36.

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No sólo entré en la semana veintidós de embarazo si no que en el mismo tiempo, empezaba mi primer día de trabajo. Por un lado estaba contenta porque todavía tenía buena movilidad con mi cuerpo ya que mi panza era relativamente normal, y no molestaba tanto, pero por el otro lado tenía un poco de miedo de hacer malos esfuerzos o llevarme sorpresas con las nauseas que no tenía, pero cuando trabajaba con comida eran probables.

Como nunca Kike me abrazó y me felicitó, había guardado mi puesto y mencionó en cumplido la falta que hice supuestamente. No había visto todavía a mis amigas, pero estábamos constantemente hablando por celular, con el único que ni siquiera hablé, fue con Joshua pero él sólo trabajaba los sábados ya que había conseguido otro trabajo. Cuando le conté que estaba embarazada no fue muy sincera su felicitación, de hecho se sorprendió que fuera de Gian y eso no pareció agradarle, por lo que dejé de lado mi intención de forzar una amistad con él.

El primer periodo del día, hice los pedidos a tiempo por más sola que estaba y un bebé moviéndose mucho dentro de mí, había probado tantas cosas que no estaba muy segura si todas le gustaron. En el break mientras hablaba con mis amigas, me comunicaba con Gian que no dejaba de preguntarme cómo estaba, cómo me sentía y bla bla bla. Le respondía porque sus preguntas ya no eran solamente por mí, y tenía derecho de saber.

Kike me pidió si podía ir a atender ya que él estaba ocupado y yo no hacía nada, así que fui y atendí algunas personas que hacían pedidos normales, más bien los especiales del día. .

— ¿Podés apurarte?—se quejó un hombre mientras buscaba el cambio de la chica anterior a él. El bebé se movió dentro de mí y revolucionó mis hormonas de embarazada, levanté la vista y con una ceja levantada miré al hombre dueño de esa voz. —vamos querida, no tengo todo el día.

—Yo tampoco, así que váyase a otro lugar si está tan apurado.

El hombre me miró frunciendo el ceño mientras yo le entregaba su plata a la chica.

—Estoy hablando en serio, tardás demasiado y ya estoy aburriéndome.

—Vos me estás aburriendo a mí.

— ¡Apurate te digo!

— ¡Váyase, le digo yo! —dije poniendo mi peor cara de enojada. —usted no es nadie para venir a apurarme a mí, yo estoy trabajando.

—Yo también y tardas mucho.

—Entonc...

— ¡Abril!—escuché la voz de Kike, rodé los ojos—disculpe señor es que está un poco revolucionada, ya sabe, embarazo, hormonas alteradas...

Miré indignada a Kike y mucho peor al hombre.

—Si lo sé, no sé para que tiene hijos si no van a trabajar.

Me colmó la paciencia, pasé del otro lado de la barra y enfrenté al estúpido

— ¡Que esté embarazada no significa que soy estúpida!, ¡Usted me está insultando y no tiene derecho!—lo empujé pegándole en el pecho. Todos se quedaron callados de repente.

— ¡¿Qué haces loca?!

— ¡Váyase y no vuelva más a este lugar, no necesitamos clientes como usted!—grité mientras le seguía pegando hasta empujarlo hacia la puerta, él se cubría atajando mis golpes.

— ¡Calmate loca, tenés un bebé!

— ¡Sí y un cuchillo también! —le grité, el hombre bufó y salió casi corriendo del restaurante, la gente empezó a reírse y yo volví a donde estaba Kike.

— ¡¿Estás loca Abril?, ¿cómo vas a hacer eso?!

—Está insultando a mi hijo que no tiene poder de defenderse todavía, como mamá es mi responsabilidad y eso hice. —dije con voz firme y volví a mi puesto.


—No es por vos, es por el bebé Abril, si vas a estar peleándote con la gente así, no salgas más. —me retó Gian, venía escuchando su sermón desde hace una hora y ya me aburría, no debería haberle contado.

— ¿Podemos entrar acá?—le pregunté cambiando de tema. Él me miró mal y después de ver el local que vendía todas cosas de bebé, asintió. Lo llevé casi arrastrando adentro. Me acerqué al sector azul, pero yo no quería nada azul, más bien verde y me planté frente a una joven chica rubia con el uniforme del local. —Quiero cosas en verde. —le pedí, pero ella no me miró a mí, miró a mi novio quien estaba observando el lugar.

—La segunda fila de este lado. —me indicó, agarré fuerte la mano a Gian y lo llevé hasta el estante. Me puse a mirar las miniaturas que había y quería compararme todo el stand.

—Este es el primero que le vamos a poner. —dijo mostrándome un enterizo en verde agua que decía: Amo a mi papá.

—Nunca te va a amar más a vos cuando yo lo tengo dentro de mí hace veintidós semanas y media.

Él rodó los ojos y siguió buscando por el otro lado, lo observé y por el rabillo del ojo vi que la rubia se le acercó

Quedándose para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora