete de las manos para revisarlo, asintió devolviéndomelos.

—Rápido.

Caminé nuevamente retrocediendo para entrar a su sector, escuché su voz y entonces me quedé en el lugar sin dejar que me viera, aunque yo sí podía verlo a él.

—No sabía que ibas a ser papá. —le dijo una señora. Él contestó después de varios segundos en silencio.

—No tenés porqué saber nada de mí.

—Seguro vas a ser un buen padre, porque vos tuviste el mejor y eso se hereda. —le dijo ella, iba a acercarme pero el ruido de una silla caerse me hizo asustar.

— ¡Ni siquiera te atrevas a hablar justo vos de mi papá, antes de hablar de él te enjuagas la boca y nunca en tu vida lo vuelvas a nombrar!

Mi corazón empezó a latir fuerte, algo me decía que no hablaba con cualquiera.

— ¿Tanto resentimiento?—le preguntó la mujer y él volvió a empujar la silla.

—Te odio y demasiado.

— ¿Todavía me odias?

La risa sarcástica de Gian resonó en mi cuerpo en forma de escalofríos.

—¿Todavía? toda mi vida te voy a odiar, vos hija de puta lo mataste, todo en tu puta vida hiciste mal, desde tenerme hasta hoy día que estoy encerrado acá por tu culpa, sos pura mierda y ¿qué pretendes, que no te odie? si me arruinaste la vida y encima te das el lujo que veinte años después seguir haciendo lo mismo, ¿por qué mierda no te moriste vos en vez de mi papá?¿por qué mierda no te envenenaste con toda la mierda que te inyectas o te matas de alguna vez por todas? ¡Todos problemas tengo por tu culpa y tus putos quilombos estando afuera!—gritó él, mis lágrimas empezaron a caer y pude ver como el resentimiento ese que yo sabía que existía, ahora empezaba a tener razón aunque jamás lo había escuchado decir tantas cosas.

—Me parece que ya dijiste demasiado.

—Me parece que todavía seguís viva, ¿por qué carajo no te morís y me dejas de arruinar la vida?

— ¿A vos te parece que tu hijo sepa lo que le decís a tu mamá?—le preguntó y mi cuerpo se tensó. — ¿te gustaría que tu hijo le dijera todo esto a tu mujer el día de mañana? no, así que no des ejemplos.

—Mi mujer no es una mierda como vos y mi hijo nunca va a saber que exististe, porque para mí estás muerta.

—Te estás pasando Gian Franco, yo entiendo que me odies, pero no voy a dejar de ser tu mamá...

Él bufó.

—Vos no sos mi mamá, vos sos una mierda que ocupa lugar en el espacio y lo contamina, para mí, mi mamá está muerta bajo tierra como lo está mi papá, porque él fue todo lo que vos no fuiste y nunca vas a poder ser por más que salgas de acá.

El ruido de las celdas abrirse y a los guardias hablar, estuvo detrás de mí haciendo que ellos se callaran y yo me asustara. Por suerte rápido se fueron y yo traté de calmarme a mí y a Noah que empezaba a moverse. No se escuchó más nada de su parte, entonces me acerqué rápido hasta la celda. Gian estaba sentado de espaldas a la celda de ella mientras lo observaba, hasta que se dio cuenta de mi presencia, saqué mi vista de la mujer que ahora sabía que era su mamá y me acerqué a él.

Quedándose para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora